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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 74 | Agosto 1987

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Nicaragua

Fray Tomas, mártir de la Iglesia de los pobres

Fray Tomás Zavaleta, fraile franciscano, salvadoreño, 40 años, ha sido el primer religioso víctima de la guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua. Su asesinato el 3 de julio, causó conmoción en toda Nicaragua y especialmente en el pueblo de Matiguás (Matagalpa) en donde hacía sólo 3 meses que había llegado a trabajar.

Equipo Envío

La muerte de Fray Tomás reveló con más fuerza que nunca el valor de la presencia de Iglesia de los pobres en esa primera línea de fuego y de la pastoral que son las zonas de guerra en la montaña. La muerte de Fray Tomás contribuyó a agudizar una vez más el conflicto entre el Cardenal Obando y el gobierno de Nicaragua. De ese aspecto del acontecimiento hablamos ya en el artículo de coyuntura de este envío, recogiendo aquí otros elementos que contribuyen a enmarcar mejor los hechos desde el punto de vista eclesial.

El lugar de los hechos: Matiguás, en el centro de Nicaragua

La zona den donde ocurrieron los hechos es "lugar caliente" de la guerra de los contras. En el Departamento de Matagalpa, la parroquia de Matiguás, abarca unos 10 mil kilómetros cuadrados, en donde viven, aislados y dispersas unas 30 mil personas. En la zona central del país, zona de frontera agrícola, estos campesinos viven de la ganadería y del cultivo del maíz, y los frijoles para su autosubsistencia. En esta zona, y en zonas vecinas de Zelaya y Chontales, la desarticulación del tradicional mundo ganadero -en donde las relaciones de explotación del patrón sobre sus mozos quedaban encubiertas por un idílico paternalismo y las fertilísimas tierras permitían vivir relativamente bien al campesino que trabajaba duro prepararon el terreno para que entre 1982 y 1985 la contrarrevolución ganara base social con el mensaje de que con ellos "el mundo volvería a ser como antes".

La crisis del transporte -necesario para el comercio con otras zonas del país-, la crisis del comercio, con la desarticulación de las redes tradicionales sin sustituirlas por otras, y la crisis de la producción -causada por los métodos de acopio que, sin discernimiento de las características de la zona- creó la revolución, hicieron que esta expectativa contrarrevolucionaria arraigara profundamente. Al mensaje de "volver al pasado" unía el FDN mensajes basados en argumentos religiosos, presentándose como enviados de Dios y bendecidos por el Papa y haciendo aparecer a la revolución no sólo como trastornadora del orden establecido sino también como enemiga del cristianismo.

Hay que sumar a todo esto que en esta zona y en otras vecinas, la revolución apenas llegó, hasta que tuvo que hacerlo a través de los reclutamientos impuestos por la ley del servicio militar. En Matiguás aún es muy débil la presencia de la revolución.

"Como parte de su estrategia global de destrucción del sandinismo, la Administración Reagan concentró una serie de acciones en esta Región para convertirla en uno de los teatros principales de su proyecto. Esto fue así por razones objetivas: una franja fronteriza de 175 kilómetros, una zona propicia por sus condiciones topográficas para la guerra irregular, una población campesina numerosas, atrasada desde el punto de vista económico, político y cultural, minifundista y con una serie de valores arraigados, como el apego a la propiedad privada, al conservadurismo, las tradiciones religiosas, el respeto por las personas con mejor posición económica..." (Carlos Zamora, Delegado del Gobierno en la Región VI)
Matagalpa y Jinotega)

Desde hace muchos años la parroquia de Matiguás ha estado en manos de los franciscanos. Franciscano es Mons. Carlos Santi, el obispo de Matagalpa, a cuya diócesis pertenece Matiguás. La Orden Franciscana es, junto con la de los Mercenarios y Dominicos, de las primeras en llegar a trabajar pastoralmente en Nicaragua, en el primer tercio del siglo XVI. Fueron los franciscanos los que enseñaron a los nicaragüense las celebraciones de la Purísima –las de mayor arraigo en la religiosidad popular-, las del Niño Dios y el Viacrucis.

