Nicaragua
Los nombres de la Rosa
Rosa se ganó el espacio. Y el tiempo. Y el cariño.
Con su historia abrió en Nicaragua las puertas a debates necesarios. Y su nombre navegó, con el de Nicaragua, por los informativos del mundo en momentos en que millones de seres humanos
despliegan esfuerzos por evitar la guerra contra
Irak en nombre de la vida.
Equipo Envío
Durante todo un mes, cargado de hechos políticos y económicos de los que hacen más bulla, un hecho “diferente” se fue abriendo paso día a día en la conciencia de la población nicaragüense.
LA LLAMAREMOS ROSAA una niña de nueve años, hija de una pareja joven de emigrantes nicaragüenses, trabajadores de una finca de café en Turrialba, Costa Rica, se le detectó un embarazo de varias semanas en un hospital costarricense, a donde la llevaron sus padres pensando en una infección relacionada con parásitos. No contaban sus padres con un embarazo, menos la niña. Con dilación inexplicable, y tras mantenerla durante veinticinco días en total reposo en un hospital y luego en otro, observando tan inédito caso -la niña no había tenido aún su primera menstruación-, los médicos informaron del embarazo a los padres, ambos analfabetos. Se supo entonces, por testimonio de la niña, que había sido violada por un costarricense veintiañero que trabajaba en la misma finca.
Primera plana en medios costarricenses, la noticia llegó en seguida a Nicaragua y a los pocos días, una delegación de la Procuraduría de Derechos Humanos y de la Red de Mujeres contra la Violencia viajó a Costa Rica, conoció del caso, visitó a la niña y a sus padres, y tras enfrentar y resolver varias e inesperadas contradicciones institucionales y migratorias, consiguieron traer a los tres a Nicaragua. La primera medida para proteger la identidad de la niña fue darle un nombre: la llamaron Rosa.
EN EL ESCENARIO DEL VETO Y DEL RE-VETOEl debate sobre Rosa capturó la atención nacional, a pesar de que el escenario estaba ocupado totalmente por un conflicto que alcanzó ribetes de absurdo: el provocado por el veto parcial con que el Presidente Bolaños rechazó el presupuesto para 2003 aprobado por la Asamblea Nacional en diciembre.
El veto presidencial fue “vetado” por todos los sectores políticos y sociales, esgrimiendo razones y sinrazones en confusa amalgama. Entre declaraciones contradictorias, marchas de protesta y declaraciones aterrorizantes del Presidente para que le aprobaran el veto, estando ya Rosa en Nicaragua, el conflicto se “resolvió” cuando una mayoría parlamentaria aprobó el veto después que el Presidente cedió transformándolo en re-veto. Colosal transacción que encubrió insensibilidades y pactos y que ha descascarado aún más la imagen de Bolaños y la de su tan proclamada Nueva Era.
Lo que todo este desgastante estira y encoge significó no está aún claro. Lo más visible de la “solución” al conflicto fueron varios “parches tributarios” -nuevos impuestos a los autos usados y a los cigarrillos- que permitirán al gobierno (¿realmente se lo permitirán?) recaudar más y así garantizar los mínimos aumentos salariales aprobados por la Asamblea, una de las razones presidenciales para vetar el presupuesto. Al final, lo más concreto es haber mantenido en los folios oficiales del presupuesto las cifras que el FMI impuso al Ejecutivo, lo que dejó muy satisfecha a toda la clase política, administradores magníficamente pagados de las recurrentes crisis de un país que carece de soberanía económica.
EN UN ESCENARIO MUY MOVIDOEl conflicto y la “solución” al veto y al re-veto fueron acompañados, lamentablemente, de una “amnistía tributaria” a los bancos, a los que se les terminó perdonando varios años de impuestos no pagados. Fueron acompañados, también, y esto es positivo, del compromiso de una próxima reforma tributaria “integral”.
Mientras transcurría este conflicto se sucedieron otros hechos políticos relevantes. El PLC inició su estrategia electoral al oficializar que pasaba a la oposición. Una encuesta demostró que la popularidad de Bolaños va a la baja: 17 puntos menos entre octubre 2002 y febrero 2003. Y empezó a filtrarse un proyecto presidencial para una drástica reforma del Estado, orientada a revertir los desmanes institucionales provocados por el pacto Alemán-Ortega y a reducir drásticamente la enorme burocracia de un Estado en la lipidia.
Mientras Rosa entraba, paso a paso, en un escenario tan cargado, la lucha del Ejecutivo contra la corrupción institucionalizada por Alemán, su familia y sus socios dio signos de revitalizarse: se activaron algunos casos ya conocidos (los “tarjetazos”) y se destaparon otros nuevos (el saqueo del INSS). A la par de este esfuerzo por la transparencia, Bolaños dilapidaba su prestigio de “héroe anticorrupción” nombrando en Managua al gángster del boxeo internacional Don King como miembro honorario del Gabinete; se aireaban nuevos datos sobre la, al parecer, intocable “conexión FSLN” en la quiebra del Interbank; se comenzó a hablar de una red al servicio del narcotráfico incrustada en los juzgados; el FBI visitó Nicaragua para interrogar a Byron Jerez y obtener información sobre Alemán a cambio de “perdones” para él; y Alemán continuaba cómodamente preso en su hacienda con piscina, tras reforzar con un amago de angina de pecho el goce de este ilegal privilegio.
