Nicaragua
Fin del cese al fuego: primer round con Bush
Nicaragua y Estados Unidos se enfrentaron de nuevo cara a cara ante la opinión pública mundial. Ha sido el primer round de la Nicaragua sandinista con George Bush,
a sus 10 meses de gobierno.
Equipo Envío
El conflicto es muy sencillo, pero el contexto de relaciones internacionales en el que se da es muy complejo. Nicaragua defiende el derecho que tiene, como nación soberana, a proteger la vida de sus ciudadanos contra los ataques de una fuerza militar irregular que financia Estados Unidos, defiende la realización de las futuras elecciones. Es lo que hace cualquier país del mundo.
Un conflicto extremadamente desigualLos Estados Unidos defienden sus derechos imperiales de seguir financiando a esa fuerza irregular hasta la realización de las elecciones de febrero de 1990, desconociendo así el juicio de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, los derechos soberanos de Nicaragua y los acuerdos de paz de los presidentes centroamericanos, que en agosto establecieron en Tela (Honduras) que esa fuerza irregular debía estar totalmente desmovilizada el 5 de diciembre.
La contienda entre los Estados Unidos y Nicaragua es desigual. El proceso indirecto de negociaciones entre los dos países se iba desarrollando también de forma desigual. Mientras que Nicaragua aceptaba una larga cadena de concesiones que culminaron este mes en una minuciosa observación internacional de su proceso electoral, los Estados Unidos continuaban -con el Acuerdo bipartidista firmado por republicanos y demócratas- financiando la guerra. Ahora, después de 19 meses de cese al fuego y de 1.730 víctimas, entre muertos y heridos en ese lapso de tiempo, Nicaragua ha puesto unto final al cese al fuego unilateral exigiendo a laos Estados Unidos que el proceso de negociaciones se establezca sobre bases más justas y no con la persistente "ley del embudo" que emplea el gobierno norteamericano.
Con esta decisión de cesar el cese al fuego, Nicaragua puso fuera de negociación sus derechos autónomos como nación y los acuerdos de Tela. Cesó el cese al fuego para que cesara del todo la guerra y para asegurar el proceso electoral, exigiendo una vez más de Washington que opte por la guerra o por la salida negociada, por la vía democrática electoral o por la vía militar. Este primer round tuvo un fuerte impacto nacional e internacional y Nicaragua quedó en buena posición para el resto del combate.
La lógica de la defensa de la vida"Si Estados Unidos destina la ayuda económica que actualmente le presta al contra para que las Naciones Unidas la utilicen en su desmovilización y repatriación o reubicación, el cese al fuego sería renovado el 31 de octubre... Yo estoy en la obligación de velar por la vida de los nicaragüenses y de garantizar el proceso electoral... Allí vemos la salida, el Presidente Bush lo puede hacer de inmediato. Siempre se le piden gestos da Nicaragua y no Estados Unidos. Ya es hora de que los haga Estados Unidos y decida disponer esos fondos para las Naciones Unidas y entonces se decretará el cese al fuego. No se puede permitir que la contra esté asesinado y que nosotros reaccionemos. El presidente Bush debería apoyar efectivamente la desmovilización de la contra. El ha dicho que está en favor de la paz, pero no ha hecho gestos y deber hacerlos ahora, respetando al Acuerdo de los presidentes de Centroamérica".
Con estas palabras del Presidente Daniel Ortega en la Cumbre de Presidentes latinoamericanos en San José, Costa Rica, el 27 y 28 de octubre, Nicaragua dio un giro ala coyuntura centroamericana movilizando las fuerzas diplomáticas del hemisferio en torno la cuestión de la desmovilización de la contrarrevolución.
La reacción del Presidente Bush a este protagonismo nicaragüense en la Cumbre no fue nada diplomática: llamó despectivamente al Presidente de Nicaragua "ese hombrecito" y "zorrillo hediondo que entró en nuestra fiesta". Haciéndole eco y durante dos días, hasta los congresistas norteamericanos más liberales reaccionaron con agresividad anti-sandinista, exigiendo que Nicaragua no pusiera fin al cese al fuego que de manera unilateral ha mantenido desde al firma de los acuerdos de Sapoá el 24 de marzo de 1988.
Los congresistas no podían comprender -no podían tolerar- que el Presidente Ortega hubiera cuestionado -y de hecho destruido- la imagen de relativa distensión en las relaciones Estados Unidos-Nicaragua después de la salida de Reagan de la Casa Blanca, haciendo que un conflicto tan largo dejara por fin de ser noticia mundial. Para llegar a pensar así, los congresistas habían "olvidado" que la ayuda "humanitaria" a la contrarrevolución, decidida en el Acuerdo bipartidista, ha costado decenas de vidas de nicaragüense porque la guerra ha continuado de hecho durante todos estos meses en distintas zonas del país. Podían comprender que esas vidas fueron mas importantes para Nicaragua que el cuidar su imagen política en el exterior.
El 1 de noviembre, el presidente Daniel Ortega explicó en conferencia de prensa, ya en Managua, por qué el cese al fuego no se prorrogaría, anunciando que el ejército de Nicaragua iniciaría de nuevo acciones ofensivas contra los contras. Unas horas antes había estado en San Miguelito, al sur del país, donde un grupo de 50 contras acababa de asesinar, degollándolos, a 4 campesinos y herido a otros 6, entre ellos 5 mujeres.
"No queremos cese del fuego, queremos que se acabe la guerra. El problema no es el cese del fuego sino el cese de la guerra, la desmovilización de la contra, que tiene un plazo que es el 5 de diciembre. La contra está luchando de manera brutal para entorpecer el proceso electoral... Hay indignación en nuestro pueblo y hoy lloramos de rabia ante estos muertos... Tanto esfuerzo que hemos hecho para conquistar la paz, tanto sacrificio, ¿Y cómo nos responde el Presidente de Estados Unidos, el Congreso y alguna prensa norteamericana? Estados Unidos quiere imponernos presionamos y amenazas, que vengan a escalar al conflicto. Entonces, será usted, Presidente Bush, ustedes, Congreso yanque, quienes pondrán en peligro el proceso electoral", dijo Ortega.
En todos los momentos de mayor crisis en esta larga guerra contrarrevolucionaria, la revolución a priorizado la lógica interna, lo que pasa dentro del país, sobre la lógica internacional, sobre su imagen en el exterior. Después de ocho anos de guerra cruel y desgastante, lo que mas preocupa a Nicaragua es evitar una nueva escalada de esa guerra. La reciente infiltración de unos 2 mil contras procedentes de Honduras en territorio nicaragüense -cantidad reconocida por el propio gobierno norteamericano- es una clara señal de la posibilidad de ese escalamiento, con la consecuencia de más muertes, más destrucción y, en esta coyuntura, con grave peligro para el normal desarrollo del proceso electoral ya en marcha.
