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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 71 | Mayo 1987

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Nicaragua

Reagan persiste: se amplía la resistencia

El forcejeo continúa. Porque Reagan, a pesar de estar más aislado cada día, persiste en su determinación de derrocar al gobierno sandinista. Y porque la revolución nicaragüense, a pesar del deterioro económico, continúa derrotando militarmente a la contrarrevolución y consolidándose políticamente, interna e internacionalmente.

Equipo Envío

El Presidente norteamericano, a pesar de estar más y más aislado cada día, persiste en su determinación de derrocar al gobierno sandinista. Y porque la revolución nicaragüense, a pesar del deterioro económico, causado en gran medida por la guerra, continúa derrotando militarmente a la contrarrevolución y consolidándose políticamente, tanto en lo interno como en lo internacional. Esta consolidación, ganada no sin altos costos, consolida a su vez a los sectores que desde Estados Unidos se oponen crecientemente a la política militarista de Reagan y a los que en el terreno internacional claman porque el forcejeo se transforme ya en una solución de convivencia, negociada y justa.

Reagan persiste: embargo, maniobras, contra

El 21 de abril, el Presiente norteamericano Ronald Reagan renovó por 6 meses más el embargo económico que había impuesto a Nicaragua el 1 de mayo de 1985. La razón aducida entonces -"las acciones y políticas del gobierno de Nicaragua representan una amenaza extraordinaria contra la seguridad nacional y la política exterior de Estados Unidos"- siguen vigentes, según el Presidente norteamericano. La ratificación del embargo es la ratificación de su política agresiva contra la revolución nicaragüense.

Ni el declive estratégico de la contrarrevolución en Nicaragua ni la oposición del pueblo y Congreso norteamericano a su política -alimentada cada día en las turbias aguas del escándalo Irá-Contragate- ni el fortalecimiento de fórmulas de paz en el ámbito internacional lo hacen desistir. Todo hace prever que este empecinamiento de Reagan con Nicaragua llegará hasta el último día de su segundo mandato presidencial.

En consecuencia con esta determinación se iniciaron en Honduras el 25 de abril unas nuevas maniobras militares entre los ejércitos de Honduras y Estados Unidos. Llevan el nombre de "Escudo Sólido 87" ("Solid Shield"). Hasta 50 mil soldados norteamericanos -cifra récord en la historia de estos ejercicios bélicos- se verán envueltos en la maniobra, que consta de dos fases. En la primera, se realizará una práctica de evacuación de civiles no combatientes de la base de Guantánamo (Cuba). Un grupo de portaaviones, encabezado por el US-Saratoga apoyará las acciones anfibias. En a segunda fase, se realizará un asalto anfibio en Puerto Castilla (Honduras). Las "Escudo Sólido 87" coincidirán parcialmente con las "Pegaso 87", un ejército aéreo, también en Honduras, en las que participarán 19 aviones y 7 helicópteros. Entre ellos, Thunderbold A-10, Corsaire A-7 y EC-130. Todos, aparatos diseñados específicamente para brindar apoyo aéreo a fuerzas que combate en tierra con unidades blindadas.

En lo que va de 1987 y antes de estas dos maniobras, se han desarrollado ya otras 7 maniobras militares en Honduras, entre las que destacaron las "Lempira 87", que contaron con la participación de la 237 División Aerotransportada del ejército de Estados Unidos y que, entre otras cosas, demostraron la capacidad de esta División para movilizarse en 48 oras desde su base en California a tierras centroamericanas. También se desarrollaron dos fases más de las ya prolongadas maniobras "Ahuas Tara". Los escenarios fueron esta vez los departamentos hondureños de Olancho, El Paraíso, Choluteca y Gracias a Dios, todos los que hacen frontera con Nicaragua.