LLEGA ROSA A NICARAGUAFue en esos días que Rosa llegó a Nicaragua. Una historia, una realidad, un desafío, un ejemplo. Un emblema. En su breve paso por un mundo político-económico tan movido, Rosa se abrió su propio espacio. Reveló, todos juntos, varios de los grandes problemas estructurales de Nicaragua, los más de fondo. Por eso, son muchos los nombres de esta Rosa, a quien le construimos en nuestra imaginación el rostro de niña que nunca le vimos. Y tal vez por eso, la quisimos más.
Al llegar, los padres de Rosa y ella misma ya habían sido informados de que existía la posibilidad, legal y médica, de interrumpir el embarazo. En Costa Rica, esta posibilidad les había sido ocultada, y hay señales de que en el hospital se postergó el brindarles información del embarazo para así complicar la posibilidad de que decidieran un aborto. Informados adecuadamente, los padres decidieron solicitar un aborto terapéutico para su hija. Y, conforme a la ley vigente en Nicaragua desde hace 120 años, así lo solicitaron. El Código Penal establece que una junta de tres médicos debe evaluar el riesgo que corre la vida de la mujer embarazada -en este caso la niña- para autorizar la interrupción. El esposo
-en este caso sus padres- también deben dar la autorización.
UN APASIONADO DEBATEEnseguida que Rosa cruzó la frontera, el debate generado por su historia se centró en el tema del aborto: defensores a ultranza de la vida, defensores insistentes de la opción. Naturalmente, todos los medios prestaron altavoz a un debate que en Nicaragua tiende a silenciarse. Y al hacerlo, era inevitable descubrir cuántos prejuicios ideológicos circundan un tema que es tan vital por confrontar dos de los valores más apreciados de la humanidad: la vida y la libertad.
En el debate público participaron muchas voces, airadas unas, compasivas y sensatas otras, desinformadas científicamente la mayoría. Solidarias, apasionadas y responsables las más cercanas a Rosa, las de las mujeres agrupadas en y en torno a la Red de Mujeres contra la Violencia, que acompañaron a la niña y a sus padres, informaron y aportaron buenas ideas al debate, organizaron la defensa legal para la interrupción del embarazo, y finalmente estuvieron con ella en ese momento. El embarazo de Rosa, de más de ocho semanas, fue interrumpido por tres médicos en la noche del 20 de febrero, en un hospital privado, con un resultado satisfactorio para su salud y trayendo tranquilidad a sus atribulados padres.
Después de conocerse la noticia del aborto, continuó el debate. Para entonces, la historia de la Rosa nica navegaba ya en Internet y era destacada en varios importantes medios internacionales. Cuando el Cardenal Obando anunció que quienes habían decidido y participado en el aborto estaban excomulgados ipso facto según la ley de la iglesia católica, el eco internacional se tradujo en una iniciativa sorprendente: en España, una red de mujeres promovió en Internet la campaña “Yo también quiero ser excomulgada o excomulgado” y en sólo unos días recogieron 26 mil firmas de solidaridad con la opción de Rosa y sus padres. El 5 de marzo estas mujeres presentaron las miles de solicitudes de excomunión en la Nunciatura Apostólica de Madrid.
Tras las declaraciones intimidatorias de algunos altos funcionarios nicaragüenses -¿pertenecen al fundamentalista Opus Dei?- y las lamentaciones de otros, el 3 de marzo, la Fiscalía dio por cerrado el caso desde el punto de vista legal, archivando todas las diligencias. También, envió a una fiscal a Costa Rica para conocer de la investigación policial y judicial iniciada en ese país -por presiones hechas desde Nicaragua- contra el hombre a quien Rosa señaló como violador, con el objetivo de que su delito no quede en la impunidad.
Para cuando la Fiscalía se pronunció poniendo punto final a la polémica, Rosa estaba “en algún lugar de Nicaragua” con otros niños, jugando, corriendo. Como que recuperó su niñez, declaró una de las sicólogas de la Red que la asisten.
SE LLAMA EMIGRANTEAunque muchas opiniones insistían en que el debate sobre Rosa era sórdido, morboso, inadecuado, excesivo, que se abusaba de la niña y se la revictimizaba hablando tanto de ella, Rosa nos hizo el gran favor de presentarse ante nosotros con todos sus nombres. Para que habláramos de todos ellos. Hablar abiertamente es necesario para reflexionar. Hablar es a menudo el primer paso para sanar. La palabra nos hizo humanos, compartir palabras nos humaniza.