El proyecto: la sobrevivencia de los campesinos

El padre Ignacio, Urbina, franciscano nicaragüense de 31 años, párroco de Matiguás desde 1984, sobrevivió a la explosión de la mina contrarrevolucionaria. A los pocos días fue sometido a una delicada operación que impidió que quedara tetrapléjico -inmóvil de sus cuatros miembros-. Salió bien, aunque estará sometido a un rígido reposo por bastante tiempo.

Desde su cama, el Padre Nacho habló extensamente con Envío sobre el Proyecto Agrícola San Francisco de Asís, el proyecto social de la parroquia de Matiguás, en el que él ha trabajado por año y medio y al que se integró con entusiasmo Fray Tomás Zavaleta...

Se trata de un proyecto que hace presente a la Iglesia de los Pobres en esta compleja zona de guerra, donde desde la fe se trata de dar una respuesta adecuada a la sobrevivencia campesina, tratando también de despertar en ellos el sentido del trabajo en común. Así habla este proyecto del sobreviviente Ignacio Urbina:

"Ante el caos de la guerra, los problemas del comercio y del transporte, la producción baja tremendamente, los campesinos no tienen motivación para producir. La escasez se siente fuerte. No hay botas, no hay machetes, ni limas ni bombas de espalda... Nada para producir. Ante este caos, pensamos primero en cómo conseguir todas estas cosas para vendérserlas a los campesinos y para que así produjeran. Oxfam América nos iba a ayudar en eso. Poco a poco maduramos más la idea y ya pensamos en hacer una especie de cooperativa de crédito y servicios. Propiamente, un proyecto de abastecimiento y producción.

Hicimos eso y en enero de 1986 empezó a funcionar el proyecto, movivándonos en lo que es esencial de la vida cristiana, que es el amor al prójimo, la caridad la fe unida a las obras. En cada comunidad, un dirigente eclesial -el delegado o el catequista tiene un talonario con órdenes de compra. El campesino va donde él: `Fíjate que necesito comprar machetes´.

El dirigente tiene el encargo de "filtrar" esas solicitudes: `Bueno, ¿y cómo vas a comprar tantos machetes si vos sos solo? ¿Para qué querés más de un machete? Y decime, ¿Cómo vas a pagar, a crédito o a contado? `Al crédito. `Pero, hombre, ¡si yo sé que acabas de vender un novillo, tenés reales' ¿Para qué vas a fiar, hombre? Mirá que este proyecto es nuestro...' Así, el dirigente, al filtrar le está haciendo conciencia en cuanto a trabajar en comunidad, a no sólo pensar de forma egoísta y a que mire que el proyecto lo formamos todos y que irá adelante según nosotros contribuyamos.

Con esa orden de compra, el no va a la oficina del proyecto y ahí lo atienden. Si va a pagar al contado, es en especie que paga. Le dicen: `Cómo vas a pagar, con frijoles o con maíz? ¿A cuánto está el quintal de frijoles ahorita?' Y entonces, cuando él produce su quintal, con eso paga. Y esos frijoles el proyecto los comercializa y con ese dinero compra para abastecer a los campesinos. Este año, la escasez de granos fue grande y los vendimos a los más pobres, aunque perdíamos vendiendo así, en pequeñas cantidades. Pero para eso es el proyecto, para que los pobres ayuden a los más pobres. Porque aclaro que en este proyecto no cualquiera puede ser miembro. Sólo los pobres pueden y limitamos al "ser pobre" al que no tenga más de 8 vacas paridas y no mucha tierra.

