Nicaragua
“Estamos en un punto de inflexión y deberíamos preocuparnos”
Adolfo Acevedo Vogl,
economista independiente,
trazó a grandes rasgos
el actual momento económico y social
que vive nuestro país
en una charla con Envío que transcribimos.
Adolfo Acevedo
Analicemos primeramente el tema de la pobreza, de reciente actualidad desde que el 6 de octubre el gobierno hizo públicos los resultados de la Encuesta de Medición del Nivel de Vida de 2014. Esa encuesta la hace cada cinco años el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) y, entre otras cosas, mide los niveles de pobreza y de pobreza extrema que hay en el país. Según esta encuesta, 7 de cada 10 nicaragüenses dejaron de ser pobres en los últimos 5 años, lo que causó revuelo.
La encuesta se basó en una muestra de 7,150 hogares y fue asesorada por el Banco Mundial, que avaló sus resultados. Afirma la encuesta que en los últimos cinco años el porcentaje de personas en pobreza general se redujo
en Nicaragua del 42.5% al 29.6% y las personas en pobreza extrema pasaron de ser el 14.6% de la población total a ser el 8.3%.
¿Son creíbles estos resultados? A primera vista, muestran que Nicaragua tiene tasas de pobreza y pobreza extrema similares a las de Costa Rica, donde el ingreso per cápita es cinco veces mayor que en Nicaragua y la distribución del ingreso es de las menos desiguales de América Latina. Y por eso la gente en Nicaragua se está yendo a Costa Rica y ahora todavía más a Panamá, donde el per cápita es aún mayor. Uno intuye, entonces, que estos resultados de alguna manera desafían la realidad. Por eso, cuando se dieron a conocer casi todo el mundo afirmó que no eran ciertos. ¿Estoy Cuestionando técnicamente la encuesta? No, para poder hacerlo tendría el INIDE que publicar la base de datos y ésa sí sería una información complementaria que me permitiría hacer un juicio técnico. Pero no han publicado la base de datos.
Lo que me gustaría es enfatizar algunos puntos. ¿Cómo se mide la pobreza? Para medirla, primero hay que definirla. Muchos organismos la definen de forma diferente y con frecuencia cada sociedad adopta una definición distinta de lo que considera como pobreza. En Nicaragua, cada quien se imagina de forma diferente lo que significa ser pobre y también lo que significa que la pobreza se haya reducido. En este sentido, la pobreza y la pobreza extrema
han sido medidas en esa encuesta según las define la propia encuesta, y esa definición no tiene nada que ver o tiene muy poco que ver con lo que la mayoría de nuestra sociedad piensa y siente que es ser pobre.
Definan ustedes qué es ser pobre y qué es ser pobre extremo y escucharán distintos criterios. Unos dirán que pobre es quien no puede comer los tres tiempos, otros dirán que es quien no puede vivir de su salario, quien no puede pagar su vivienda ni otros servicios básicos, quien no tiene un salario fijo, quien no tiene seguridad en sus ingresos y eso le impide hacer planes de futuro… El consenso de todas estas versiones es, más o menos, que es pobre una persona que no puede satisfacer una serie de necesidades fundamentales. Y eso define un límite de recursos por encima
del cual la persona sí puede satisfacerlas y por debajo ya no puede. En mi opinión, es cada sociedad la que debe definir cuál es ese límite, y de esta manera delimitar cual es el porcentaje de población que se encuentra bajo ese límite y, por tanto, quién es pobre.
En Nicaragua debería abrirse un debate para que los nicaragüenses definamos cuál es ese límite, cuál es el conjunto de necesidades fundamentales que toda persona debe poder satisfacer. Y el objetivo de nuestra sociedad debería ser implementar las políticas y acciones indispensables para que todas las personas que viven en nuestro país puedan llegar a superar ese límite.
¿Cuál es el límite de pobreza y de pobreza extrema que establece esta encuesta? En ella se define la línea de pobreza extrema por los recursos que se consideran necesarios para cubrir unos gastos mínimos de alimentación diaria, y a esa cantidad se le suman otros gastos (vivienda, transporte, educación, salud, vestuario…) y así se define la línea de pobreza general. Con esos criterios la encuesta fija la línea de pobreza extrema en un gasto de consumo diario por persona de 1.11 dólares diarios y la de pobreza general en un gasto de consumo diario por persona de 1.81 dólares diarios.