La nueva infiltración abre una fase de acciones cualitativamente distintas a las emboscadas y asesinatos, que no han dejado de producirse desde marzo/88 al decretar el gobierno el cese al fuego unilateral. En septiembre, la contrarrevolución causo 19 víctimas civiles, en las tres primeras semanas de octubre ya fueron 44. La nueva infiltración podría significar que la población de extensas zonas campesinas quedara excluida de participar en el proceso electoral. Pero el temor más profundo de los campesinos -que en esas zonas ya han empezado a revivir la inseguridad de los años de guerra- y el del pueblo en su conjunto, es que una vez esos dos mil contrarrevolucionarios estén asentados en las montañas del interior de Nicaragua podría constar varios años más guerra el desalojarlos y esto con un alto costo en vidas y con un nuevo retraso en la superación de la crisis económica que ha sido fruto de la guerra. El pueblo nicaragüense no esta dispuesto a pagar ese precio cuando ya ha visto tan cercana la paz.
En comunicado oficial que el Presidente Ortega leyó al anunciar el 1 de noviembre la decisión del gobierno de Nicaragua, éste "reafirme una vez más que, independientemente de la actitud que asuman las fuerzas mercenarias, garantizará la buena marcha del proceso electoral y la seguridad de los observadores internacionales". También se precisa que el gobierno "estará en condiciones de restablecer nuevamente la declaración unilateral de cese al fuego" en la medida en que se vayan implementando los acuerdos de los presidentes centroamericanos para la desmovilización de los contrarrevolucionarios.
Negociación y elecciones: imagen vs. realidadDespués de la Cumbre de presidentes latinoamericanos en Costa Rica, la mayoría de los medios de comunicación internacionales proyectaron al imagen de que Nicaragua había roto una tregua bilateral reanudando, por espíritu militarista, la guerra. Antes de la Cumbre, la imagen internacional era que ya había paz en Nicaragua. Durante todo el mes de octubre, y a pensar del incremento bélico, el gobierno de Nicaragua no logró que ningún corresponsal internacional en el país quisiera cubrir informativamente la guerra, Para el asesor del Presidente Sarney de Brasil fue un sorpresa conocer en la Cumbre de Presidentes de San José que la contra estaba todavía operando en Nicaragua. Y no era él un caso aislado.
La verdad es que la tregua post-Sapoá apenas duró desde los últimos días de marzo a julio de 1988. Desde entonces, la contrarrevolución reinició su política de ataques terroristas a la población civil y a objetivos económicos y fue el gobierno de Nicaragua quien prorrogó cada fin de mes unilateralmente el cese de operaciones ofensivas. En los 19 meses de este cese al fuego ha habido 1.730 víctimas -entre ellas, 763 fueron muertos, la mayoría campesinos civiles- y 1.350 secuestrados o desaparecidos. Esto, sin contar los muertos y heridos contrarrevolucionarios, víctimas de las acciones defensivas de l ejército de Nicaragua, que nunca estuvieron suspendidas.
En estos mismos 19 meses, el Congreso norteamericano financió a la fuerza contrarrevolucionaria con un total de $108.7 millones. El 29 de marzo de 1988 aprobó $19.8 millones en ayuda "humanitaria"; $27 millones más, también en ayuda "humanitaria", el 30 de septiembre del 88 y $61.9 millones en nueva ayuda "humanitaria" el 18 de abril de 1989.
Si una imagen o mito del proceso de negociaciones ha sido que en Nicaragua ya hay paz, otra gran imagen es que las fuerzas contrarrevolucionarias no son ya una amenaza porque sólo reciben ayuda "humanitaria". Pero este "humanitarismo" no es otra cosa que apoyo logístico para la guerra: botas, uniformes, aparatos de comunicación, etc. En 19 meses, el cese al fuego unilateral fue violado por la contrarrevolución con 2.433 acciones entre ataques contra objetivos económicos, emboscadas a vehículos los militares y civiles y asesinatos y secuestros.
La ayuda "humanitaria" de los Estados Unidos se ha utilizado para estas operaciones y más recientemente para la infiltración en Nicaragua de 2 mil contrarrevolucionarios, elevando a unos 5 mil los que operan dentro del país. Los jefes contrarrevolucionarios hablan hasta de 6 mil hombres recién infiltrados. La verdad e que la guerra contrarrevolucionaria costó en los meses de septiembre y octubre un promedio de 3 muertos diarios.
Otra falacia sobre la iniciativa diplomática de Daniel Ortega en la Cumbre de Presidentes en Costa Rica es que el anuncio de la posible suspensión del cese al fuego hecho el sábado 28 de octubre fue una acción escandalosa de Nicaragua para sabotear la Cumbre.
La verdad es que después de la emboscada que la contrarrevolución realizó que la contrarrevolución realizó el día 21 en Río Blanco -en la que fueron asesinados 19 campesinos reservistas que iban a inscribirse para poder votar en su junta electoral y que dejaron más de 100 niños huérfanos- se hablaba ya en Nicaragua de que el cese al fuego no podría ser prorrogado porque crímenes como ese no habían repetirse.
Se divulgó entonces ampliamente la reunión que el día 22 tuvo el Presidente Ortega con los altos mandos del ejército "para analizar la situación planteada por el incremento de las acciones criminales de la contrarrevolución". A los periodistas internacional que cubren habitualmente las noticias de la región y que estaban en San José, el anunció ninguna sorpresa. A los periodistas norteamericanos que, organizados por la Casa Blanca, asistieron a la Cumbre y controlaban la información sí el se pareció. Ellos fueron los que, con el poder de los grandes medios electrónicos que manejan, fabricaron realmente el "escándalo".
Otro imagen es que e la actual fase de la crisis Estados Unidos-Nicaragua, Bush y Baker quieren negociar con Nicaragua y en Washington existe un nuevo clima que deja atrás el visceral anti-sandinismo de Reagan. Esta imagen nace, sobre todo, de una realidad: la creciente distensión entre Washington y Moscú. En menor medida, surge de algunas reuniones bilaterales: entre el Vice-Ministro del Exterior Tinoco con el Vice-Ministro Aronson en la toma de posesión del Presidente Menem en Argentina y de una reunión en Managua y en septiembre de la subsecretaría de asuntos legislativos del Departamento de Estados con Daniel Ortega y Sergio Ramírez.
Existen ciertos signos de que la imagen de la distensión Washington Managua no es del todo falsa y algunos analistas creen incluso que todas las declaraciones de la administración Bush contra Nicaragua, sus objeciones al acuerdo de paz de los presidentes centroamericanos y a las tareas de las misiones de observación de la ONU y la OEA, y el mismo financiamiento a las fuerzas contrarrevolucionarias, están dirigidos a tranquilizar a la ultraderecha de Washington, mientras que sus intenciones políticas reales son otras y prepara el camino para una normalización de relaciones después de las elecciones.
