Nicaragua
TLC Centroamérica-Estados Unidos: ¿oportunidad o pesadilla?
Del 15 al 19 de septiembre se celebró en Managua la séptima ronda de negociaciones Centroamérica - Estados Unidos
para la firma del Tratado de Libre Comercio.
Algunas reflexiones sobre la inversión textil y el tema agrícola
dan pistas para imaginar
el futuro de la región, y especialmente el de Nicaragua, tras la firma del tratado.
Equipo Nitlápan-Envío
El estadounidense Kenneth Hoadley, rector de la Escuela Agrícola Panamericana El Zamorano, prestigioso centro de formación en agronomía y veterinaria de Honduras, con vínculos muy estrechos con universidades de Estados Unidos, declaró a fines de agosto en Managua que el sector rural de Centroamérica podría vivir una pesadilla al entrar en vigencia el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Llama la atención que alguien como él, sin ninguna señal de izquierdismo en su trayectoria profesional e ideológica, visualice como pesadilla lo que analistas nicaragüenses promueven como la última oportunidad que tiene Nicaragua para reinventarse como nación.
* El TLC, en inglés CAFTA (Central American Free Trade Agreement) ha sido presentado por sus promotores como la gran oportunidad de Centroamérica para integrarse al proceso de globalización de manera exitosa, vinculándose comercialmente con el mercado más grande del mundo. Ante esta idea -la dominante en la propaganda oficial favorable al tratado-, surge lógica la pregunta: ¿por qué a una economía tan enorme como la de Estados Unidos le interesaría un tratado de libre comercio con una economía tan pequeña y marginal como la centroamericana?
* Las razones son más políticas que económicas. Y una de las esenciales es ésta: el CAFTA es una necesidad táctica para un proyecto estratégico, el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), con el que Estados Unidos pretende hacer del continente americano un mercado único de 800 millones de consumidores bajo la hegemonía de sus corporaciones, para así competir en mejores condiciones con el bloque europeo y con el bloque asiático. Porque si Estados Unidos ha logrado construir, en lo militar, un mundo unipolar, en el cual reina omnímodo, no ha tenido iguales resultados en el terreno económico y comercial, donde existe una multipolaridad que Estados Unidos aún no logra avasallar. En este contexto, hacer tratados bilaterales es la táctica para ir avanzado hacia la estrategia.
* ¿Por qué se afirma en la propaganda favorable al TLC que es la última oportunidad que tenemos en Nicaragua para reinventarnos como país, idea que puede aplicarse también a Centroamérica? La respuesta es histórica y es también elitista. Después de terminadas las guerras civiles en Centroamérica, y a pesar de la apertura del mercado, de los programas de ajuste estructural y del cuantioso financiamiento multilateral, no se ha podido rearticular la capacidad productiva de la región. En los años 70 existía en Centroamérica una élite económica que dominaba el sector agroexportador y que había conseguido el máximo nivel de industrialización alcanzado en nuestra zona.
Las guerras desarticularon totalmente este modelo, no sólo en Nicaragua y en El Salvador, en toda Centroamérica. En los años 90, aun con la paz, la élite centroamericana no logró rearticular un nuevo modelo, un nuevo eje productivo de acumulación. Se lanzó entonces a acaparar la banca, el comercio y los servicios, aprovechando como nueva base de acumulación la administración de las remesas familiares y de los fondos de la cooperación externa.
* En el TLC se expresa una especie de “renuncia” de la élite centroamericana a reactivar el sector productivo, una evidencia de que han decidido entregar esa misión a la inversión extranjera. La élite regional se confiesa “impotente” para cumplir con la tarea de recomponer o de transformar el sector productivo y cede esta responsabilidad al capital extranjero, a la inversión transnacional. Por eso, el CAFTA, más que un tratado sobre comercio es un tratado sobre inversión. En lo fundamental, de lo que se trata es de establecer reglas permanentes que den estabilidad y garantías a la inversión transnacional. De ahí la insistencia de Estados Unidos en no considerar ningún acuerdo bilateral, país por país. Lo único que les interesa es un tratado regional, ya que el mercado de Centroamérica, dividido en el de sus cinco pequeños países, resulta muy poco atractivo, casi ridículo, para la inversión de cualquier transnacional.