El proyecto resultó. Incentivó mucho la producción, un incentivo tremendo. Además ante la escasez de mano de obra por la guerra, el campesino empezó a asumir nuevas técnicas de producción. Porque no están acostumbrados a usar bonos, ningún fertilizante. Su forma de producción es muy primitiva y como las tierras son buenas... Pero la guerra ha convertido buenas tierras de pastos en matorrales y entonces vinieron las plagas. Ahora, ya todos saben qué usar para las plagas, qué insecticidas, qué abonos... Con el proyecto hemos hecho como una revolución agrícola. pero lo más importante es que los campesinos han crecido mucho en la sensibilidad de servir a un prójimo, de ayudar a sus hermanos, de ayudarse entre ellos, de ver el trabajo como un don de Dios y como una manera de construcción del Reino.

El proyecto lo impulsa la parroquia y son los dirigentes eclesiales campesinos sus responsables. Por lo delicado de la zona yo he cuidado mucho que no se politizara el proyecto. La contra, al ver que es la parroquia la que impulsa el proyecto, miran que es delicado atacarlo de frente. Y como cuidamos que no se politizara y los campesinos no van armados, por eso la contra se ha cuidado de atacar.

Yo me comprometí en este proyecto porque era una respuesta concreta, una respuesta de amor, porque se trata de la comida, de la vida de la gente. En Nicaragua, la Iglesia puede comprometerse en muchas obras como ésta. En algunas zonas de guerra no hay quien haga servicios así. Y nunca mi idea es que este proyecto vaya a durar quién sabe cuántos años, no. Esto es una respuesta inmediata en una zona difícil. Mañana, que ya no haya necesidad de que los franciscanos hagamos este vicio que hacer. Es la presencia humilde y servicial de la Iglesia en cada momento y en cada lugar lo que importa.

Fray Tómas estaba llegando al proyecto, buscando cómo timonearlo, por dónde le agarraba. Cuando lo mataron, estaba tratando de conocer a los campesinos. Los días de venta estaba ahí en la oficina, clavado, atento, para conocer, para mirar, para entablar relaciones con los campesinos. Y ya iba encontrado camino con los campesinos. Su función en el proyecto era animar, ver la administración, la contabilidad, la bodega, cómo estaban trabajando... Era muy servicial. Mi dolor es ése: ¿cómo en tan poco tiempo un hombre tan bueno vino a morir aquí, así? Eso me duele mucho. Eso revela la crueldad de esta guerra..."

El hecho: una mina pagada con los 100 millones

La zona de Matiguás ha sido zona de permanente tensión a causa de la guerra contrarrevolucionaria. Tradicionalmente, ha sido el Comando Regional Jorge Salazar la agrupación más activa de la FDN en esa zona. Pero no fueron "salazares" los que mataron a Fray Tomás. Todo indica que quienes colocaron la poderosa mina que le quitó la vida al religioso franciscano fueron contrarrevolucionarios pertenecientes a la agrupación "15 de Septiembre", con quienes desde las primeras horas de la mañana del día 3 de julio entró en combate el ejército de Nicaragua en zonas cercanas al lugar de los hechos.

Como resultado de estos combates -para los que el ejército sandinista envió refuerzos- el grupo inicial que había sido detectado y enfrentado, compuesto por unos 120 hombres, se fragmentó y uno de estos grupos, compuesto por unos 50 contrarrevolucionarios, colocó la mina anti-tanque TM-62M en la trocha que une la comarca de La Patriota con Matiguás.

La mina estalló al ser activada por la camioneta roja que era propiedad de la parroquia de Matiguás y servía al Proyecto San Francisco de Asís. A las 3 de la tarde de aquel día de combates, el padre Ignacio Urbina, párroco de Matiguás, pidió permiso para desplazarse a sólo 2kms del pueblo. El padre Urbina salió en la camioneta con Fray Tomás como chofer. A pesar de la gravedad de los combates que se estaban desarrollando, los dos franciscanos se lanzaron a ir aún más allá de los 2 km. Sabían que Emperatriz -la Tichita- y Digna habían ido caminando hasta La Patriota en busca de unos papeles y vendrían de regreso ya por un camino difícil, cuando iba a caer la noche. Cuando ya las habían recogido y regresaban, en ese camino de regreso estalló la mina. Y la camioneta voló por los aires.