Rosa tiene muchos nombres. Se llama emigrante. Sus padres vivían en Costa Rica desde hace nueve años. Salieron de Nicaragua a mitad de los 90, cuando esfumadas las esperanzas de que con el fin de la guerra entre sandinistas y contrarrevolucionarios ganaríamos “el dividendo de la paz”, hubo una oleada de migración hacia Costa Rica. En 1998, tras las tragedias que provocó el paso del huracán Mitch, se produjo otra gran oleada “del barro al sur”. Hoy, se calcula que medio millón de nicaragüenses viven en el país vecino trabajando en actividades que los costarricenses, en un país con una economía notablemente superior a la de Nicaragua, ya rechazan: construcción, servicio doméstico, cosecha de banano, cosecha de café -a eso se dedicaban los padres de Rosa y ella misma-. Indocumentados o emigrantes temporales, de esos que entran y salen continuamente según cultivos y ocasiones, pudieran llegar a 800 mil. Diariamente, 200 nicaragüenses cruzan la frontera probando fortuna a ver si dan con un trabajo que en Nicaragua saben que no van a hallar.
Desde hace ya mucho tiempo Nicaragua no ofrece oportunidades ni garantías de futuro a la inmensa mayoría de su gente. La mitad de la población económicamente activa de Nicaragua ya se fue. Un millón de hombres y mujeres. En ocasiones, son los más audaces, los más capaces, los más decididos. Aventados o aventureros, perdemos con quienes se van muchos vigores y valores. Una suerte de “fuga de cerebros” desde abajo. Gran parte de quienes se quedan reniegan de una patria que sienten no los acoge ni se preocupa por ellos. Una reciente encuesta descubrió que el 57% de los nicaragüenses quisiera haber nacido en otro país. Otra, de hace un par de años, mostraba que las tres cuartas partes de la juventud en edad de iniciar su vida laboral deseaba irse.
SE LLAMA PROTAGONISTADiscursos políticos superpuestos unos sobre los otros debaten sobre las razones o sinrazones de la estabilidad económica de la que gozamos y resaltan los múltiples beneficios que obtenemos de los organismos financieros internacionales justificando así la total sumisión que debemos a sus dictados. Y en realidad, lo que estabiliza nuestra débil economía, superando el total de nuestras exportaciones, tradicionales y no tradicionales, superando también los montos de la cooperación internacional en créditos y donaciones, lo que impide estallidos sociales incontrolables, es ese flujo de emigrantes y los millones de remesas en dólares que envían mensualmente a los familiares que aquí quedaron para que puedan sobrevivir. Se calculan remesas hasta por 800 millones de dólares anuales.
Son los emigrantes y las emigrantes los verdaderos protagonistas. Pero qué ausentes están en los análisis que hacen los gobernantes cuando a sí mismo se inciensan por su capacidad de estadistas promotores del desarrollo. Qué poco se cuenta con ellos a la hora de las decisiones. Sin embargo, son ellos y sus remesas quienes mejor explican por qué no hemos apagado ya la luz y dar por cerrado este país insostenible.
SE LLAMA SOLEDADEn el caso de Rosa se evidenció otro vacío: la escasa preocupación de embajadores y cónsules por los nacionales que se nos fueron. En los días de Rosa, se recortaban presupuestos para todas las representaciones diplomáticas de Nicaragua en varios países, y el Ejecutivo advertía que sólo sobreviviría el personal diplomático que supiera “vender” a Nicaragua como destino de inversiones. Ni una palabra sobre los posibles emigrantes que pudieran encontrarse al garete en los países en donde discursean y asisten a lujosas recepciones los embajadores-vendedores.
Y el punto de xenofobia, que nunca falta cuando de emigrantes se trata. Allí en Costa Rica no nos explicaron nada de lo que a la niña le pasaba, se quejaba la madre de Rosa. Y ahora ya no vamos a regresar a donde hemos sido maltratados, decía el padre. Y exponía su sospecha de que por ser la niña una nica y el violador un tico, éste anduviera libre durante tanto tiempo: Allá se hicieron a la banda de los sinvergüenzas, y nada podíamos hacer nosotros.
Esperamos que no pase en Nicaragua lo que pasó en Costa Rica, porque la principal razón por la cual nos venimos fue para terminar con el maltrato recibido en Costa Rica..., decían, esperanzados en recibir un mejor trato de sus compatriotas, los padres de Rosa en el escrito en que solicitaron el aborto terapéutico. Qué solos se sienten, y que solos están, nuestros emigrantes, siendo tan responsables de la estabilidad económica y social de nuestra patria el aporte que hacen. Un doble aporte. El primero, irse -menos problemas que resolver, menos voces para reclamar-. Y el otro, enviar mensualmente al país tantas divisas ganadas con sudor y entre humillaciones.
SE LLAMA NIÑA Rosa es una niña. Digna representante de un país donde más de la mitad de la población nicaragüense tiene menos de 15 años. La mayoría está desnutrida y tiene una nula, deficiente o limitada educación. Por más planes de desarrollo con visión de país que se hagan hoy -y no se están haciendo- está ya hipotecado el futuro de un país de niños y niñas, donde la mitad, 800 mil, ni siquiera entra al sistema escolar en los cursos de primaria, donde la tercera parte padece de desnutrición. Con toda probabilidad, Rosa estaba desnutrida, y eso naturalmente hacía mucho más riesgoso su embarazo. Sus padres quieren ahora que siga estudiando, para que algún día sea “alguien”. En Costa Rica, Rosa había iniciado el primer curso de primaria.