En el fondo, Washington pretenden que los sandinistas lean todos los malos signos como táctica política y acepten que la estrategia de Washington es la paz y una gradual normalización de relaciones con Nicaragua. Pero nada garantiza hasta ahora que este pretensión tenga una base real. La vieja historia y la historia de estos años conduce la desconfianza.
La imagen internacional de pragmatismo de Bush y de Baker y del nuevo clima de negociación en Washington se enfrenta a dos realidades de suma importancia para Nicaragua. En primer lugar, el mudo entero sabe que los Estados Unidos harán lo posible y lo imposible en el campo económico, político, diplomático y de los medios de comunicación internacionales para que la candidata de la UNO. Violeta Chamorro, gane las elecciones,a la vez que continúan cuestionando las actuales instituciones electorales de Nicaragua. En segundo lugar, ese nuevo clima de negociaciones que se pretende publicitar como imagen no se iniciaría hasta después de las elecciones del 25 de febrero del 90, en las que Estados Unidos juega todas sus cartas a la victoria de la UNO.
La realidad es que Washington impide la implementación de los acuerdos de Tela, rechazando la desmovilización de los contras y permitiendo y promocionando una escalada de acciones militares contra la población civil, escalada que atenta contra el mismo proceso electoral. Desde el punto de visita nicaragüense, si bien es cierto que Bush y Baker tratan de lograr un equilibrio entre los liberales y los ultraderechistas norteamericanos, no es tanto que jueguen sólo de cara a la galería de su país y con palabras retóricas. Los hechos militares, que no han cesado, sino que se han incrementado desde que Bush subió al poder, revelan que el juego es peligroso.
El reciente comunicado del máximo jefe de la contrarrevolución, el coronel somocista Enrique Bermúdez, afirmando el "respaldo" y el "apoyo incondicional" de los contras a los candidatos de la UNO alerta sobre ese peligro. "La UNO son los combatientes y es el vehículos para conquistar la democracia -dice Bermúdez-. Vamos a impedir que los cómplices y colaboradores sandinistas, vamos a garantizar el triunfo de la UNO, todos los combatientes por la libertad han sido dispuestos para ganar las elecciones junto a la Unión Nacional Opositora con Doña Violeta Chamorro.
Después de ganar la guerra contra los marines norteamericanos en 1927, Augusto C. Sandino fue asesinado en un proceso de negociación. Los herederos de Sandino están vacunados para no caer en una trampa similar que costó a Nicaragua 45 años de somocismo. Después de la derrota estratégica de la contrarrevolución, lograda a tan alto costo en vidas y en crisis económica, no están dispuestos los sandinistas a que la administración Bush resucite la capacidad militar y la presencia en Nicaragua de los contrarrevolucionarios mientras Nicaragua y busca con afán y flexibilidad caminos para la negociación. El gobierno de Nicaragua ha dado múltiples pasos hacia la reconciliación nacional en los últimos dos años pero su paciencia llegó al límite con los asesinatos cometidos durante proceso de inscripción electoral y con la nueva infiltración desde Honduras. "Hagan la cuenta cuántos meses -dijo el Presidente Ortega-, poniendo la mejilla poniendo, ¡pero hasta que Cristo pierde la paciencia y se siente en el derecho de tomar el látigo para sacar a los mercaderes del templo!".
¿Por miedo a perder las elecciones?En el round Ortega-Bush en Costa Rica, Nicaragua inició un proceso para descubrir si la paz y el interés en las elecciones nicaragüenses es un juego táctico de Washington para recuperar su hegemonía en la región o si existe una verdadera voluntad de cambio en el gobierno Bush. En nombre de la vida su pueblo, de sus derechos soberanos como nación y de la necesidad de realizar elecciones en paz, el gobierno de Nicaragua ha querido poner a prueba al gobierno de Estados Unidos. Después de 10 meses de gobierno Bush, Nicaragua quiere saber lo que éste ha variado con respecto al gobierno Reagan.
Washington ha proyectado también la imagen de que los sandinistas han reanudado la guerra porque tienen miedo de perder las elecciones de febrero de 1990. Pero esto pasa de ser imagen. Las encuestas de opinión publicadas antes de la decisión de reanudar las acciones ofensivas, daban un margen de 2 a 1 a Daniel Ortega sobre Violeta Chamorro y de 3 a 1 al FSLN sobre la UNO. Hay base para pensar que la realidad es que Estados Unidos es quien tiene miedo a que su candidata y su partido pierdan las elecciones, a pesar de todos los dólares y de toda la publicidad "made in USA" con que la apoyan.
Existe un ultima imagen falsa, la de que los sandinistas siempre facilitan al Congreso norteamericano la aprobación de nuevos fondos para la contrarrevolución con "provocaciones" como las declaraciones de Daniel Ortega en la Cumbre de Presidentes en San José. Aceptada como real la imagen, surge la pregunta: ¿"Por qué provocar a Washington si todo iba tan bien para Nicaragua?".
La respuesta más sencilla es que 3 mil víctimas en tiempos de "paz" y en un país de sólo 3 millones de habitantes revelan que las cosas no "van tan bien" para Nicaragua. Pero detrás de esta pregunta está otro juicio: ¿Los sandinistas calcularon bien o no el momento de cuestionar las reglas del juego impuestas por el gobierno Bush? ¿La intervención del Presidente Daniel Ortega en Costa Rica fue paso en falso, una acción carente totalmente de pragmatismo político de un gobierno desgastado por la guerra y por una profunda crisis económica? ¿O, a pensar de los altos riesgos y costos políticos de la decisión sandinista, ésta se produjo en el momento preciso y con la única forma capaz de re-introducir en la agenda internacional los acuerdos de Tela y la necesidad de defender el proceso electoral?.
Paz internacional y democracia interna: una compleja dialécticaLa respuesta a esta pregunta depende de un análisis, tanto de la evolución del proceso electoral en Nicaragua como de la contienda entre Estados Unidos y Nicaragua en le campo internacional. Los dos procesos están estrecha y dialécticamente entrelazados. Los dos contrincantes -el FSLN y la administración Bush- intentan aislarse mutuamente en alguno de los campos de la contienda para avanzar en otro. Esta dialéctica entre la democracia electoral dentro de Nicaragua y las iniciativas de paz internacionales fue ampliamente demostrada en agosto cuando el Gobierno de Nicaragua, al lograr una cuerdo con los 21 partidos opositores sobre el proceso electoral, logró también el acuerdo de los presidentes centroamericanos para que la contrarrevolución fue desmantelada en Honduras.