Se define la línea de la pobreza extrema como la capacidad para cubrir el costo de una canasta de alimentos que permitan cubrir los requerimientos mínimos de calorías diarias que una persona necesita para funcionar normalmente y se fija esa cantidad en 2,228 calorías. Ahora bien, los alimentos de esa canasta que se ha escogido tienen un precio y, normalmente, se selecciona la canasta que cubra esos requerimientos al menor precio. Y ya sabemos que hay algunos alimentos extremadamente ricos en calorías que son muy baratos. Entonces quienes hicieron y procesaron esa encuesta en 2014 “encontraron” una canasta que, costando en promedio 1.11 dólares (unos 37 córdobas) al día, permitía satisfacer diariamente esas necesidades calóricas. Y se determinó que quien podía costearla, y encima gastar un centavo más, ya no era un pobre extremo, un indigente. Y si acaso la persona tuviera un gasto diario de 1.81 dólares diarios (unos 50 córdobas) más un centavo, se considera que no sólo ya es capaz de comprar esa canasta alimentaria que cubre sus necesidades calóricas, sino también otras necesidades (educación, salud, vivienda, transporte, vestuario) y habría dejado de ser considerado pobre. Los montos de estas líneas de pobreza son extremadamente bajos, y si se mantienen sin cambios podríamos tener pobreza cero en la encuesta que realicen en los próximos cinco años…
En Nicaragua tendremos una reducción genuina y estructural de la pobreza cuando, en lugar de generar predominantemente empleos de bajísima productividad e ingresos, empleos precarios e informales, la economía comience a generar de manera predominante empleos de creciente productividad y bien remunerados, y las personas tengan los niveles de educación indispensables para desempeñarlos y para poder insertarse de la mejor manera en todas las facetas de la vida social. Lo preocupante es que no se está haciendo lo necesario para avanzar en esa dirección.
Para poder hacer un juicio técnico de la metodología empleada en esta encuesta, que fue avalada por el Banco Mundial, lo primero que yo quisiera es que publicaran el detalle de cuáles son los alimentos que seleccionaron para esa canasta, el aporte calórico de cada uno de esos alimentos y su precio, para poder conocer el costo de la canasta. Me gustaría saber exactamente cuál es la canasta que con un costo de 1.11 dólares al día es capaz de satisfacer las necesidades calóricas diarias de una persona. Pero eso, que debería ser información pública, que quiere decir información que nos pertenece a todos los ciudadanos y no a los funcionarios, no lo han publicado.
La nutricionista Martha Justina González, basándose en las recomendaciones del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP), indicó que la cantidad correcta de calorías diarias que debe recibir una persona es algo mayor, 2,300 calorías, señalando que deben ser calorías balanceadas y no obtenidas a partir de alimentos que aportan lo que se conoce como “calorías vacías”, las que tienen alimentos que son tal vez más baratos, pero no nutren a las personas.
Según la especialista, el costo de una alimentación balanceada diaria para una persona serían 85 córdobas, cantidad que supera varias veces la línea extremadamente baja que estableció la encuesta.
También me gustaría saber cómo llegaron a establecer la línea de pobreza general como un múltiplo de solo 1.63 de la línea de pobreza extrema. Es un múltiplo muy bajo, y como la línea de pobreza extrema es extremadamente baja, las dos líneas son tan bajas que resultan de difícil credibilidad.
Hace ya un tiempo el Banco Mundial estableció líneas internacionales para medir la pobreza: pobres extremos eran quienes sobrevivían con menos de un dólar al día y pobres generales los que sobrevivían con menos de dos dólares al día (en términos de paridad de poder adquisitivo). Después, el Banco Mundial abandonó esas líneas para América Latina porque la mayoría de nuestros países son ya de ingreso medio y ya no se consideran adecuadas para la región. Quizá lo seguirían siendo sólo para los países más pobres del mundo en África. Para América Latina, el Banco estableció una nueva línea de 2.5 dólares diarios para pobreza extrema y de 4 dólares diarios para pobreza general.