* El Plan Puebla Panamá está estrechamente vinculado al TLC como acuerdo sobre inversiones. El PPP apunta a la modernización de la infraestructura regional de norte a sur y de costa a costa. Un mejor y más moderno sistema de carreteras, puertos, aeropuertos y comunicaciones electrónicas permitirá que los inversionistas extranjeros tengan mayores facilidades. Se trata de transformar toda la infraestructura regional para convertirla en plataforma de importaciones y exportaciones.
* Desde los 90 estamos observando en Centroamérica la tendencia que el CAFTA consolidará: la recomposición del aparato productivo se logrará con maquilización. La maquila viene siendo ya desde hace años el motor que mueve las economías centroamericanas. Es el nuevo modelo que domina en la región, incluso en Costa Rica, allí con mayor desarrollo, pues el modelo empezó mas temprano y ha logrado avanzar hasta consolidar un nuevo tipo de maquila mas sofisticada con la inversión de INTEL, cuya producción representa ya un importante volumen del PIB tico.
* La maquilización ofrece un rumbo bastante precario. El caso de México ya lo está demostrando. México vivió hace años un proceso masivo de maquilización, especialmente en la región fronteriza con Estados Unidos, donde se instaló la concentración de maquiladoras más grande del mundo, modelo que creció considerablemente con la firma del TLC de América del Norte. Hoy, los mexicanos -que consideraban estas instalaciones como una ganancia neta del tratado- están dándose cuenta de que se trataba de una ganancia efímera, ya que a partir del 2005, cuando el mercado de cuotas textiles que hoy favorece a México desaparezca y se liberalice totalmente el mercado de textiles en el marco de los acuerdos de la OMC, China va a entrar al mercado mundial de exportación de textiles con sus maquilas y el costo por hora de trabajo de una mujer mexicana en Ciudad Juárez o Tijuana resultará mucho más alto que el de una mujer china en la provincia de Huangdong. Desde ahora, ya se aprecia un estancamiento en las maquilas textiles de México y el cierre de muchas fábricas. Y algo más grave: mientras China espera ganar con los acuerdos en textiles de la OMC y ya tiene en marcha una estrategia de más largo plazo invirtiendo en capacitar a su gente para lo que será la siguiente oleada de maquilas -ya no textiles, electrónicas, por ejemplo- los mexicanos no han hecho nada en ese sentido. Un notable cortoplacismo acompaña a los TLC de nuestra región.
* ¿Qué análisis maneja el equipo negociador de Nicaragua en las negociaciones del TLC? Afirman que en los años 60 y 70 la economía de Nicaragua era exitosa y tenía un sector exportador que crecía anualmente. En 1978 Nicaragua exportaba en millones de dólares lo mismo que exporta hoy, 25 años después. Consideran que en aquellos años había en el país una élite empresarial que tenía los conocimientos, los contactos, las habilidades para manejar ese sector exportador, para identificar nuevas oportunidades en los mercados mundiales y para aprovecharlas. Constatan que en los años 80 todo esto colapsó, y en los 90 no se pudo recuperar nada, a pesar de la apertura comercial, del ajuste estructural y de los miles de millones de dólares de cooperación externa. Creen que hoy, Nicaragua carece del capital humano empresarial de aquellos años, capaz de imprimirle dinamismo a la economía nacional y que ya no queda más que aceptar de una vez que el dinamismo tiene que venir de afuera.
También manejan en su análisis la convicción de que el sector agrícola nicaragüense no tiene futuro y que las verdaderas ventajas comparativas de Nicaragua, sus oportunidades en el mercado mundial, nunca más estarán en el sector agrícola porque la agricultura nicaragüense es la mas atrasada de la región y la que tiene los índices de productividad más bajos. Están convencidos de que la transformación del país exige que la fuerza de trabajo que hoy día está en la agricultura se incorpore a la maquila o se quede simplemente estancada en una agricultura de subsistencia o dedicada a sectores muy específicos de la agroexportación. Así de cruda es la visión que tiene nuestro equipo negociador.