A mediados de octubre, la lógica militarista nunca abandonada pro el gobierno de Estados Unidos se encontraba más aislada que nunca, tanto en el campo internacional como dentro de Nicaragua. La derrota estratégica de la contrarrevolución, los avances del proceso de paz centroamericano y el nuevo contexto en las relaciones entre la Unión Soviética y los Estados Unidos obligaron a los Estados a reajustar su guerra de baja intensidad contra la revolución nicaragüense, quitando énfasis a sus aspectos militares -sin deshacerse todavía de la carta de la contrarrevolución armada en Honduras- pero enfatizando la derrota de la revolución por medios políticos, presiones diplomáticos y la continuación del bloqueo económico para favorecer así a la UNO en la contienda electoral.
La dialéctica entre paz internacional y democracia interna ha ido desgastando seriamente la variante Bush de la guerra de baja intensidad. Estos, y no la intervención de Daniel Ortega en la Cumbre de Presidentes en Costa Rica, es lo que ha provocado cambios en la coyuntura centroamericana. En Costa Rica el Gobierno de Nicaragua eligió un buen momento no para producir la crisis de esa política sino para desenmascararla, profundizando a la par la dinámica de paz en la región y la defensa del proceso electoral.
Tres escenarios para el desarrollo del proceso electoralEn el mes de julio, Envío proyectó tres posibles escenarios en los cuales podía irse desarrollando el proceso electoral:
1) Ambos contrincantes llegaban al día de las elecciones con sus respectivas tácticas, sin grandes cambios en ellas, y en base a lo que sucediera el día de las elecciones se definía el conflicto.
2) El proceso electoral se veía perturbado pro la crisis económica y por provaciones políticas de la coalición pro-norteamericana UNO (Huelgas, violencia en las calles, motines) que obligaban al gobierno a limitar la libertad de prensa o a implementar medidas de emergencia dañando así su imagen en el exterior, los cauces del proceso en peligro el mismo proceso electoral. En este clima, era más fácil que Estados Unidos volviera a una política centrada en la agresión militar.
3) Frente a la crisis económicas, al descontento popular y a las provocaciones políticas de los aliados internos de Estados Unidos, la revolución se veía obligada a radicalizarse rompiendo la concertación económica con los productores más comprometidos con la derecha pro-norteamericana, pero sin llegar a medidas extremas como serían una especie de economía de guerra y medidas propias de un estado de emergencia. Sin negar el modelo de economía mixta y, apoyándose económicamente más en el campesinado, los artesanos y los pequeños y medianos productores para consolidarse su base política esta tercera alternativa crearía tensiones en el campo internacional, aunque menores que la segunda.
Los tres escenarios partían de un mismo análisis. En la medida en que Estados Unidos y la oposición interna presionarán al FSLN, los sandinistas buscarían su margen de juego en el pueblo y priorizarían lo que ocurre en Nicaragua, mientras que la oposición interna y Estados seguirían confiando más en el campo internacional donde tienen poder para fabricar imágenes que distorsionan la real y prolongada lucha del pueblo nicaragüense contra el imperialismo norteamericano.
Hasta ahora, ninguno de los tres escenarios se ha desarrollado aún y las tensiones económicas, políticas y hasta las militares- aunque existen, no han tenido la fuerza que esperábamos. Lo inesperado en octubre fueron una serie de éxitos nicaragüenses en el campo internacional que junto con las ventajas electorales del FSLN sobre la UNO y el resto de la oposición interna pusieron en crisis la variante Bush de la guerra de baja intensidad, obligando a los Estados unidos a reintroducir su carta militar con la infiltración masiva de fuerzas contrarrevolucionarias en Nicaragua. La iniciativa de Daniel Ortega en la Cumbre de San José para desenmascarar el carácter táctico-cosmético del plan político de la administración Bush tenía como trasfondo y como soporte una serie de avances nicaragüenses y de reveses norteamericanos dentro del proceso de negociaciones internacionales.
Por más que Estados Unidos cree que la crisis económica nicaragüense va a ser su verdadero caballo de Troya dentro del proceso electoral, volvió a otro caballo, el que cree manejar mejor, el de la intervención militar. Al hacerlo, hirió en lo más profundo el consenso de todo el pueblo. Porque, a pesar de sus diarios sufrimiento económicos, el pueblo nicaragüense gozaba de un nuevo y relativo clima de paz reforzado por los acuerdos de los presidentes centroamericanos en Tela que le hacían vislumbrar ya el fin de la guerra y veía en las elecciones y en el debate político entre los partidos el mejor camino hacia la paz "firme y duradera" de la que se empezó a hablar en Esquipulas hace más de dos años.
Son estos sentimientos del pueblo nicaragüense los que cuestionan el plan político norteamericano y los que siguen determinando las cambiantes coyunturas nicaragüense.
David aísla a Goliat: cuatro victorias internacionales¿Cuales han sido los últimos y más significativos avances de Nicaragua en la dialéctica entre democracia interna y paz internacional?
En el terreno diplomático internacional, el gobierno norteamericano sufrió cuatro reveses en el mes de octubre. Con ellos, el gobierno de Nicaragua logró internacionalizar más su conflicto con los Estados Unidos y aislar más a su enemigo, incorporando a nuevos actores en la contienda. Nicaragua legítimo su proceso electoral. Legítimo su proceso electoral. Legítimo también su derecho a tener relaciones con la Unión Soviética. En menor grado, aseguró el papel de Naciones Unidas y de la OEA en la desmovilización del a contrarrevolución. Y abrió un nuevo y sorpresivo camino para sus relaciones económicas en los países árabes del Golfo.
Legitimando las eleccionesPara evitar que le gobierno de Bush continué descalificando la institucionalidad del proceso electoral e impugne después los resultados de las elecciones, Nicaragua abrió sus fronteras a la observación internacional de todo el proceso, desde la fase de las inscripciones, que se desarrollaron con éxito en los primeros cuatro domingo de octubre. Esta amplitud y flexibilidad hacia tan amplia gama de observador s internacionales es única en la historia de los procesos electorales de toda América. Es también el mejor freno al boicot norteamericano.
Los más importantes de entre los grupos de observadores son los de la UNO (ONUVEN: Verificación de Elecciones en Nicaragua) y los de la OEA. El informe de la OEA sobre la composición del Consejo Supremo Electoral y sobre las reformas a la ley electoral y a la de medios de comunicación destacó que los tres acontecimientos eran "positivos" para el desarrollo de las elecciones. Por su parte, el informe de ONUVEN indicó que "más allá de que la integración de algunos órganos electorales puede no satisfacer las expectativas o demandas de la oposición, lo cierto es que del análisis objetivo de las decisiones concretas del Consejo Supremo Electoral no resultan hasta el momento beneficios inferir una actuación parcial en favor de ese partido. Más bien, se puede apreciar, por parte de los magistrados que lo integran, la preocupación por asegurar la mayor participación posible de las agrupaciones políticas y de la ciudadanía en el proceso electoral y la aplicación de criterios de amplitud y flexibilidad dentro de una actitud general receptiva".