¿Por qué entonces para Nicaragua se siguen utilizando estas líneas tan bajas de 1.11 dólares al día para pobreza extrema y de 1.81 para pobreza general? Pareciera que se utilizan porque es la única manera de obtener los resultados que se publicaron, que muestran para Nicaragua tasas de pobreza similares a las de Costa Rica… Si para medir que la población es alta o es baja, yo establezco que son “extremadamente bajos” quienes miden menos de 50 centímetros de altura, la mayoría de la población no será extremadamente baja. Lo mismo ha sucedido aquí: se establecieron líneas de pobreza tan bajas que el resultado es que una mayoría de nicaragüenses ya no es pobre. Si en Nicaragua se continúan empleando estos criterios para medir la pobreza, no debe extrañarnos que la pobreza esté “desapareciendo” tan rápidamente…
Hace algunos meses el Banco Mundial presentó un estudio en el que hablaba de otro concepto: “pobreza crónica”. El estudio afirma que en América Latina están en esa situación las familias que disponen de menos de 4 dólares diarios. Como lo muestra esta otra “línea de pobreza” empleada por el mismo Banco Mundial, no existe una “línea de pobreza” que sea universal o absoluta. Si utilizamos la línea que ha establecido la CEPAL (Comisión Económica para América Latina), la pobreza resulta estar casi diez puntos porcentuales por encima de la que resulta de la línea que se ha utilizado ahora en Nicaragua. Más aun, la última encuesta hecha en Nicaragua por FIDEG (Fundación Internacional para el Desafío Económico Global) en 2013, que también recibió asesoría del Banco Mundial y utiliza la misma metodología que la encuesta oficial, encontró que el porcentaje de población bajo la línea de pobreza es el 40%, muy por encima del 29.6% que registra la Encuesta que comentamos.
En síntesis, cuando se nos dice que según esta Encuesta la pobreza se redujo, lo único que se nos dice es que se redujo tal como la define y la mide la propia encuesta. Y nada más. Si se utilizaran otras líneas de pobreza, los resultados serían completamente distintos.
Hay también razones demográficas por las cuales la pobreza extrema y la pobreza general se han reducido en Nicaragua. Por la Encuesta Continua de Hogares, una encuesta trimestral que se realiza en Nicaragua y que también dejaron de publicar hace años, sabemos que desde el primer trimestre de 2009 al cuarto trimestre de 2012 más de 600 mil personas se incorporaron por primera vez a la actividad económica. Eran los jóvenes y las jóvenes que en esos años fueron alcanzando la edad de trabajar.
Nicaragua está viviendo la etapa que se llama del bono demográfico y, por eso, estamos experimentando un momento nunca antes conocido: el de mayor población en edad de trabajar como proporción de la población total. La curva demográfica está cambiando en el país. Se está reduciendo rápidamente el nacimiento de niños y es cada vez menor el porcentaje de niños como porcentaje de la población total y, a la vez, está aumentando significativamente el porcentaje de personas en edad de trabajar, con más de 15 años y menos de 60, tanto en la población total como en el seno de los hogares.
Hasta hace poco vivimos una fase de explosión demográfica, con una tasa de fecundidad de 7 hijos por mujer en promedio, que se redujo con una rapidez extraordinaria a 2.4 en promedio en la actualidad. Esto se debe a que las mujeres nicaragüenses decidieron no seguir jugando el papel tradicional, lo que es extraordinario, y cuando a las muchachas hoy en día les preguntan cuántos hijos quieren tener, ellas dicen que cuando mucho dos. La tasa de fecundidad ha descendido con mucha más rapidez de lo que se había proyectado hace unos años.
Hoy nacen menos niños, y los muchos niños que nacieron cuando la tasa de fecundidad era más alta, están entrando por grandes oleadas a la edad de trabajar. También hay una gran cantidad de mujeres incorporándose a la actividad económica, incluso en mayor proporción que hombres. El resultado de este cambio demográfico son esas 600 mil personas que se incorporaron a la actividad económica, buscando generar un ingreso. Al mismo tiempo, el tamaño de los hogares se está reduciendo. Una de las realidades que acompaña la transición demográfica que está viviendo Nicaragua es que los hogares donde vivían abuelos, hijos y nietos en familias extensas están pasando a ser hogares nucleares u hogares monoparentales con menos niños y menos miembros. La migración masiva también está reduciendo el número de personas en cada hogar.