* En las actuales negociaciones del CAFTA, Estados Unidos ha actuado con bastante flexibilidad en el tema de la maquila textil y con notable inflexibilidad en el tema agrícola, donde lo único que Centroamérica ha conseguido, a diferencia del caso mexicano, es que se le conceda un proceso paulatino para la eliminación de la protección arancelaria. Esta inflexibilidad de Estados Unidos en el tema agrícola es la que presagia “la pesadilla” y tiene que ver con el “molde” que Estados Unidos empleó en el Tratado de Libre Comercio con México, el que con algunos matices pretende imponer ahora a la región.
* Ante esta inflexibilidad surge lógica otra pregunta: ¿por qué Estados Unidos no acepta que los centroamericanos logren excluir del TLC el maíz blanco -base ancestral de la alimentación popular- para que los cinco millones de centroamericanos que cultivan maíz blanco no resulten afectados? Los presidentes de Centroamérica tenían inicialmente la esperanza de que Estados Unidos, consciente de las asimetrías y de las diferencias gigantescas en los niveles de desarrollo entre Estados Unidos y los países de la región, los trataría como “padre generoso”. Pero no está siendo así. Y ya sabemos que no va a ser así, que Estados Unidos no nos dará un tratamiento de acuerdo al nivel de desarrollo que nuestra región tiene.
* El tema más sensitivo e inminente del CAFTA, socialmente hablando, es el de los campesinos productores de maíz blanco. Lo que ya ha sucedido en México nos da la pauta de lo que podría suceder aquí, lo que sería el episodio más sombrío de esa “pesadilla”. Conociendo que la gran mayoría de los campesinos mexicanos que producen maíz lo producen para su propia alimentación, se pensó y se difundió en México que, aun cuando se abriera el mercado a la importación del maíz estadounidense, esto no los afectaría, ya que quienes sembraban para comer lo seguirían haciendo y siempre les saldría más barato cultivar en su parcela que comprar maíz en mercados alejados, donde los intermediarios siempre elevan los precios.
* Ocho años después de la apertura del mercado del maíz en México, la realidad mostró que esa idea estaba totalmente equivocada, tal vez por haber sido pensada en oficinas urbanas. Quien trabaja en las zonas rurales sabe que cuando a un campesino que siembra maíz para su subsistencia se le enferma un hijo, su “banco” son los quintales de maíz que guarda: los vende y con eso paga la medicina que salva a su hijo. En México, la importación masiva de maíz para el consumo en las ciudades, a la vez que bajó el precio del maíz, impidió que el campesino pudiera vender su excedente de maíz a un precio favorable en momentos de apuro.
El TLC quebró la lógica campesina y el resultado neto es que el ingreso rural ha decaído y que la pobreza rural y la crisis rural se han incrementado en todo el campo mexicano. Y ahora, cuando los mexicanos quieren echar el acuerdo para atrás, ya no pueden y la única “salida” que aparece en el horizonte es subsidiar la agricultura, subsidios que saldrían del presupuesto del Estado mexicano, subsidios ante los que mantienen una oposición implacable los organismos internacionales que controlan la economía mundial, también la de México.
* Sin embargo, Estados Unidos subsidia muy generosamente a su sector agrícola. El sector agrícola estadounidense representa apenas el 2-3% de la actividad económica del país, pero en términos políticos tiene una gran significación. Bush ha firmado un farm bill que aumenta el subsidio a los agricultores norteamericanos como nunca antes en la historia de Estados Unidos. Esto podría tener también una explicación política: en la última elección presidencial se acentuó una tendencia: los demócratas ganaron en los centros urbanos de las costas este y oeste, ganaron en Nueva York y en California por diferencias abismales, pero el centro y el sur del país lo perdieron Y es en el centro y el sur donde se concentran los agricultores estadounidenses.
La base de los republicanos está en los estados más rurales y eso explicaría el enorme aumento en los subsidios que Bush les ha concedido. No se trata sólo de una relación directa con el número de votantes. Tiene que ver también con el poderoso lobby de la economía agroexportadora estadounidense. La corporación Monsanto es contribuyente de primera línea en la campaña de los republicanos y el lobby azucarero de Estados Unidos, muy poderoso, ha financiado la campaña de reelección de senadores y representantes republicanos.
* El subsidio que reciben los agricultores estadounidenses se basa en los niveles de producción: más producen, más subsidios reciben. Con niveles de producción altísimos logrados con una moderna tecnología, la producción de alimentos crece en Estados Unidos más rápidamente que la demanda. Los excedentes son inmensos y hay que exportarlos. Es al revés de lo que sucede en Nicaragua, donde existe una enorme demanda de comida insatisfecha y si la población tuviera más capacidad de compra comería muchísimo más de lo que ahora come.