El proceso de inscripciones fue observado extensa e intensamente en las casi 5 mil juntas receptoras de votos de todo el país. El impacto internacional de esta observación fue una carta muy positiva para Nicaragua. Elliot Richardson, enviado especial del secretario genera de la ONU, habló tres horas con el Presidente Ortega después de observar la última jornada del proceso de inscripciones. "Tuve oportunidad de testificar el ejercicio democrático de miles y miles que se inscriben en este momento tan importante", declaró después, calificando de "muy honesto y muy completo" el proceso de inscripciones. Richardson dijo que algunos dirigentes de algunos partidos de oposición le expusieron "algunas quejas, pero ninguno habló de fraude" Las quejas giraban en torno a problemas de financiamiento y a limitaciones de espacio en las emisoras de radio y en la televisión. Más importante que éstas, resultaron las dificultades provocadas en 67 juntas receptoras de votos de 20 municipios a causa de las acciones armadas de las fuerzas contrarrevolucionarias, hecho que Richardson lamentó, señalando con claridad, ya en Estados Unidos, que "la mayor dificultad" que tenía el proceso electoral era "la actividad contrarrevolucionaria".
El FSLN presentó a la ONUVEN y la OEA un detallado informe sobre la "propaganda armada" a favor de la UNO, y sobre las muertes provocadas por la contrarrevolución durante el período de inscripciones. La presencia de tantos y tan calificados observadores internacionales presionó a todos los actores políticos nacionales a actuar en general muy positivamente durante todo el proceso de inscripciones. 1 millón 750 mil personas se inscribieron, lo que representa un 90% del previo cálculo de 1 millón 900 mil personas con derecho al voto.
La visita de ShevardnadzeLa visita de Eduard Sheverdnadze a Nicaragua en los primeros días de octubre, inmediatamente después de sus conversaciones con el Secretario de Estado James Baker en Estados Unidos, tuvo múltiples efectos que favorecían a Nicaragua y dañaban lo intereses hegemónicos del gobierno norteamericano en la región.
La visita de Shevardnadze fue un reconocimiento de legitimidad del gobierno de Nicaragua y, sobre todo, de las relaciones de Nicaragua con la Unión Soviética, que ya no son ni "ilícitas ni "impresentables" . La principal justificación política e ideológica de Estados Unidos para aislar a Nicaragua y cuestionar la legitimidad del gobierno del FSLN en nombre de la Doctrina Monroe ha sido siempre su relación con la URSS y la posibilidad de que Nicaragua se convierta en una "cabeza de playa" soviética en la región. La visita de Shevardnadze ha roto pública ostentosamente esta imagen y la viabilidad de que los gobiernos norteamericanos continúen empleando esa justificación
La visita también dio inicio a una etapa en la que la URSS jugará un papel más efectivo en la justa negociación de los conflictos de Centroamérica. La URSS hizo audaces propuestas en este sentido, proponiendo colocarse en paridad con los Estados Unidos en el tema de la seguridad regional. Frente a este reto estratégico Estados Unidos no tuvo capacidad de respuestas. El anuncio de la suspensión de envíos de armas pesadas a Nicaragua, oficialización de una situación que ya existía de hecho, planteó de nuevo el tema de la desmilitarización de Centroamérica, con la salida de todos los "asesores" extranjeros de la región, - lo que incluye a los norteamericanos que están en El Salvador, Honduras y Costa Rica- y la reducción de los ejércitos centroamericanos a un tamaño adecuado a sus necesidades de defensa y seguridad.
La continuación de la cooperación económica soviética con Nicaragua, tanto en el abastecimiento de petróleo -desde 1986 todo el petróleo que necesita lo recibe Nicaragua de los países del CAME- y en la cobertura de otras necesidades básicas para sostener la economía, como en la firma de convenios comerciales, legítima abiertamente relaciones económicas que tampoco agradan a Estados Unidos, empeñado en conseguir el desastre económico de Nicaragua.
El nuevo contexto de relaciones entre la URSS y los Estados Unidos condiciona fundamentalmente lo que ha sido la política norteamericana hacia Centroamérica. Pero los Estados Unidos no saben todavía navegar en aguas más cálidas y dejar atrás las de esa guerra fría que fue el norte de su política internacional durante 40 años. La política internacional soviética es más creativa y compleja que la norteamericana, al igual que Gorbachov es más popular que le presidente de los Estados Unidos en las encuestas que se hacen en cualquier país del mundo.
Los Estados Unidos interpretan la perestroika y la glasnot como una victoria capitalistas y aplauden la autonomía que la Unión Soviética permite a los países europeos de su esfera de influencia sin darse cuenta que la opinión mundial, especialmente la de los países latinoamericanos, le va a exigir tarde o temprano lo mismo a los Estados Unidos en su propia esfera de influencia. Gorbachov ha reconocido que la invasión de Afganistán fue una violación de la Constitución de la URSS, pero los Estados Unidos siguen sin reconocer el fallo de la Corte Internacional de la Haya, que ha declarado ilegal su intervención militar en Nicaragua.
Pero lo que revela mejor la ingenuidad norteamericana es su creencia de que una vez que la URSS se comprometió a cesar el envío de armas a Nicaragua sus tensiones con Nicaragua iban a reducirse. Presos de su ideología, creen que la crisis centroamericana no es más que un episodio del conflicto Este-Oeste, provocando principalmente por la injerencia de la Unión Soviética en la región. Nunca se le ocurre al a clase política de Estado Unidos pensar que el conflicto es entre el Norte y el Sur, nunca se le ocurre pensar que la causa del problema sea el afán hegemónico de Estados Unidos en la región y en América Latina y su falta de respeto por la autonomía de países que tantas veces ha invadido militarmente. El asombro que mostraron este mes los dirigentes políticos norteamericanos ante la exigencia de la pequeña Nicaragua de que Estados Unidos respetara los acuerdos de paz es un fiel reflejo de la miopía y falta de madurez que tienen para enfrentar la nueva coyuntura mundial.
La participación de la ONUComo fruto de los acuerdos de Tela se han puesto en marcha dos mecanismos de control y verificación en los que participa la ONU. Estados Unidos ha mostrado gran interés en uno de ellos, el llamado ONUCA, que estaría integrado por los "cascos azules" de la ONU para la vigilancia de las fronteras entre los países. El interés norteamericano en este organismo, concebido por Nicaragua antes de Tela y para comprobar la presencia contrarrevolucionaria en Honduras -asunto ya superado-, nace de la misión contrainsurgente que Estados Unidos esperaría que las fuerzas de ONUCA podría jugar en la frontera con Honduras de complicarse la situación salvadoreña.