Fray Tomás murió en el acto. El padre Ignacio quedó gravemente herido en la columna vertebral. Tichita estuvo en estado de coma durante varios días, con una fuerte conmoción cerebral y tardará meses en recuperarse. Las heridas de Digna fueron menos importantes. Era el primer religioso, víctima inocente de la guerra de Estados Unidos contra Nicaragua.

"No obstante las pretensiones de algunos de equipar moralmente a los Padres Fundadores de la Unión norteamericana con los mercenarios que hoy agreden al pueblo nicaragüense, nuestro pueblo y gobierno no podrían aceptar que George Washington, Tomas Jefferson o Benjamín Franklin hubieran sido capaces de defender el derecho de los Estados Unidos cometiendo directa o indirectamente actos de terrorismo como el que causara ayer la muerte a un franciscano y graves heridas a otros religiosos en el sector de San Pablo, Departamento de Matagalpa. No obstante el dolor que le embarga, el pueblo de nicaragüense permanece convencido de que los ideales de los próceres de la independencia estadounidense, los mismos ideales de Benjamín Linder, gobernarán un día las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos". (Del mensaje del Presidente Daniel Ortega al pueblo de Estados Unidos en ocasión del 4 de julio).

El mártir: un hombre que eligió venir a Nicaragua

Hacía apenas tres meses que Fray Tomás había llegado a trabajar a Nicaragua. Y apenas los campesinos lo estaban empezando a conocer. Quien comenzó a revelar a todos lo nicaragüenses la personalidad de este hombre importante, que no se daba ninguna importancia, ya que eligió trabajar en Nicaragua, fue el Provincial de los Franciscanos, Fray Damián Moratori, quien en su larga homilía en la misa de cuerpo presente celebrada en Managua el 4 de julio pronunció una emotiva homilía. Este es el texto, casi íntegro, de esa homilía:

En el año 1220, Francisco de Asís envío a cinco de sus hijos a tierras de Marruecos. Y habiendo llegado nuestros hermanos a estas tierras, predicaron la paz en nombre de Cristo y sufrieron el martirio... Al llegar a oídos de Francisco de Asís que sus hijos habían muerto por Cristo, exclamó: ¡tengo ahora cinco verdaderos hermanos menores!

Hoy, los franciscanos de Nicaragua y de toda Centroamérica, podemos decir, con profundo sentimiento, que tenemos otros verdaderos hermanos menores, pues desde 1980 son ya cuatro nuestros hermanos que han sido vilmente asesinados.

Ayer entregó su vida por esta patria que había escogido como suya un joven, esta vez un joven religioso, apenas 40 años. Por estar cerca del pueblo y anunciar la paz ha caído un hombre sencillo, humilde, generoso, hijo de la tierra de El Salvador, esa tierra también atormentada por la guerra.

Desde muy joven ingresó a la orden franciscana y cuando sus superiores y sus compañeros le dijeron que por ser inteligente debía estudiar para llegar a ser sacerdote, él siempre rehusó. "Quiero -decía- ser solamente un fraile menor, un hermano; solamente a través del servicio puede mi vida tener significado". Y escogió ese camino dentro de la orden, el camino de los hermanos más pequeños y humildes, el de los que van tejiendo su vida en el silencio de la casa, como cualquier mamá. Ayer mismo había pasado una horas barriendo la casa.

Para él todo era maravilloso, todo era imperante. Y así vivió nuestro hermano su vida: veinte años en la orden franciscana, veinte años que también entregamos a los demás. A lo largo de ellos los superiores le dieron muchos cargos importantes; lo destinaron siempre a casas de formación, donde los jóvenes comienzan a conocer la Orden, comienzan a amarla y a comprometerse con ella.