SE LLAMA POBRELa mayoría de nuestras niñas y niños son pobres y la mayoría de nuestros pobres son niñas y niños. Para los pobres, lograr que sus hijos estudien es la máxima aspiración, la expresión más concreta de que las cosas pueden cambiar. Los padres de Rosa, analfabetos ambos, firmaron sus declaraciones y cartas a las instituciones solicitando un aborto terapéutico para su hija con sus huellas digitales. Pero no porque seamos analfabetos -dijo su padre- somos irresponsables. Tenemos mente y tenemos ideas, y lo que yo no entiendo es cómo hay tantas personas que de balde son estudiadas y tienen tanta mente para nada. Comentaba así el empecinamiento ideológico con que algunos funcionarios del gobierno y creadores de opinión buscaron interferir en la opción que tomaron por su hija y con ella, menospreciando implícitamente su capacidad de decisión por inocultables prejuicios de clase. Porque son pobres. Y en la actual cultura tecnocrática, se “lucha contra la pobreza” pero no se confía en los pobres, se “combate la extrema pobreza” pero es “políticamente incorrecto” indignarse contra la extrema riqueza de quienes se llenan la boca con este discurso.
SE LLAMA VÍCTIMA Rosa fue violada. Un hombre quince o más años mayor, abusó de ella. Si no hubiera resultado embarazada, tal vez nunca se hubiera sabido lo que le había hecho, todo hubiera quedado, como tan a menudo sucede, escondido tras el atemorizado y confuso silencio de ella y tras la descarada impunidad de él.
Todo hubiera seguido igual. Todo menos la propia vida de Rosa, dañada para siempre, con secuelas probablemente para toda su vida. Después de todo esto, ella ya no va a quedar como era, una herida como ésta jamás se sana, siempre queda abierta, reconocieron sus padres. Y humilde, confiaba también su madre después de la interrupción del embarazo: Pero ya llegará un tiempo en que se nos pase, ahora ya cumplimos con lo que teníamos que hacer: salvarle la vida a ella.
También por ser víctima de violación, Rosa es un emblema de este país, país de violaciones sexuales, una gran cantidad de ellas ocurridas entre las cuatro paredes del hogar. No fue así en el caso de Rosa, aunque algunas de las personas que se opusieron ciegamente a que se interrumpiera su embarazo, insistieron en que el padre era el principal sospechoso de la violación. Lo hacían, más que para señalar la frecuencia con que esta posibilidad es una cruel realidad -incluso en las casas de quienes tienen dinero y estatus social- para “explicar” desde esa óptica la decisión de los padres: pretendían “ocultar las huellas del crimen con otro crimen: el aborto”.
SE LLAMA SOBREVIVIENTESon pavorosas las cifras que van surgiendo, aún en desorden, aún con escasa sistematicidad, del altísimo porcentaje de niñas -también de niños- que en Nicaragua son abusadas sexualmente. Es éste otro dato que indica que estamos hipotecando el futuro y suicidándonos para el desarrollo, y también para la democracia. Porque con mucha frecuencia quien fue abusado abusa, y porque el daño que queda como marca a fuego, tanto para el corto como para el largo plazo, en quienes son abusados sexualmente en la infancia tiene consecuencias sociales enormes, aun no bien dimensionadas.
Pavoroso también recordar nuevamente en esta ocasión que el máximo dirigente del FSLN, Daniel Ortega, tan respetado y temido por todos los políticos de este país, permanece impune tras cometer un delito similar en una niña dos años mayor que Rosa, que además era su hijastra. Lamentable comprobar cómo más de un millón de nicaragüenses votaron por él conociendo lo ocurrido, y cómo el sandinismo no logró ni frenar su candidatura ni sustituir su liderazgo tras saber de su delito. Estremecedor recordar que, para justificar esta complicidad, quien sigue siendo responsable de las campañas electorales del FSLN, Lenín Cerna, calificó en una entrevista de junio de 1999, con la mayor desvergüenza, que no le asustaban las violaciones sexuales de niñas por padres, padrastros y demás familiares porque si vos recurrís al vulgo te las explica sacando su sabiduría milenaria.
SE LLAMA MADRE-NIÑARosa: una niña embarazada, una niña-madre. Nicaragua ostenta el récord centroamericano y latinoamericano de adolescentes embarazadas y de niñas-madres. ¿Cuántos de esos embarazos son fruto de violaciones? Muchos. Nunca se sabrá, de eso no se habla. De eso se teme hablar. De eso duele hablar. En otros casos, muchas adolescentes buscan “tenerle un hijo al primero que las mira”, porque es la única vía que encuentran a mano, a la mano de la cultura aprendida, para empezar a sentirse alguien que merece respeto, tras soportar años de una infancia irrespetada y llena de maltratos y duros trabajos. Ser madre: misión que debe llenar la vida de toda mujer, según la cultura patriarcal. Misión que asumen más rápidamente y con más devoción niñas y adolescentes de las zonas rurales y de los sectores más empobrecidos y sin educación.