Como a los cascos azules de la ONUCA no se les ha asesinado ningún papel en el proceso de desmantelamiento de la contrarrevolución en Honduras y como además, caen bajo la supervisión del Consejo de Seguridad de la ONU, en donde Estados Unidos tiene poder de veto, esto aumenta el interés del gobierno Bush en este organismo. Frente al otro, la CIAV (Comisión Internacional de Apoyo y Verificación), con responsabilidades directa en la desmovilización, el gobierno norteamericano ha tenido otra actitud. Primeramente, quiso hacer a la CIAV dependiente del mismo Consejo de Seguridad pero no lo logró porque en la CIAV participa activamente la OEA y ésta se ha negado a subordinarse a la ONU. Después, ha procurado bloquear su actividad.
La única actividad de la CIAV, la visita de Francesc Vendrell (ONU) y contrarrevolucionario de Yamales (Honduras) fue un revés para la política norteamericana en su afán de controlar a este organismo. En su discurso, Vendrell dejó en claro a los contrarrevolucionarios que los acuerdos de Tela estipulan que su desmovilización es obligatoria y que sólo es voluntaria su decisión de repatriarse a Nicaragua o reubicarse en un tercer país. Causó aún más preocupación en Washington el consejo que Vendrell dio a los contras. En el mismo momento en que se producían nuevas infiltraciones en Nicaragua, Vendrell les recordó: "Ustedes son nicaragüenses y no los objetos de una política anacrónica que ha sido abandonada por el país que una vez los apoyó". Esta posición de la CIAV choca con la actual política de Bush, que pretende precisamente utilizar a las fuerzas contrarrevolucionarias como un elemento de presión sobre el proceso electoral nicaragüense y más todavía, como "garantes de la democracia en Nicaragua".
Frente a las críticas que las palabras de Vendrell provocaron en Washington -Baker llegó a cuestionar la neutralidad de la CIAV, el plenario de la Asamblea general de la ONU aprobó el 23 de octubre por unanimidad una resolución sobre Centroamérica en la que se respaldan los acuerdos de los presidentes centroamericanos en Tela y se apoyan las acciones del Secretario General en la ONUVEN, la CIAV y la ONUCA. El debate y el voto fue una rotunda victoria para Nicaragua. El embajador norteamericano en la ONU, Pickering, quedó aislado en su cerrada defensa de la no movilización de los contrarrrevolucionarios y en sus ataques al gobierno de Nicaragua por la manoseada y nunca probada acusación de que envía armas al FMLN, mientras que la réplica del embajador nicaragüense, Alejandro Serrano, fue ovacionada.
El viaje de Daniel Ortega a los Países del GolfoEl factor económico -junto con los intentos de desestabilización militar- sigue siendo el flaco más débil del gobierno de Nicaragua en la delicada coyuntura electoral. El viaje del Presidente de Nicaragua a Kuwait, Qatar y bahrein en busca de financiamiento fue también un revés para la administración Bush, que no dejó de presionar a estos gobiernos que le son aliados. Nicaragua recibió promesas de apoyo sustancial en inversiones estratégicas y el aporte de más de 20 millones de divisas líquidas para consolidar y llevar adelante el actual plan de ajustes.
El viaje a estos países -se proyecta ya otro a Arabia Saudita, Omán y Emiratos Arabes- es un paso crucial para detener una nueva ola inflacionaria, que afectaría negativamente el proceso electoral y, naturalmente, la victoria sandinista. En octubre el córdoba fue devaluado en un 11.2% y la inflación global fue de algo más de un 10%, aunque resultó mucho mayor en los productos de la canasta básica.
Por su parte, antes de emprender su viaje a la Cumbre de San José, el Presidente Bush reanudó el embargo económico contra Nicaragua, lo que no constituyó ninguna sorpresa. Sí lo fue el que la medida se anunciara con una retórica anti-sandinista estilo Reagan. El objetivo de que retórica no fue sólo el tranquilizar a los ultraderechistas norteamericanos sino el intimidar a otros gobiernos -especialmente los europeos- que podrían ayudar económicamente a Nicaragua."El embargo es un elemento esencial de nuestra política", dijo Bush. Washington ve en la profundización de crisis que su misma agresión ha causado la carta no-militar más eficaz para acabar con los sandinistas en las elecciones de 1990.
El contexto latinoamericano: un imperio sin políticasEn esta coyuntura, los a veces diplomáticos de Nicaragua en la región centroamericana están potenciados por la indefinición de la política exterior norteamericana hacia América Latina. Desde la creación del Grupo de los Ocho ha habido una potencial conexión entre la paz en Centroamérica y el problema de la deuda externa latinoamericana, hecho que abona el terreno para un nuevo bolivarismo cuestionador tanto del imperialismo político- militar norteamericano como de su imperialismo económico.
La administración Bush anunció como una de sus metas en que su primer año de mandato la elaboración de una nueva política hacia América Latina. Pero hasta el momento, no la tiene ni para Centroamérica ni para el conjunto de América Latina ni para la crisis de la deuda ni para lograr un real desarrollo en países que califican ya el tiempo de Reagan como "la década perdida". El hipócrita combate contra el narcotráfico -que no es otra cosa que el combate del capitalismo norteamericano para controlar ese rentable mercado- encubre y hoy esta falta de políticas nuevas y coherentes.
Si Ronald Reagan fue llamado "el Presidente teflon" porque como a los sartenes revestidos de teflon, no se le pegaba nada de la "grasa" resultante de sus múltiples violaciones a las leyes internacionales o de escándalos de las dimensiones del Irán-Contras, George Bush ya tiene su mote en Washington: es "el Presidente revlon", en referencia al a conocida línea cosmética. Su proclamada nueva política hacia América Latina carece de sustancia. Es pura imagen, es sólo cosméticos. El primer round Ortega Bush ha empezado a quitar pinturas a ese cuidado maquillaje, revelando grietas y arrugas.
Al inicio de la Cumbre, y curándose en salud, Bush anunció que no firmaría comunicado oficial alguno. La incapacidad de su gobierno de manejar le problema de la deuda externa y el la paz centroamericana le llevó a esta impopular decisión. Fue en el contexto de esta Cumbre con agenda vacía donde Nicaragua pudo centrar la atención de la conferencia hemisférica en las acciones criminales de la contrarrevolución, en la falta de compromiso norteamericano con los acuerdos de paz centroamericanos y en las tensiones no resueltas entre Estados Unidos y Nicaragua.