Y este hermano lego fue para muchas generaciones de novicios del ejemplo del verdadero franciscano, del franciscano que se transforma en siervo y en el menor de todos. Y cuando los superiores descubrieron en ese hombre sencillo sus grandes cualidades, lo destinaron al gobierno general de Roma y el propio Ministerio General lo nombró su compañero; le servía de secretario y de chofer. Casualmente hoy, revisando las pocas cosas que tenía en su cuarto, me encontré una carta del Ministro General, al cual había servido con amor, en todo silencio, durante seis años. Y le recordaba en ella que esos seis años que había pasado con él habían sido años maravillosos, años de amistad, de sufrimientos, de logros... Y nada más firmaba: "Juanito, que te quiere mucho".

Después de haber servido al Ministro General, Fray Tomás regresó a Guatemala y los superiores lo destinaron de nuevo a una casa de formación, pero ya no como trabajador de la casa, sino como formador de los aspirantes al sacerdocio, aunque él era hermano lego. Y Fray Tomás nunca dio una plática, nunca subió a un púlpito para dar un sermón; su sermón era levantarse temprano y acostarse tarde, sirviendo a los hermanos y a cualquier persona que acudía a él.

A fines del año pasado, el Ministro General le envió una carta diciéndole que quería que fuera a Estados Unidos, a trabajar en California. Fray Tomás entró en crisis y dijo: "Padre, ¡Yo soy salvadoreño, yo soy latino! Mi pueblo esta en guerra y a mí no me parece que mi lugar será en los Estados Unidos. Quiero quedarme aquí: mándeme a donde más me necesiten, adonde los hermanos estén en apuros y yo pueda ayudar".

Y el Padre Ignacio, que está ahora hospitalizado igual que la secretaria de la parroquia, que está gravísima, le contó que en Matiguás teníamos una cooperativa de mil familias, una cooperativa maravillosa que se estaba levantando para producir y que él ahí podría trabajar de maravillas.

Entonces Fray Tomás me vino a visitar y me comunicó que quería quedarse, restituyéndome el boleto que la habían regalado. "Me voy a Matiguás, me voy a Nicaragua: no me voy a los Estados Unidos", me dijo. Se preparó y el 20 de abril ya estaba en Matiguás. El mismo día de su llegada empezó a trabajar.

¡En apenas tres meses ese hombre sencillo, ese hombre poco estudiado, ese hombre reacio a hablar, cautivó la simpatía de los niños, de los campesinos, de la gente, por su disponibilidad! Quienquiera que lo llamaba, siempre estaba disponible y en esta disponibilidad se mantuvo estos tres meses, arriesgando muchas veces la vida. Y ayer, como cualquier otro día dos mujeres de la parroquia se metieron en la montaña en búsqueda de unos documentos que necesitaban.

Fray Tomás y el padre Ignacio lo sabían y como a eso de las cuatro de la tarde se metieron en un camino a buscarlas, pues habían salido y regresarían a pie, solas, en aquellos caminos difíciles y peligrosos. Lograron salirles al encuentro y las encontraron cansada, viniendo de regreso.

Cinco minutos después de haber salido, la camioneta chocó con una mina. Habían pasado cinco minutos antes y la mina aún no estaba. La mina estalló y la camioneta fue lanzada a veinte metros de distancia y Fray Tomás terminó su caminata, en una montaña de Nicaragua. ¡En una montaña que no conocía, por recoger a dos mujeres nicaragüenses que no eran nada suyo, pero que en el Señor y como Fraile menor él se sentía en el deber de socorrer!

Hermanos: la vida de Fray Tomás, su sangre, se suma a la vía y a la sangre derramada de muchas personas. Yo siento que al caer en tierra de Nicaragua, sus sangre la santifica. Haber perdido a un hermano es motivo de dolor, pero también en este caso de alegría, porque vemos que él ha sido escogido para cumplir aquella maravillosa palabra de Jesús: "No hay amor más grande que dar la vida por los demás" ¡Cantidad de hermanos nicaragüense lloran y sufren en este momento por los demás! Nosotros debemos recoger esta vida y tratar de tomarla como ejemplo, pues Fray Tomás escogió venir acá para servir a los hermanos y para predicar el evangelio, pero no con palabras, sino con la vida. El quería dar su vida en vez de vivirla egoístamente.