Tras conocerse el caso de Rosa, los periódicos de Costa Rica informaron del caso de otra niña nica violada y embarazada -en este caso, querían ella y sus padres tener al bebé-. Enseguida se supo de otro caso más y de otro y de otro. Las autoridades del Patronato Nacional de la Infancia de Costa Rica brindaron cifras espeluznantes: en los últimos cinco años (1997-2002) esta institución había documentado 3 mil 131 casos de niñas menores de 14 años embarazadas, lo que significaría que cada dos días suceden tres casos. No todas nicas, también en Costa Rica existen estas plagas. La presidenta del Patronato afirmó que por la edad de las niñas, lo más responsable en todos los casos es suponer que el embarazo es producto de una violación.
SE LLAMA MUJERLas explicaciones simplemente económicas -esto sólo sucede entre los pobres, y sucede por el hacinamiento-; las explicaciones “morales” -se trata de hombres aberrados, enfermos mentales, padres desnaturalizados, borrachos y drogadictos-; las explicaciones religiosas -son hombres sin fe en Dios, desconocedores de Cristo, se han perdido los valores religiosos en la familia-; las explicaciones que exculpan de este delito a los hombres para responsabilizar a las mujeres -la culpa la tienen las madres que no las cuidan, la culpa la tienen las mismas niñas que son muy “despiertas” y provocan- nos alejan perversamente de la verdad. Y la verdad es que tras todo abuso sexual hay por descubrir un abuso de poder, y siempre se trata de un abuso de poder genérico. Diez mil años de cultura patriarcal han enseñado a los hombres, a todos, pobres y ricos, feos y hermosos, jóvenes y viejos, de derecha y de izquierda, que tienen derecho al cuerpo de cualquier mujer que se les antoje. Es un colosal avance de la humanidad que millones de seres humanos, como hemos visto en estos días, repudien con tanta firmeza la guerra para resolver los conflictos. Es también un colosal avance de la humanidad que sean ya millones de hombres los que en el mundo desaprenden a diario la enseñanza cultural que les dijo que eran superiores a las mujeres y tenían derecho a demostrar su poder con el sexo.
En Nicaragua, además de faltarnos aún mucho trecho por andar en esta dirección, criterios perversos sobre las razones del abuso sexual de los hombres contra las mujeres y las niñas permean no sólo las mentes de la clase política sino también las políticas de las instituciones del Estado.
SE LLAMA OPCIÓN Llegada Rosa a Nicaragua, decididos ya sus padres a interrumpir su embarazo, y en medio de la ardiente polémica que, con mayor o menor profesionalismo, cubrían todos los medios, saturados de “consejos” sobre lo que se debía o no hacer, el procedimiento legal era bien claro. No había espacios para la duda. Sin embargo, el Ministerio de la Familia, con insistencia, y con la obvia intención de impedir el aborto terapéutico, demandó en varios momentos que se le entregara la niña, reclamó la custodia de Rosa, ignorando que tenía padres que se responsabilizaban de ella. Extralimitándose inexplicablemente, el Ministerio intentó violar un principio tan sagrado como el de la patria potestad.
Por su parte, el Ministerio de Salud, con una negligencia y lentitud sólo explicables por el temor a quedar mal con la jerarquía católica, desidia que atentaba contra la salud de una niña que estaba ya bajo intensa presión física y síquica, designó casi a regañadientes la junta médica que analizaría el estado de salud de Rosa.
Tras el examen que le hicieron una numerosa junta de médicos y en un tiempo anormalmente dilatado, el dictamen identificó claramente los problemas que ya estaba enfrentando el pequeño cuerpo de Rosa, y todos los daños severos que enfrentaría a medida que el feto fuera desarrollándose en su inmadura matriz, para concluir que en su caso era igualmente riesgoso continuar con el embarazo como practicarle un aborto. Realmente, nadie podía asegurar que era posible salvar la vida de los dos niños: la niña-madre y el niño que se formaba en su vientre. Nadie podía asegurar tampoco cómo terminaría un embarazo tan insólito.
Al no pronunciarse por ninguna de las dos opciones, el ambiguo dictamen médico dejó la decisión en manos de los padres. Y los padres decidieron lo que ya habían expresado con decisión: querían interrumpir el embarazo. Tocaba hacerlo en un hospital público, pues era una opción totalmente legal de ciudadanos con plenos derechos para decidir. Sin embargo, tras el dictamen médico, la polémica pública en los medios se avivó y las presiones ideológicas en lo privado llegaron a su punto más álgido. Fueron manifiestas las contradicciones entre la Ministra de Salud, que declaró que en ningún hospital se le practicaría el aborto, por ser un delito que el Ministerio “no estaba dispuesto a cometer” y la Viceministra, que afirmó que las puertas de cualquier hospital estaban abiertas para atender a la niña fuera cual fuera la decisión de sus padres. Fueron tres días tensos y difíciles los que precedieron la realización de la decisión adulta, informada y amorosa de los padres y de Rosa.