En octubre, Nicaragua cosechó éxitos frente al gigante del norte: la amplia observación internacional del positivo inicio del proceso electoral en Nicaragua, la visita del canciller soviético, las tensiones entre la ONU-OEA y los Estados Unidos sobre la implementación de los acuerdos regionales para la desmovilización de los contras y el respiro económico aportado por los países árabes. Fue sobre la base de esta fuerza diplomática acumulada que el Presidente Ortega utilizó el foro de la Cumbre de San José para forzar aún más el proceso de negociaciones. No fue una acción imprudente sino una acción audaz. Llena de riesgos, pero calculada en base a una más favorable correlación de fuerzas internacionales.
La campaña electoral polarizada: FSLN-UNOA estos avances en el terreno internacional hay que sumar la ventaja que le FSLN mantiene hasta ahora sobre la posición interna. Aún antes del anuncio del fin del cese al fuego, la confrontación electoral en Nicaragua se ha movido durante este mes sobre los ejes ideológicos de la confrontación más amplia entre Estados Unidos y Nicaragua. Durante octubre, el principal acontecimiento político ha sido el eclipse de otros partidos opositores y el inicio de la polarización entre el FSLN y la UNO como características de la contienda electoral. Todos los sondeos de opinión pública nacionales muestran que el Presidente Daniel Ortega mantiene una ventaja apreciable sobre Violeta Chamorro. Según INOP-IZTANI, el 41% de los nicaragüenses encuestados cree que Ortega ganará y el 21% piensa que será Violeta la triunfadora. En la encuesta ECO, el 29% de los encuestados dice que votará por Daniel Ortega y el 14% que lo hará por Violeta. En cuanto a la identificación con algún partido, el margen el margen es de 3 a 1 a favor del FSLN, según los sondeos de INOP-ITZTANI.
Ya antes de esta nueva crisis con los Estados Unidos lo otros partidos opositores iban siendo progresivamente eclipsados por el FSLN y la UNO. Entre abril y agosto otros candidatos de la oposición captaron junto un porcentaje de votos muy similar al que ahora tiene Violeta Chamorro (entre 11 y 13%). Pero en las encuestas de octubre sólo un 2% de la población dijo que votaría pro otros candidatos opositores distintos a la candidata de la UNO.
Otro hecho significativo es que más de un 50% de la población dice no estar definida aún por ningún candidato. La lucha por ese voto de los indecisos será muy importante. Analizando las encuestas más recientes, el FSLN lleva ventaja en este terreno a causa del perfil progresista de estos "indecisos". Aunque no aparecen aún convencidos pro el sandinismo, sí tienen un perfil anti-imperialista, lo que demuestra que el problema que los Estados Unidos enfrenta en las próximas elecciones no es tanto el sandinismo sino el talante del mismo pueblo de Nicaragua.
Según INOP-ITZTANI, un 71% de los indecisos cree que los Estados Unidos debe retirar toda presencia militar de Centroamérica, un 50% opina que los Estados Unidos no está contribuyendo a la paz en Nicaragua y un 77% dice que Estados Unidos debe levantar el bloqueo económico contra Nicaragua. Sin embargo, la UNO depende de ese bloqueo para tener cualquier chance de victoria en febrero, porque Estados Unidos, confía en la crisis económica para capitalizar votos anti-sandinistas .
Según la misma encuesta de INOP-ITZTANI un 59% de los indecisos cree que la política de los Estados Unidos hacia Nicaragua es mala o pésima. El irrespeto de Estados Unidos por los acuerdos centroamericanos y la defensa tan abierta que de ellos hace Daniel Ortega significa que la presente crisis podría estar aumentando el apoyo electoral para el Presidente de la República. Por otra parte, si los Estados Unidos no cede y no pone fin a la guerra, con la desmovilización de los contras, abriéndose otro período de tensiones, el centro, particularmente el PCD -cuya ideología se distingue de la del FSLN y de la UNO centro"- podría recuperar el terreno perdido hasta ahora.
Independientemente de cómo evolucionan en los acontecimientos militares y la contienda diplomática Nicaragua - Estados Unidos, el proceso electoral tenderá a evolucionar en los próximos meses más de acuerdo a la lógica nacional e interna que de acuerdo a la lógica internacional.
Resultados inmediatos del fin del cese al fuego1) El objetivo principal fue, sin duda, el poner en la agenda política internacional el problema de al desmovilización de la contrarrevolución, dejando el desnudo la política real de Estado Unidos en la región, que boicotea los acuerdos centroamericanos de Tela. Esto se consiguió.
2) La intervención del gobierno de Nicaragua en respuesta a los sentimientos populares en favor del fin de la guerra, tuvo un fuerte impacto sobre el nuevo estilo que Washington había diseñado en su política hacia Nicaragua y Centroamérica. Ese estilo estaba basándose en sacar a Nicaragua de la primera plana de la noticia internacional para así esconder la política real hacia la región, injerencista y celosa de preservar la hegemonía norteamericana. El fin del cese al fuego logró desarticular, no tanto el Acuerdo bipartidista de marzo/89, -que fue el mecanismo utilizado para dar u perfil bajo a la política centroamericana-, sino ese estilo y ese silencio, obligando a los dos partidos subir el nivel de su retórica. Subió tanto que el país más poderoso del mundo volvió a tratar a los "hombrecito" de la pequeña Nicaragua como sus enemigos más temibles. Las duras palabras de Bush significan un retroceso al estilo de Reagan. Por primera vez durante su presidencia, Bush perdió el control y esto tendrá un costo político real para su administración.
3) Los costos inmediatos para la imagen internacional de Nicaragua fueron grandes, al resucitarse el recurso a la difamación de los sandinistas ("sandinista bashing") como método político para encubrir las crisis reales. Mientras Bush amenazaba con "un giro de 180 grados" en su política hacia Nicaragua, el senador Robert Dole habló incluso de un voto unánime para dar nueva ayuda militar a la contrarrevolución.
El Senado norteamericano condenó el fin del cese al fuego unilateral en una resolución unánime. La Cámara lo hizo en votación de 379 a 29. Circularon también rumores de que los Estados Unidos presionaría económicamente a la ONU para que eliminara la ONUVEN y de que sin estos observadores de la ONU, la UNO se retiraría de la campaña. Pero las aguas fueron volviendo a su cauce. "No hay que darle pretextos a Ortega para cancelar las elecciones", fue el final el juicio que se impuso. En Nicaragua, la UNO y su vocero "La Prensa" mantuvieron un tono mucho más bajo en las críticas a la decisión del gobierno porque su clara y creciente identificación con la política norteamericana les estaba poniendo en una situación muy delicada ante a la opinión pública nicaragüense.
