Centroamérica
Por un pacto de soñadores
El Premio Rafto, que la Fundación Rafto
entrega anualmente desde 1987,
en memoria del Nobel de la Paz Thorolf Rafto,
a una persona o institución que promueva tres derechos humanos fundamentales:
libertad intelectual, libertad política y libertad económica,
fue entregado este año a Ismael Moreno,
jesuita hondureño,
Director de Radio Progreso
y del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación (ERIC)
y corresponsal de Envío desde hace 23 años.
Con estas palabras el Padre Melo recibió en Bergen Noruega el 1 de noviembre
un reconocimiento tan merecido.
Ismael Moreno, SJ
Cuánta satisfacción tendría mi corazón si me dijeran que ya no recibiré el Premio Rafto de Derechos Humanos porque Honduras dejó de ser para siempre un Estado violador de los derechos humanos.
Si me dijeran que dejaron de organizarse escuadrones de la muerte para asesinar a jóvenes y a mujeres y que el Estado dejó de ser guarida de corruptos que llegan a ser presidentes.
Si supiera que ya nunca jamás se discrimina a las personas por su origen o su preferencia sexual y que ya no se explotan y depredan sin control los bienes y riquezas naturales.
Si supiera que ya nadie se ve obligado a emigrar por falta de oportunidades. Si ya toda la gente expresara con libertad y como le viene en gana todo lo que piensa y siente, porque ya dejaron de existir -ni explícitas ni veladas-, restricciones y censuras oficiales a la libertad de expresión.
Aunque no es así, y a pesar de todas estas realidades, mucha gente se apresura a buscar en el mapa del mundo dónde está Honduras para ir a conocer a su gente pacífica y hospitalaria, a sus jóvenes emprendedores y democráticos.
Aquí estoy recibiendo este premio, cuando la ingrata realidad de violencia y de impunidad que vive mi país nos arrasa también de un tajo el derecho a soñar.
Y estoy aquí porque este reconocimiento me lanza con más fuerza a buscar con mi equipo y con mucha más gente noble y generosa la paz con equidad y justicia tan urgente en Honduras y en toda Centroamérica.
Y me lanza a sembrar sueños de solidaridad y ternura en el mismo lugar en donde un puñado de personas se empecina en que no broten.
Este premio sólo puede tener valor si nos confirma en la misión recibida de ser sembradores perpetuos de sueños y promotores de las alegrías perdidas de nuestros amados pueblos.
Para ser sembradores de sueños necesitamos tener los pies muy firmes en nuestra realidad. Y necesitamos la convergencia organizada de todas las personas soñadoras para hacer frente al pacto organizado por tres fuerzas siniestras: las multinacionales aliadas de los gobiernos de los países ricos del mundo, las élites económicas locales unidas a los negocios sucios, y los políticos que entienden el Estado como negocio.
Estas tres fuerzas han hecho un pacto para acumular sin medida riquezas explotando al infinito a los seres humanos y los bienes de la Naturaleza.
Este pacto produce a la vez extrema pobreza y extrema riqueza. Este pacto es el dispositivo que dispara la violencia, es la matriz de la inequidad en el mundo. Y es el enemigo fundamental de la paz y de la convivencia pacífica entre los pueblos.
Al recibir el premio Rafto de Derechos Humanos mi llamado es a que lancemos el pacto de los soñadores.
Que en cada país, comenzando por los más empobrecidos, los de Centroamérica y los de África, conformemos Comunidades Organizadas de Soñadores en Movimiento, gentes que en pie de testimonio hagamos frente a ese pacto de las multinacionales, las élites económicas locales y los políticos corruptos para rechazar sus alianzas y sus proyectos, violadores de los derechos humanos y de los derechos de la Madre Tierra.
Comunidades Organizadas de Soñadores en Movimiento que impulsemos una campaña mundial en contra de la extrema riqueza.
No más multimillonarios exitosos en sociedades atiborradas de miserables.
No más empresas depredadoras y extractivistas que amenazan la biodiversidad y la destruyen, que violan los territorios y las culturas de nuestros pueblos originarios.
No más políticos corruptos que manipulan la voluntad popular para convertirse en gobernantes protectores de compañías explotadoras.
Este es el pacto de los soñadores que propongo. Para dar fuerza y voz a las víctimas del pacto deshumanizador, a las mujeres víctimas de los abusos del patriarcado y del machismo, a las víctimas discriminadas por su diversidad sexual, a las niñas y niños empujados al trabajo prematuro.
Para dar fuerza y voz los pueblos originarios amenazados por la globalización de los poderosos.
Para dar fuerza y voz a las comunidades de fe que en la base están amenazadas por el verticalismo de las religiones oficiales, a la juventud a la que se le trunca su rebeldía y su derecho a construir sus propios espacios.
Propongo invertir energías y recursos para extender las redes de radios, multimedias y redes sociales en países y regiones para articular la fuerza, la voz y la presencia de las víctimas, para que sean ellas las conductoras de estas Comunidades Organizadas de Soñadores en Movimiento.
Vengo de uno de los países más empobrecidos, inequitativos y violentos del mundo para encontrarme aquí en Noruega con una de las sociedades más seguras económicamente y más estables socialmente.
Vengo cargado de amor y de fe en el futuro. Y así como en este evento nos unimos estos dos extremos, reafirmo la “dulce esperanza” para que entre el Norte y el Sur, entre gentes de países ricos y estables y gentes de países empobrecidos y aplastados, levantemos puentes para transitar juntos en la lucha para acabar con esos otros extremos, la extrema pobreza y la extrema riqueza.
Al servicio de este pacto humanizador y de paz pongo mi fe y mi vida entera. Para servir a ese pacto humanizador recibo hoy el prestigio del premio Rafto de Derechos Humanos.
El futuro sólo puede ser de paz. Y ya viene, y por esa paz vale la pena arriesgar la vida y vivirla. Y a esa paz invoco con estas sencillas y rústicas palabras:
Te vemos venir, lenta y con apuro, con tu suave brisa que arrulla, y con tu audaz viento que arrastra.
Te vemos venir, con la inocente sonrisa infantil, y con la sabia mirada de anciana, con tu voz que enciende fuego solidario en el Norte, y con tu grito de equidad y justicia hacia el Sur.
Te vemos venir, para soltarnos y para atarnos, para vaciarnos de angustias y de miedos, y para llenarnos de encuentros y esperas.
Acaba de llegar de una vez, tú, paz, abrazada de justicia, con tus canastos repletos de vida, con tu exigente y osada ternura, y con tu canción que derrama futuros.
Desde Nicaragua
la revista Envío
se alegra con el pueblo hondureño,
con el equipo de Radio Progreso y del ERIC
y con Ismael Moreno, nuestro amigo y corresponsal,
por el Premio Rafto 2015, que ha recibido, tan merecidamente,
por defender los derechos humanos
en el país más violento del mundo.
Con el Padre Melo y su equipo seguiremos tejiendo
ese Pacto de Soñadores que él ha propuesto.
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