Con menos niños y más personas en edad de trabajar devengando un ingreso en el seno de los hogares el ingreso global de las familias aumenta y aumenta la capacidad de consumo del hogar porque el mayor ingreso, resultante de mayor proporción de personas trabajando, se reparte entre menos personas. Frente a mi casa había una familia de dos adultos y cuatro niños, un adulto con un ingreso más o menos regular y el otro con un ingreso fluctuante. Esos dos ingresos, que a veces era uno solo, tenían que dividirse entre seis. Pasó el tiempo y ahora sólo uno de los cuatro niños lo sigue siendo y los otros tres alcanzaron la edad de trabajar, dos ya están trabajando y otro se fue del país. Entonces, aunque el trabajo que exista en ese hogar sea precario o informal y el ingreso no sea alto, el ingreso global de la familia aumentó y se divide ahora entre cinco. El resultado es un consumo per cápita diario que ahora supera la famosa línea de la pobreza. Después de todo, lo único que se requiere para superarla es un aumento del consumo per cápita de unos cuantos centavos de dólar diarios…
También hay que decir que la mayoría del empleo al que se ha incorporado gran parte de la gente que empezó a trabajar no es empleo de calidad ni de alta productividad. El crecimiento de una economía es igual al número de trabajadores ocupados más el crecimiento de la productividad. Entre 2009 y 2012 la fuerza de trabajo ocupada creció en Nicaragua al 7% en promedio anual. Con sólo que la productividad hubiera crecido cero, la economía hubiera crecido al 7%. Porque 7 más cero es 7. Pero la economía creció al 4 y pico por ciento, lo que implica que la productividad descendió. Y es que la mayoría de toda esa nueva fuerza de trabajo está siendo absorbida por empleos precarios de bajísima productividad.
Si 7 de cada 10 empleos son de ese tipo en Nicaragua, la economía crece, porque está creciendo el número de trabajadores ocupados, pero la productividad promedio descenderá. El drama de Nicaragua es que el bono demográfico no se está aprovechando cuando la fuerza de trabajo es más numerosa que nunca antes. Si los trabajos que consiguiera la juventud fueran de alta calidad, de alta productividad y de alta remuneración, la economía estaría creciendo fácilmente al 10%. El drama de Nicaragua es que crece la fuerza de trabajo, pero jóvenes y mujeres no están teniendo empleos de calidad. El problema del país no es el desempleo porque los pobres no pueden darse el lujo de estar desempleados. El problema es el subempleo, los empleos precarios e informales, la bajísima calidad del empleo.
Además de los cambios demográficos, la economía de Nicaragua estuvo experimentando factores favorables que no tienen nada que ver con ningún gobierno. Entre 2004 y 2012 los precios internacionales de nuestras materias primas, el café, el azúcar, la carne, el oro, los mismos productos que venimos exportando desde hace más de medio siglo, experimentaron un gran auge. El auge del precio de los commodities en un país pequeño y pobre como el nuestro provoca cierto auge económico, que también ayuda a reducir la pobreza. La cooperación petrolera venezolana también ayudó, aunque si vemos el uso que el gobierno le ha dado a esa cooperación es muy poco lo que ha destinado a programas sociales para reducir la pobreza. De hecho, el 62% de esa cooperación la destina el gobierno a “inversiones con fines de lucro”, tal como le ha informado al Fondo Monetario, porque a los ciudadanos no nos informa.
Sólo el 38% de la cooperación petrolera se ha destinado a “programas sociales”. Los más importantes han sido el subsidio del transporte urbano colectivo de Managua y el denominado bono salarial para compensar el sueldo de los empleados estatales peor pagados, pero ya el gobierno pasó ese gasto al presupuesto. Igualmente, el bono para los adultos mayores se paga ahora a través del presupuesto del INSS (Instituto Nicaragüense de Seguridad Social) y no con la cooperación de Venezuela. Mal que bien, estos subsidios y estos bonos también han contribuido a reducir la pobreza, en la medida en que ayudaron a mantener el consumo. Y por supuesto, también han contribuido a reducir la pobreza las remesas que envían las personas que emigraron en busca de mejores perspectivas. Por sí solas, las remesas explican el 12% del incremento del consumo que se ha producido desde 2006.
Ciertamente, por donde quiera que se mida, la pobreza se ha venido reduciendo en Nicaragua, debido a todos estos factores que he mencionado. El factor fundamental ha sido que los hogares se están reduciendo en número de miembros, que en su seno hay más gente realizando alguna actividad económica que genera ingresos, y que a muchos hogares llegan las remesas de los migrantes.