4) A nivel diplomático hubo también reacciones. El Grupo de los Ocho llamó a una reunión de emergencia para mediar entre Nicaragua y los Estados Unidos. El Secretario General de la OEA, Baena Soares, declaró que la realización de las elecciones en Nicaragua era compatible con la reanudación de operaciones ofensivas contra los contrarrevolucionarios. Lo más importante es que hubo una respuesta positiva a la demanda de Nicaragua para celebrar un reunión en la sede de la ONU entre el gobierno de Nicaragua, la CIAV, el gobierno de Honduras y la contrarrevolución para discutir no tanto el fin del cese al fuego sino el definitivo de la guerra. El gobierno de Nicaragua invitó como testigo a esta reunión la Cardenal Obando, tarea que éste aceptó. Mientras, en Washington se vuelve a colocar el tema de Nicaragua dentro del conflicto Este-Oeste, esta vez con la esperanza de que la Unión Soviética sea favorable a las posiciones de Estados Unidos en el conflicto.
¿Tres escenarios? Perspectivas Una serie de factores presionarán sobre la compleja dialéctica de la cuestión internacional paz-guerra y el proceso electoral en Nicaragua. Después del anuncio de Presidente Ortega en Managua de que, pese a todas las presiones y amenazas, se pondría fin al cese al fuego, la agresividad del gobierno de los Estados Unidos y de los medios de comunicación controlados pro la propaganda norteamericana fue completada con un nuevo elemento: el miedo a que los sandinistas abandonen el proceso electoral. Este temor condicionará las próximas respuestas de Washington.
El senador David Boren, presidente del Comité de Asuntos de Inteligencia de la Cámara Alta, un demócrata que en pasado ha respaldado la ayuda a la contrarrevolución sintetizó la nueva situación así: "No debemos descartar el rearme de los rebeldes, pero no debemos hacerle el juego a los sandinistas dándoles una excusa para cancelar las elecciones". Una resolución del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Baja dice: "Se deplora cualquier intento de limitar, postergar o cancelar las elecciones, se deplora igualmente cualquier acción de la Resistencia Nicaragüense para alterar las elecciones.
En el futuro del conflicto, un factor que jugará a favor de Nicaragua es la creencia de los norteamericanos de que ellos están más comprometidos con las elecciones que los mismos sandinistas e incluso que el empleo de la fuerza militar de los contrarrevolucionarios ha sido el motor de al democracia de Nicaragua. A ese error de juicio hay que sumar el temor del gobierno norteamericano a enfrentar las crisis profundas de la región: la de El Salvador, donde la cosmética de Cristiani no logra encubrir su terrorismo de Estado; la de Panamá, donde Noriega parece invulnerable, y la de una Nicaragua con un gobierno sandinista legitimado en las elecciones.
La administración Bush carece de una política para enfrentar la crisis centroamericana y su política hacia el resto de América Latina está indefinida. El piso del sub-continente se está moviendo bajo los pies del gigante y la continuada audacia de los sandinistas podría obligarlo a mediano plazo a una salida política negociada para la región, que implicaría el cuestionamiento tanto del poder los militares y las viejas oligarquías no modernizantes como el papel de sus propias embajadas en nuestros países. A corto plazo, son de esperar nuevas tensiones de la ONU, la OEA y el Grupo de los Ocho con Washington, que podría presionar económicamente a la ONU e intentará neutralizar cualquier rebeldía latinoamericana. En medio de estas tensiones, la URSS podría jugar un nuevo papel en favor de la paz.
Un factor que influirá en la dialéctica entre el proceso regional de paz y las elecciones en Nicaragua es la crisis económica nicaragüense, agravada si la Comunidad Económica Europea o los países árabes no deciden actuar contra el bloqueo financiero norteamericano.
Entre los dos contrincantes, Nicaragua es con mucho el que tiene más y mejor definidas sus posiciones. Por un lado, Washington quiere las elecciones. Por otro, su prepotencia no le permite abandonar su concepción de que sus contras son los garantes de esas elecciones.
La dialéctica entre la negociación internacional y las elecciones dentro de Nicaragua ha quedado muy tensionada con el fin del cese al fuego y presiona sobre las dos partes en conflicto. Si los Estados Unidos aceptan la negociación y la desmovilización de los contrarrevolucionarios, las elecciones en el nivel interno se le vuelven doblemente difíciles. Si no la aceptan, dañan muy seriamente su imagen internacional. Pero si en estos momentos el gobierno de Nicaragua pierde esta nueva apuestas por la paz las elecciones se le volverían mucho más complejas.
En términos de los tres escenarios señalados, ¿cuáles son las posibilidades? Lo primero que hay que señalar es que los tres escenarios fueron modificados desde agosto por lo acuerdos del gobierno con los partidos de oposición y con el presidente Centroamérica en Tela, por la decisión norteamericana de infiltrar en Nicaragua nuevos contingentes de contras y por la decisión de Nicaragua de no prorrogar el cese al fuego.
En este nuevo marco, la salida más optimista -la casi imposible-es que el guión electoral se desarrolle en el primer escenario. Washington acepta la desmovilización de la contrarrevolución en Honduras para el 5 de diciembre y las elecciones se realizan con grupos menores de contras que siguen operando en Nicaragua con apoyo bastante encubierto de Washington. El prestigio de haber obligado a Goliat a ceder significaría una victoria electoral casi segura para David.
En cuento al segundo posible escenario, si los Estados Unidos no ceden y la crisis económica se agrava, la oposición interna podría, con apoyo de la CIA, entorpecer el proceso electoral, a la vez que se agudizan los combates en el terreno militar. Aunque ni Washington ni Managua quieren que el proceso electoral entre en crisis, esto podría darse si la administración Bush sobrestima sus capacidades de manejar la crisis centroamericana en su actual clave de intervencionista.
El tercer escenario electoral la salida intermedia, podría darse en el caso de que Estados Unidos no ceda sobre la desmovilización de la contrarrevolución en Honduras, pero tampoco logre provocar a través de sus aliado internos mucha inestabilidad interna. Este nivel más bajo de enfrentamiento entre el FSLN y la oposición interna, junto con la actividad militar contrarrevolucionaria, podría desbordar el carácter político del proceso electoral y empezar a reflejarse en una radicalización económica de la revolución que, sin separarse del modelo de economía mixta, quiebre la actual y tan flexible tendencia de la concertación con fuerzas económicas de hecho vinculadas a la UNO. Esta tercera salida parece ser la más probable en este momento si Estados Unidos no aumenta su nivel de beligerancia. La campaña del FSLN va tomando un perfil cada vez más exigente hacia los grandes productores para que re-nacionalicen sus capitales, ligando las posiciones políticas de la UNO con los privilegiados económicos de la pequeña franja de grandes empresarios que están más politizados con la alianza ultraderechista.
Pero el proceso revolucionario nicaragüense, que tiene en el desafío al imperialismo un elemento clave, ha mostrado durante 10 años una capacidad tan grande de sorprender con salidas tan creativas como inesperadas, que es muy posible que ninguno de los tres escenarios diseñados en estas páginas sea el que nos encontramos el domingo 25 de febrero, día de las elecciones en Nicaragua, al ir a depositar nuestros votos.
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