SE LLAMA RETOPara las instituciones del Estado, esta niña fue un desafío. Reto es uno de los nombres de Rosa. Rosa nos reveló a nuestras instituciones y nos colocó ante un inédito conflicto entre las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones estatales. En el Estado, la Procuraduría de Derechos Humanos, y en la sociedad civil la Red de Mujeres contra la Violencia, estuvieron a la altura.
La Red, que desde hace diez años trabaja activamente educando a la sociedad para que entienda los males que se expresan y se derivan de la violencia contra las mujeres y las niñas, y especialmente, acompañando a las víctimas de esa violencia, jugó un papel protagónico y constructivo. Era imposible no cometer algún error en las declaraciones apasionadas que las mujeres de la Red se veían obligadas a hacer ante los medios que seguían tan tensa controversia. Pero siempre prevaleció la información y el afán de formar en valores, especialmente en el de la compasión, el de la flexibilidad y en el del respeto a las personas y a la complejidad de la situación. Sin duda, la Red se acreditó ante las instituciones estatales y ante la opinión pública, aun tan machista y polarizada, como una instancia capaz, eficiente y con destacadas profesionales.
SE LLAMA VICTORIAAcreditarse no significa ovaciones, mucho menos lograr unanimidad. El mayor logro de la Red fue la misma Rosa, su vida más segura y con más futuro ahora que nunca antes. Rosa también se llama conquista, logro, victoria. A la par que aglutinaban a muchas mujeres en torno a esta niña, organizaciones de mujeres hermanas de todo el mundo respaldaron a la Red desde fuera de Nicaragua, ofrecieron servicios, airearon el caso, expresaron solidaridad. Beneficios inéditos de la globalización, de la mundialización de la información, que nos puede hacer más humanos y más cercanos.
Más que nunca, las mujeres de la Red, como todas las mujeres organizadas de Nicaragua, que asumieron de mil maneras la defensa de esta niña, aprendieron y enseñaron en pocos días muchas cosas. Y cumplieron cabalmente lo que se espera de las organizaciones de la sociedad civil, que deben coordinarse con las instituciones del Estado para cubrir los vacíos que el Estado tiene, respondiendo cuando el Estado no responde, reclamando cuando el Estado no cumple, y siendo parte activa de las soluciones que demandan sociedades cada vez más plurales y complejas.
SE LLAMA LEYEn el Estado, el Presidente Bolaños actuó con gran sensatez al afirmar sobriamente que la decisión era de los padres, en base al examen médico que se les presentara. Entre las instituciones involucradas, una institución nueva, la Procuraduría de Derechos Humanos -el Procurador, el Procurador Especial para la Niñez y la Procuradora Especial para la Mujer- representaron dignamente al Estado actuando con responsabilidad institucional y apego a las leyes, sin dejarse intimidar por los prejuicios religiosos abiertos o sutilmente presentes en las declaraciones de muchos colegas, altos funcionarios. Dieron a conocer las leyes y los procedimientos establecidos para aplicarlas, abogaron en todo momento por la vida de la niña en nombre de su interés superior, y disintieron libremente de las instituciones estatales que se resistían a cumplir la ley y a respetar la voluntad de los padres. Conflicto institucional aleccionador, que nos indica que avanzamos. Lentamente, pero avanzamos.
Al final, y después de amagar con una investigación y una acusación en los tribunales contra los médicos que interrumpieron el embarazo de Rosa, y después de brindar escucha a las amenazas vertidas por el Ministerio de Gobernación contra las ONG involucradas en el aborto terapéutico, y por el Ministerio de la Familia -que amenazó con una demanda judicial- la Fiscalía General de la República recibió una única denuncia, de la esposa de Harvey Mayorga, gran socio en la corrupción de Byron Jerez y hoy reo. Esta mujer presentó un confuso escrito en el que afirmaba querer evitar que más adelante el aborto se convierta en una carnicería y en un futuro equis mujer de cualquier edad pueda tomar la decisión de abortar. La Fiscalía actuó responsablemente desestimando la denuncia y dando por cerrado el caso: no hubo delito y todo se hizo correcta y legalmente.
SE LLAMA DERECHOEl Código de la Niñez y de la Adolescencia, denostado por varios sectores de la sociedad en estos últimos años, al reducirlo a aspectos relacionados con los castigos a los delincuentes juveniles, logró espacio en la conciencia social desde nuevos ángulos. Y por primera vez, y en un caso tan límite, se pudo ver puesto en práctica y en concreto uno de los derechos menos respetados a los niños y niñas de Nicaragua: el derecho a opinar y el deber de respetar su opinión.