Fray Tomás supo lo que hacía. En el camino varias personas le advirtieron: "Padre, no vaya, porque les puede pasar algo". A las 8 de la noche nos avisaron que había sucedido el percance. Y nos fuimos nosotros también a la montaña, ciertamente con miedo. En el camino encontramos campesinos y milicianos que nos saludaban y nos animaban, y llegando al lugar de los hechos encontré una compañía que, junto a los campesinos, estaba orando por el descanso de Fray Tomás. Nos estaban esperando, pues los hechos sucedieron a las 5 de la tarde y nosotros llegamos allá a las 9 de la noche.

Después de poner el cadáver en la camioneta, nos fuimos a Matiguás. Todo el pueblo, todas las autoridades civiles y militares, niños, gente de toda clase se hicieron presentes en un gesto de solidaridad en torno los hermanos que habían sufrido la violencia. En las lágrimas que veía y en los lamentos que escuchaba, sentí que si todos nos unimos, si todos compartimos lo que cada día nos ofrece la vida, hay entonces posibilidad de que se cumpla esta palabra del profeta que hemos escuchado.

Delante de esta tragedia, delante de esta muerte, tengo que confesar en el nombre del Señor, que ayer fue para mí un día tremendo, porque viniendo de Río Blanco, a las diez de la mañana, me encontré con un combate y tuve que cargar en el carro con unos compás heridos. En el rostro de esos muchachos vi la valentía de morir libremente y allí en el carro sentí que nos acompañaba el Señor. Cuando nos despedimos, les dije: "Hermanos, no me agradezcan nada; es al Señor al que tienen que agradecer.

Ayer fue un día de violencia, pero más que todo un día de solidaridad, un día en que sentí una vez más despertar la conciencia del pueblo nicaragüense, este pueblo amable y pobre que quiere superarse. Por eso les digo que las palabras del profeta, donde nos dice regresaremos a nuestra tierra y plantaremos nuestras viñas y podremos cosecharlas y cultivarlas en paz, se hacen para mí clave. En esta misma iglesia, el 14 de julio de 1979, les dije (tal vez algunos de ustedes estaban presentes en esa celebración) predicando sobre ellas, que yo sentía, escuchando la Palabra del Señor, que el próximo domingo estaríamos en paz. Y así fue. Al domingo siguiente pudimos celebrar la alegría. En medio de la cruz que ustedes cargan, siento yo una vez más que si la fe, que si la voluntad y el sacrificio (ese sacrificio que se suma al de miles de personas) están en nuestros corazones, el Señor también está en nuestros corazones. Y se cumple la palabra del salmo: la justicia y la paz se besan. ¡Y se cumplirá también la palabra del Evangelio, de que la muerte que hoy nos hace sufrir, será vencida!

Una vez más, el Señor está en medio de nosotros, compartiendo nuestro sufrimiento y asumiendo la muerte de Fray Tomás y las muertes de todos nosotros. Yo confieso que ayer, abrazando el cuerpo de fray Tomás, casi me rebelo: "¿Por qué Senor? ¿Que culpa tenía este joven religioso salvadoreño, que dejó su patria y apenas había ingresado a esta tierra? ¿Por qué? Pero entonces sentí resonar en mi corazón la palabra de Jesús sobre Lázaro: Si ustedes creen en mí, Lázaro esta vivo. Y yo creo que Fray Tomás está vivo. Y yo creo que Fray Tomás está vivo, vivo desde ahora para siempre en la memoria de Nicaragua y en el recuerdo de todos los que le conocieron. ¡Fray Tomas merece la ciudadanía de honor de toda Nicaragua!

