América Latina
La elección de Donald Trump: un desastre absoluto para América Latina
A la espera de lo que pueda hacer o deshacer en el mundo
el Presidente Donald Trump,
en América Latina
México será seguramente el país más afectado
por sus políticas migratorias y proteccionistas.
En toda la región, su elección se percibe como un desastre.
Jorge G. Castañeda
A pesar del comportamiento vulgar, la retórica insultante y la incitación virulenta que ostentó durante los últimos dieciocho meses el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, el mantra de los próximos días será inevitablemente que es hora de avanzar. Su oponente, Hillary Clinton, y el presidente Barack Obama ya le han deseado un mandato presidencial exitoso. Fuera de Estados Unidos, la atención se centrará en el control de daños, con el objetivo de proteger las relaciones entre Estados Unidos y Europa, la OTAN y los esfuerzos diplomáticos en curso en el Medio Oriente. Sin embargo, hay una región en el mundo a la que no le es posible adoptar una actitud de visión de futuro: América Latina.
Para empezar, desde el inicio de su campaña, Trump descartó los intereses nacionales de México y difamó la forma de ser de su gente. Prometió en repetidas ocasiones deportar a los seis millones de mexicanos indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos y obligar a México a pagar por la construcción de un muro en la frontera entre Estados Unidos y México. Y, además, dijo que renegociará el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés), desechará el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés) y que desalentará la inversión y la creación de empleos en México por empresas estadounidenses.
Es raro ver que una democracia avanzada elija a un líder que sea tan abiertamente hostil con un país vecino. Y si bien Trump no se ha dirigido específicamente a ningún otro país latinoamericano de esta forma, sus propuestas, de todos modos, podrían afectar a muchos de ellos, incluso a todos.
Cada país centroamericano es una fuente de migración hacia Estados Unidos, al igual que muchos países del Caribe y de América del Sur. Honduras, Guatemala, El Salvador, Cuba, Haití, República Dominicana, Ecuador y Perú tienen grandes poblaciones de ciudadanos documentados o indocumentados en Estados Unidos, y todos ellos sentirán los efectos de las políticas de Trump si son promulgadas.
Países como Chile, que negociaron de buena fe el TPP con Estados Unidos, México, Perú y los países de Asia y el Pacífico sufrirán las consecuencias de la postura proteccionista de Trump. Lo mismo ocurrirá con los diez países latinoamericanos que han firmado acuerdos bilaterales de libre comercio (TLC) con Estados Unidos durante los últimos 20 años.
En resumen, la elección de Trump es un desastre absoluto para la región. Sin embargo, muchos países latinoamericanos pueden optimistamente llegar a suponer que Trump realmente no quiso decir nada de lo que dijo durante los pasados dieciocho meses, que sus propuestas de políticas no fueron más que retórica de campaña y que, de todas maneras, no podría implementar la mayor parte de su agenda.
Pensadores ilusorios argumentarán que los miembros del Senado de Estados Unidos y de la Cámara de Representantes, liderados por republicanos, no son tan proteccionistas como Trump y que nunca adoptarían un acuerdo para revertir los TLC existentes. Algunos incluso podrían creer que los republicanos del Congreso van a presionar a Trump para que acepte el TPP o que Obama influirá hasta que sea aprobado por el Congreso antes de que él deje el cargo.
De manera similar, algunos observadores políticos en Estados Unidos y América Latina pueden argumentar que Trump no puede de ninguna manera implementar ninguna de sus descabelladas propuestas de política de inmigración. Los desafíos materiales y logísticos de arrear a millones de personas y construir una muralla son simplemente demasiado abrumadores.
Desafortunadamente, estas expectativas son ingenuas. Obama no tuvo problemas para deportar a más de 2 millones de mexicanos y centroamericanos durante sus ocho años de gobierno y ya existe un muro de separación a lo largo de más de 700 millas de la frontera entre México y Estados Unidos, que tiene una extensión de 1 mil 951 millas. No es difícil imaginar que Trump superará el récord de deportaciones de Obama y expandirá la división fronteriza en tantas millas como la expandieron sus predecesores desde el año 1993, cuando se comenzó su construcción en el gobierno del presidente Bill Clinton.
Del mismo modo, tenemos motivos sobrados para esperar que la Presidencia de Trump sea mala para el comercio. Trump debe su victoria a los votantes de estados (Ohio, Pennsylvania, Michigan y Wisconsin), que fueron afectados negativamente por el NAFTA y por la adhesión de China en el año 2001 a la Organización Mundial del Comercio. ¿Qué irán a decir todos los votantes de estos estados si Trump repentinamente comienza a ratificar nuevos Tratados de Libre Comercio?
Periodistas, académicos, empresarios, diplomáticos, y otros en todo el mundo, están luchando ahora por determinar lo que la presidencia de Trump significará para el futuro de los asuntos internacionales. Sin embargo, una cosa parece incuestionable: el orden internacional que surgió después del colapso de la Unión Soviética en el año 1989 cambiará. La normalidad habitual no continuará. Pero ninguna región sufrirá más la presidencia de Trump que el hemisferio occidental. Para los estadounidenses, y para los latinoamericanos por igual, la elección de Trump ha marcado el inicio de un camino difícil.
SECRETARIO DE RELACIONES EXTERIORES DE MÉXICO (2000-2003).
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