Porque a sus nueve años, Rosa también opinó: dijo que no quería morir y aceptó cuando le explicaron lo que los médicos podían hacer para que siguiera viviendo con mayor normalidad su vida. Ella decidió con sus padres, con un tono de madurez que los emocionó, relató una sicóloga de la Red. Cuando supo lo que le pasaba, ella nos decía: yo no me quiero morir. Y se ponía a llorar. Lo que la niña ha dicho es que no se quiere morir. Y nosotros no queremos perderla. Sólo nosotros y ella sabemos los días tristes que hemos pasado y nadie puede criticar lo que hemos hecho por ella, explicaba su madre.
SE LLAMA PRUEBAPara los medios de comunicación Rosa fue prueba. Un test. Sin que faltara -¿cómo podía no ser así?-, ese morbo que rodea todo lo referido a lo sexual, y ese bochinche atropellante que caracteriza a algunos periodistas, los medios de comunicación buscaron ponerse a la altura de un caso inédito con tantos flancos delicados. Uno de los grandes logros fue mantener en confidencialidad la identidad de la niña. No le vimos el rostro ni le escuchamos la voz.
En menor medida mantuvieron los medios con discreción la identidad de los padres. Y se procuró no acosarlos con el micrófono a pie de boca y la pregunta insistente hasta el abuso, tal como hoy estila un poco profesional periodismo televisivo. No queremos cámaras de televisión -decía el padre-, porque son bárbaras. Y reclamaba la madre: Queremos caminar libres porque no somos delincuentes para que nos anden persiguiendo con cámaras como hacen con los delincuentes. No querían esa publicidad de los medios por la que hoy tantos venden hasta su alma.
Dar pluralidad al debate fue también un gran logro de los medios. Encauzarlo pedagógicamente: eso lograron algunos. Grave error fue la caracterización de las mujeres de la Red como abortistas, palabra fuerte desde su misma fonética y totalmente cargada de ideología, inadecuada para calificar los necesarios y justos esfuerzos que, contra corriente, estas mujeres feministas estaban haciendo por la niña. El feminismo es una expresión del humanismo, por cierto una de las más radicales y prometedoras. Simplificar la problemática polarizándola -todo en Nicaragua está siempre polarizado- como un duelo entre antiabortistas y abortistas, identificando a las feministas con promotoras del aborto, fue una tentación y un facilismo en que los medios cayeron varias veces, dejando a un lado todo lo que estaba en juego.
SE LLAMA DEBATENaturalmente, las informaciones no podían obviar que lo más concreto de todo lo que estaba en juego a lo inmediato, con presión incluso de horas, era un aborto, tema tabú en Nicaragua, tal vez más que en otros países latinoamericanos con más modernidades asimiladas. Con sensatez, una ginecóloga de la Red enfatizó que se estaba distorsionando la realidad, como si el de Rosa fuera el único y primer caso de aborto terapéutico solicitado y realizado en Nicaragua. Recordó que en las actas del Hospital Bertha Calderón cualquiera podía verificar, por ejemplo, los más de 500 dictámenes autorizando abortos terapéuticos, tras breves exámenes médicos de apenas 30 minutos, realizados durante los casi siete años del gobierno de doña Violeta de Chamorro.
El tema del aborto es particularmente controversial porque pone en conflicto la vida y la libertad. Porque en las posiciones que se adoptan entran a jugar las diversas concepciones -científicas, religiosas, a veces todo mezclado- sobre el momento exacto en que comienza a ser humana la vida y sobre qué es lo que nos hace no tanto vivos, sino humanos. Porque tan vivo y potencialmente humano es un espermatozoide y un óvulo no fecundados como un óvulo fecundado y un embrión. Es controversial y polémico el tema porque las ideas sobre el desarrollo de lo humano en el vientre de la madre -las conexiones neuronales del cerebro, que permiten el pensamiento, que es lo que nos hace humanos- han ido evolucionando a lo largo del tiempo.
Porque no siempre quienes se oponen a ultranza a todo aborto defienden a ultranza toda vida, tampoco toda vida humana. Hay quienes son antiabortistas pro-vida y sin excepciones, pero justifican guerras donde se mata a millones o aprueban la pena de muerte o no hacen nada por evitar las injusticias sociales que provocan el hambre que mata diariamente a más de 40 mil niños ya nacidos.
Al ubicar con gran sabiduría en un breve artículo las resbaladizas pendientes del debate actual sobre el aborto, en un artículo que escribió en 1990, en colaboración con su esposa, el genial astrofísico estadounidense ya fallecido Carl Sagan, iniciaba recordando este pensamiento de John Dewey: La humanidad gusta de pensar en términos de extremos opuestos. Está acostumbrada a formular sus creencias bajo la forma de “o esto o lo otro”, entre lo que no reconoce posibilidades intermedias. Cuando se la fuerza a reconocer que no cabe optar por ninguno de los extremos, todavía sigue inclinada a mantener que son válidos en teoría, aunque tiene que admitir, si reflexiona, que en las cuestiones prácticas las circunstancias nos obligan a llegar a un compromiso. De eso se trataba con Rosa.