Esta mañana, decenas de campesinos que apenas habían comenzado a trabajar con él en la cooperativa, vinieron a la casa cural... !Y vi llorar a esos hombres, quemados por el sol, porque realmente Fray Tomás estaba en su corazón! Y hubo una coincidencia, hermanos: ayer fue la fiesta de Santo Tomás.

El Señor pidió este sacrificio. Yo como superior de los franciscanos, en nombre de todos mis hermanos de Nicaragua, de Centroamérica y Panamá, me siento orgulloso de entregarles a ustedes esta vida, me siento conmovido por este privilegio que el Señor nos ha concedido una vez más a nosotros los franciscanos, pues vamos predicando la palabra no como asalariados sino a través de la entrega de nuestra vida.

¡Siento envidia por Fray Tomás, porque yo viví siete años en las montañas de Matiguás y pasé muchos peligros, pero nunca logré, alcanzar esa plenitud de entrega y de servicio! En el nombre del Señor, yo les entrego su vida; se la entrego a esta patria y ojalá que su mamá, sus hermanos y la patria entera de El Salvador puedan también hacer esta entrega.

Quiero concluir agradeciendo a todas las personas que desde ayer a las cinco de la tarde han vivido con nosotros esta tragedia: a los milicianos, a los que pusieron el cuerpo de Fray Tomás en la casa y lo cuidaron hasta las nueve de la noche, a los que encontramos en el camino...

No conozco sus nombres, no conozco sus rostros... Agradezco a las autoridades de Matiguás, que toda la noche nos pusieron a la orden todos los medios para poder comunicarnos con toda Centroamérica. Agradezco a los médicos, a los compañeros; no conozco su nombres, pero sí puedo decir que reconozco su entrega y su amor. Agradezco al pueblo de Matiguás y a todo el pueblo de Nicaragua.

Agradezco el Excelentísimo Señor Presidente Daniel Ortega, que hoy se hizo presente en el hospital civil de Matagalpa para compartir con nosotros este dolor, y agradezco también a todos los que lo acompañaban.

Agradezco este gesto de amor de esta ahora con nosotros, a todos los sacerdotes presentes y al Comandante Tomás Borge. Es un momento que nos hace sentir solidarios, no en torno a un gremio político, sino en torno a un hombre que ha dado la vida y que nos invita a ser solidarios, para que Nicaragua sea verdaderamente una Nicaragua libre, una Nicaragua en paz, una Nicaragua donde -como decía la Palabra del Señor se pueden edificar casa y se puede cosechar en abundancia, y no sólo para este pueblo, sino también para otros que también lo necesitan.

¡Qué Dios bendiga a Fray Tomás y lo acoja en su Reino!

Cuando recuperé el conocimiento, me estaba ahogando en mi propia sangre. Tenía encima el cuerpo de Fray Tomás, muerto. Cuando los campesinos me traían en una mula a Matiguás, en medio de aquellos dolores, yo ofrecía todo por la paz de mi pueblo y también por la unidad de la Iglesia. Duelen tantas divisiones en la Iglesia, divisiones ideológicas y a veces por encerrarnos en nuestro egoísmo. Ofrecía todo esto al Señor para que tanto sacrificio contribuya a ese diálogo sincero que tiene que hacer la Iglesia y el Estado.

Y lo ofrecía por la paz de mi pueblo, que es demasiado el martirio que ya ha vivido. Si estuviera delante del Congreso de Estados Unidos, yo les pediría que ya no den más dólares. Mientras haya dólares que la alimenten desde Estados Unidos, ahí va a estar la contra. Esos dólares significarán un martirio de quién sabe cuánto tiempo. Los frutos de esos dólares son sólo el dolor del pueblo. Yo creo que Francisco de Asís se la jugaría hoy en Nicaragua por la paz para el pueblo y por esas unidad de la Iglesia. Y eso es lo que más anhelamos sus hijos, los franciscanos".

(Padre Ignacio Urbina)

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