Pero los factores favorables de la economía ya están debilitándose. El escenario está cambiando. Cuando los commodities tenían buen precio las exportaciones crecían al 20% anual. Ahora, ya hay nueve meses consecutivos de estar cayendo las exportaciones debido a la caída de los precios internacionales de nuestras materias primas. Se ha derrumbado el precio del oro, se ha caído el precio del azúcar, se ha caído el precio del maní. El precio de la carne es el único que permanece bueno y eso lo que provoca es mayor auge de la ganadería extensiva avanzando sobre la frontera agrícola. También las exportaciones de la zona franca han caído. La cooperación petrolera también se ha reducido de manera importante con la baja del precio del petróleo. El gobierno está compensando esta reducción de la cooperación petrolera no reduciendo la tarifa eléctrica en la misma medida en que se reducen los costos de la energía por la baja del precio del petróleo. Lo compensa haciéndonos pagar por la energía precios que no se justifican y con los que le quedan al gobierno unos 100 millones de dólares al año.
Hay también en este escenario económico otro factor con el que también hay que contar y del que no se habla… En una pequeña economía como la nuestra, que es abierta y depende tanto de las exportaciones, es fundamental lo que pase en lo que los economistas llaman el sector transable de la economía. En Nicaragua, el sector transable lo constituyen fundamentalmente la agricultura, la ganadería y la minería. El 42% de la población vive en zonas rurales y el 30% del empleo lo genera el sector agropecuario. La industria manufacturera genera cerca de un 12.5% del empleo. Entre la agricultura, la ganadería, la minería y la industria manufacturera generan el 35% del PIB. Pues bien, todos estos sectores de la economía están en este momento experimentando caídas importantes. Sin embargo, los sectores más vinculados a la economía interna, el comercio, la construcción, el sector financiero y los servicios, están creciendo. La construcción está creciendo un 30%. El crecimiento del comercio se explica en parte por la reducción del precio de la gasolina, que ha liberado 50-60 millones de dólares que la gente puede dedicar al consumo, pero eso no es suficiente explicación. ¿De dónde vienen los recursos que hacen crecer tanto la economía interna, es decir las actividades no transables, mientras los sectores transables están en recesión?...
Sea lo que sea, este gobierno tuvo una suerte extraordinaria porque confluyeron una serie de factores que, en alguna medida, le dieron cierto auge a la economía. Pero el escenario está cambiando. Y están comenzando a debilitarse los factores favorables. Están reduciéndose los precios de las exportaciones y la cooperación petrolera. También 2015 marca un punto de inflexión en la transición demográfica. A partir de ahora se acelerará el proceso de envejecimiento de la población. Los factores demográficos favorables comenzarán a cambiar de dirección. En 20 años el país estará en la fase avanzada de envejecimiento y en 30 años llegaremos al mismo grado de envejecimiento actual de los países europeos.
Lo que está sucediendo hoy en Nicaragua puede interpretarse como un punto de inflexión. Tuvimos una curva favorable y ahora ya están cambiando las cosas. Es difícil predecir el futuro, pero las tendencias son claras y sobre las tendencias sí podemos informar para hacer conciencia. En esta hora es fundamental llevarle información a la gente. Buscar información y transmitir información es un poder que todos tenemos.
También desde otras aristas es también claro que estamos arribando a un punto de inflexión. Nuestro modelo de desarrollo ha sido siempre, y lo sigue siendo, un modelo de desarrollo “minero”, que extrae toda la riqueza posible sin medir las consecuencias que eso tendrá a largo plazo. “Minera” es la ganadería extensiva que siempre hemos promovido en Nicaragua a costa de extender la frontera agrícola y deforestar el bosque para dedicar a la agricultura suelos que no son aptos para el cultivo porque la fertilidad del suelo se agota rápidamente, suelos que pronto se dedican a pasto y se le venden a los ganaderos. En este modelo se destruye la cobertura forestal para aprovechar de forma “minera” la fertilidad del suelo y se afectan las cuencas hidrográficas sólo para obtener ganancias a corto plazo.
Este modelo ya se está agotando. La frontera agrícola está llegando a sus límites. Hemos pensado que el agua del país es infinita y empezamos a darnos cuenta de que no lo es. El principal acuífero que tenemos en la zona del Pacífico, donde se concentra la población, está en León y Chinandega y un 70% de esa agua subterránea se emplea para extraerla y regar extensiones cada vez mayores de azúcar y de maní. La sequía reduce los acuíferos y con sequías cada vez más frecuentes la capacidad de recarga se reduce, hay menos agua y se les van secando los pozos a los campesinos. Y estamos extrayendo cada vez más agua porque cada vez hay más población
y cada vez hay más demanda para riego.