* Con el ALCA, Estados Unidos pretende capturar plenamente todo el mercado latinoamericano para darle salida a sus excedentes agrícolas. América Latina es ya el mayor mercado importador de la producción de cereales, granos y lácteos de Estados Unidos. Japón es el segundo y la Unión Europea el tercero. En 1990, México recibía el 6.5% de las exportaciones de alimentos estadounidenses. En 1999 ya era el 11.7% Un obvio efecto del TLC.
* Una idea de lo que puede ser “la pesadilla” para Nicaragua nos la dan algunas cifras de un estudio que hizo el Banco Mundial sobre la agricultura de Nicaragua. El 70% de la fincas en Nicaragua -140 mil fincas- producen maíz blanco, pero sólo el 32% de esas fincas son mayores de 10 manzanas. Esto indica que, a pesar de la enorme importancia social del cultivo del maíz, el peso de este rubro es relativamente muy pequeño a nivel económico, porque el volumen de producción de maíz con relación al área maicera es bajo, y el precio de este producto también es bajo.
* Considerando el precio internacional, poner un quintal de maíz importado en puertos o fronteras terrestres cuesta $5.13. Producir ese quintal de maíz en Nicaragua cuesta $5.59. La desventaja es enorme. En otros productos de exportación nacionales -maní, ajonjolí- Nicaragua no está tan mal. En el frijol tampoco, y existe una oportunidad por la gran demanda de frijol negro en el mercado mexicano y salvadoreño. Pero nadie puede asegurarnos que Estados Unidos no va a comenzar a producir variedades de frijol negro y rojo con alta productividad -garantizada por su tecnología de punta- y a exportarlos masivamente a Centroamérica, lo que esfumaría nuestra ventaja.
* El negociador de Nicaragua en el CAFTA, Carlos Sequeira, ha afirmado que solicitarán a Estados Unidos más de mil millones de dólares como indemnización para proteger a los productores rurales nicaragüenses de los efectos negativos del CAFTA, dinero que supuestamente se invertiría en facilitarles el cambio a otros cultivos, el aprendizaje de nuevas tecnologías, la vinculación a nuevos mercados y la diversificación de su producción. Sin embargo, hemos visto que, en Nicaragua -y la consideración también es válida para el resto de Centroamérica- ha habido durante más de trece años una abundancia enorme de recursos externos de la cooperación internacional para fortalecer la agricultura nacional, con resultados notablemente pobres, porque la institucionalidad gubernamental para el apoyo a la agricultura campesina es prácticamente nula. Y sin una institucionalidad adecuada, todo el oro del mundo cae inevitablemente en un barril sin fondo. Si no se dan cambios radicales en la institucionalidad que apoya al sector agrícola en Nicaragua, con el TLC no van a sobrevivir ni siquiera los agricultores de subsistencia.
* Algunas investigaciones de universidades de Estados Unidos han calculado que unos quinientos mil agricultores mexicanos emigrarán hacia las ciudades o hacia Estados Unidos como consecuencia de la crisis rural que el TLC ha provocado en México. En Nicaragua, podemos hacer cálculos tentativos del sector que más va a sufrir por “la pesadilla” que significará el CAFTA. Si existen 140 mil fincas donde 140 mil familias producen maíz blanco y si en cada familia calculamos seis personas, estamos hablando nada menos que de un millón de personas, sobre los cinco millones y pico que viven en Nicaragua. La quinta parte de la población. Con el agravante de que esos productores que se verán arruinados no tienen ninguna representación ni en la institucionalidad gubernamental ni en los partidos políticos ni en los gremios.
* La “pesadilla” es previsible. Inicia con la crisis rural de los miles de productores de maíz blanco y se irá expresando en más migración del campo a las ciudades, donde se multiplicarán los problemas de marginalidad e inseguridad, se expandirá continuamente el sector informal, y se producirá una creciente feminización del empleo en las maquilas textiles. La migración a Costa Rica y Estados Unidos no se detendrá. Es más de lo mismo que ya estamos viendo. Es el próximo capítulo de la crónica de un mal sueño anunciado.
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