SE LLAMA LIBERTADNo todos entendieron el “compromiso” al que llegaron Rosa y sus padres. Las posiciones expresadas por el Cardenal Obando, por el obispo auxiliar de Managua, Jorge Solórzano, por el director de estudios del seminario de Managua, y por algunos laicos católicos abundaron en rigidez extremista y carecieron de compasión. Frente a ellos, otros generadores de opinión, entre ellos sacerdotes y mujeres cristianas, recordaron, con el evangelio en la mano, la inmensa compasión que tuvo Jesús de Nazaret con paisanos y paisanas de su tiempo enfrentadas a dilemas éticos concretos, a quienes nunca amenazó, asustó ni condenó, a pesar de las rígidas leyes religiosas que imperaban en su tiempo.
Las autoridades católicas insistían en que el conflicto era entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte, ubicando a los padres de la niña y a las mujeres de la Red en la cultura de la muerte, y quejándose que se les había impedido a nuestras instituciones acercarse a los padres para advertirlos del pecado y el crimen que iban a cometer. Con gran libertad el padre de Rosa respondió: No estamos dispuestos a someternos a lo que otros digan. Y la madre: No podemos esperar que sobre nuestra hija opine hasta el último. Y el padre: Todo lo pensamos entre los tres, sólo nosotros tenemos todo el derecho a decidir lo bueno y lo importante.
Con sentido común, mucha gente común de la que entrevistaban de forma permanente diarios, radios y televisoras, disentían con toda libertad del severo mandato antiaborto y sin excepciones que proclamaba el Cardenal Obando.
SE LLAMA LAICALaica. Rosa también tiene este nombre. Su drama personal y el camino que sus padres y ella misma eligieron para resolverlo puso en el centro del tapete el tema de la laicidad del Estado. Aunque la Constitución establece que Nicaragua es un Estado laico, las políticas públicas, especialmente en todo lo referente a la salud reproductiva de las mujeres, no se rigen por principios laicos sino por las más extremistas orientaciones emanadas de un sector de la institución católica.
Conviene recordar que en los años 60, cuando se abrió a la opinión pública mundial el debate sobre la despenalización del aborto, el Vaticano autorizó públicamente el aborto en una ocasión: durante la guerra de independencia del Congo belga algunas religiosas fueron violadas y el Papa Pablo VI permitió a las monjas que así lo decidieran interrumpir su embarazo. Con arena de olvido se ha enterrado aquella decisión, un importante precedente de compasión y sensatez cuando el humanismo cristiano se ve en el dilema de optar entre extremos.
Cuando el Cardenal Obando anunció en la misa del domingo 23 de febrero que la niña y sus padres y los médicos y enfermeras que habían practicado la interrupción del embarazo habían sido excomulgados automáticamente, varias voces reclamaron la severidad de la excomunión para el violador de la niña. Otros recordaron que la Iglesia no excomulga a los sacerdotes violadores de niños y niñas, sino que comprensivamente los traslada de una parroquia a otra. A la memoria de otros volvió ese aborto seguido de muerte de la madre que fue “el crimen del padre Amaro”. Y otros más acuciosos se remitieron a las denuncias -y posteriores campañas de solidaridad promovidas por organizaciones de religiosas y de mujeres católicas- que en marzo de 2001 lanzó al mundo la prestigiosa revista católica estadounidense National Catholic Reporter documentando casos en al menos 23 países de Africa, Europa y América en donde sacerdotes habían violado a monjas y en muchos casos las habían embarazado y las habían obligado a abortar para resguardar su prestigio clerical. Su poder.
SE LLAMA SANACIÓNCrispado y tenso el debate, resultó, a pesar de todo, sanador. Necesario. Porque hubo voces con argumentos a un lado y al otro, y de ese contraste siempre se aprende. Porque las voces que defendían a Rosa y consideraban que interrumpir su embarazo era lo más humano y lo más cristiano para la conciencia responsable y liberada de sus padres y de la misma niña, además de ser más numerosas, manejaron mejores argumentos. El debate mostró muchos avances en la conciencia de una sociedad, aún atrapada en el machismo y en el miedo a un Dios que castiga, y aún lejana de la equidad entre hombres y mujeres y de la certeza de que Dios es alegría y placer y nos quiere no temerosos sino libres. Sanación, muy especialmente, porque Rosa “ganó” vida con su opción. Y con ella ganó Nicaragua.
STAT ROSA PRISTINA NOMINERosa seguirá viviendo su vida, en algún lugar de Nicaragua o fuera de Nicaragua, pues ha recibido varias ofertas para reconstruirse en más paz y con mayores recursos. Tal vez nunca sabremos más de esta niña, pobre, desnutrida, libre y laica, que se convirtió en un desafío para todos, que nos obligó a hablar de lo que no se habla, que puso a prueba a tantos, que nos recordó realidades y encrucijadas tan vitales para nuestro país. Tal vez nunca sepa ella lo que nos ha dejado y permanece intacto. Tras los fuegos purificadores de un debate necesario, nos quedará de ella sólo el nombre. El nombre de la Rosa.
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