El último balance hídrico que se hizo en la cuenca León-Chinandega es de hace ya diez años, creo que es de 2005. El estudio que ha hecho ahora ERM para la empresa china que quiere construir el Canal Interoceánico plantea que debe hacerse un balance hídrico del país porque hacer funcionar un Canal de esas dimensiones requiere de enormes cantidades de agua.
Pero no hay un balance hídrico nacional actualizado. El que se hizo, creo que en 2005, decía que ya en 2015 empezaría a haber problemas en la cuenca León-Chinandega. Aquí también encontramos otro punto de inflexión. No podemos seguir extrayendo el agua de los acuíferos al mismo ritmo, mucho menos a mayor ritmo. La única reserva estratégica que nos queda en el Pacífico para atender las necesidades de la creciente población concentrada en esta región es el agua del lago Cocibolca. Preservarla es estratégico.
Sí, nos estamos empezando a dar cuenta de que nuestro modelo de desarrollo es “minero”: cortoplacista y destructor del ambiente y de los recursos naturales. Y por ser “minero” no es sostenible.
A la explotación de los recursos naturales hay que sumar que ya somos un país en proceso de envejecimiento. Como las mujeres no quieren seguir jugando el papel tradicional de tener muchos hijos, como hay menos niños, pronto va a haber menos jóvenes y cada vez más jóvenes empezarán a ser viejos. El proceso de envejecimiento de Nicaragua está más avanzado de lo que se había anticipado. Sería indispensable un nuevo Censo de Población, que permitiese determinar con precisión el grado de avance real del proceso de envejecimiento de nuestra sociedad. Tocaba ya hacer ese censo en 2015 y el UNFPA estaba listo a proporcionar asistencia para realizarlo, pero por alguna razón que no se ha informado, no se hizo. Sin embargo, la actualización de las proyecciones demográficas de la CELADE, la División de Población de la CEPAL, en base a la información disponible más reciente -incluyendo con seguridad los resultados de la Encuesta de Demografía y Salud de 2011, la última de la que disponemos en el país- muestra que el porcentaje de la población de 60 años y más es ya del 7.8% de la población, en lugar del 7.2% que se había estimado.
¿Y qué va a pasar cuando el bono demográfico se agote y seamos una población envejecida? ¿Y qué vamos a hacer cuando estalle el INSS? Del 2006 para acá la nómina del Seguro Social ha venido creciendo a una tasa del 25% en promedio anual y a los trabajadores del INSS se les pagaban dos aguinaldos, uno en noviembre y otro en diciembre. El pago de pensiones y prestaciones estaba creciendo al 16% y la nómina al 25%, lo que ha provocado un enorme desequilibrio en los recursos. Por fin, el gobierno ha decidido que en 2016 congelarán la nómina y ya no habrá dos aguinaldos. Hoy se ha vuelto tan seria la crisis del INSS que ya decidieron tomar medidas. Buscando cómo compensar la crisis, hicieron este año una campaña masiva de afiliación, casa por casa, establecimiento por establecimiento, barrio por barrio. Pero no ha sido suficiente. Todo el gasto de inversión del INSS lo han recortado en un 40% y lo van a seguir recortando más. Ahora, por fin, ya el INSS ha reconocido que en 2015 experimentará un déficit de más de 600 millones de córdobas y en 2016 tendrán que adoptar medidas drásticas para obtener un respiro, porque en los próximos diez años el envejecimiento de la población se va a notar cada vez con más fuerza y habrá que pagar más pensiones.
Va quedando claro que este modelo no es sostenible y que esta sociedad está en un serio riesgo de sostenibilidad: cada vez menos niños, cada vez más jóvenes en edad de trabajar que dejarán de hacerlo provocando un aumento explosivo de adultos mayores.
Y cuando eso suceda las fuentes de crecimiento “minero” de las que hemos vivido estarán agotándose. ¿No deberíamos preocuparnos? A las élites de este país no pareciera preocuparles. A quienes nos caerá la losa es a quienes debe preocuparnos cómo cambiar esta cosa.
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