A la prolongación del embargo económico y a las maniobras militares en Honduras, hay que sumar el anuncio de la próxima reorganización de la UNO (Unión Nicaragüense Opositora), que pasará a llamarse Resistencia Democrática Nicaragüense, y en la que habrá un Directorio de 7 miembros y una Asamblea Plenaria de 54 Delegados. Alfonso Robelo, que el 19 de abril anunció que no participará en esta nueva organización, justificó su postura pronosticando que quedaría bajo el control de Adolfo Calero y del ex-Coronel somocista Enrique Bermúdez, máximos jefes de la FDN. Esta reacción y la anterior renuncia de Arturo Cruz por similares razones evidencian que, a pesar de los repetidos procesos de maquillaje, el poder real de la contrarrevolución está en manos de los ex-guardias somocistas y que son éstos los auténticos "hombres de confianza" de la Administración norteamericana.

Por su parte, la contrarrevolución armada que actúa dentro de territorio nicaragüense continuó orientado su actividad militar hacia la voladura de torres de tendido eléctrico e incrementando sus ataques a objetivos civiles.

Todos estos signos, encaminados al desgaste económico -embargo y sabotajes- y a las presiones militares y políticas -maniobras y nueva fachada por los contras- indican con toda claridad que pese al esperado debilitamiento de la política Reagan hacia Nicaragua con el escándalo Irán-Contragate, el militarismo agresivo persiste, persistencia que al prolongarse irracionalmente se hace más peligrosa.

Nicaragua resiste la crisis económica

Resistir estas presiones y desgastes ha tenido, al cabo de 6 años de guerra, serias consecuencias para la economía nicaragüense. Es posible que la principal esperanza que aliente hoy el empecinamiento de Reagan sea el fuerte deterioro económico, al que intenta hacer frente al gobierno nicaragüense.

Este deterioro fue puesto una vez más de manifiesto en el mes de abril con el vertiginoso aumento de los precios de todos los artículos después de un aumento del salario de los trabajadores. El aumento salarial -acordado en marzo e implementado en abril- va desde un 100% para los trabajos menos complejos hasta un 46% para los más complejos.

A pesar de este sustancial incremento, las reacciones y trabajadores en general no fueron muy entusiastas. Más bien predominó el escepticismo. La inflación está en la raíz de ese escepticismo. Los precios siempre corren más rápido que los salarios, distorsionando increíblemente la capacidad adquisitiva de la población nicaragüense. La Central Sandinista de Trabajadores (CST) y la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC) insistieron en que el problema reside en esa brecha, que cada vez se hace mayor.

La inflación se ha transformado en un fenómeno, difícilmente controlable. Aunque no se han publicado cifras de ésta en 1987, según cifras preliminares de la CEPAL, el índice de inflación en Nicaragua en 1986 llegó casi al 780%, siendo el más elevado de toda América Latina.

Esta situación explica, en gran medida, un fenómeno que también incide en el deterioro de la economía: la altísima rotación laboral que soporta la ya débil industria nicaragüense. Según datos de la CST, de 12.896 trabajadores industriales que comenzaron a laborar en 1986, 7.689 cambiaron de trabajo antes de llegar a fin de año, insertándose en muchos casos en el comercio informal especulativo. La rama con mayores dificultades es la textil. En ella comenzaron en 1986 a trabajar 5.211 trabajadores y al final del año ya se habían ido 3,272, debiendo contratarse durante estos 12 meses a 3,844 nuevos obreros.

En el encuentro de las fuerzas sindicales del país con el Presidente Daniel Ortega y sus ministros -en una reunión semanal conocida en Nicaragua como "De Cara al Pueblo"- se hizo ver que el reajuste salarial no pretende resolver los problemas de los asalariados y que apenas forma parte -señaló el Presidente- de un conjunto más amplio de medidas: el abastecimiento preferencial al sector productivo y los incentivos por rendimiento, medidas que procuran proteger a los trabajadores frente a la inflación. La guerra de agresión y la crisis económica internacional, que tanto está afectando a todo el Tercer Mundo, fueron señaladas por el gobierno en ese encuentro como los principales factores que provocan la crisis.

Los trabajadores, por su parte, más que en la dinamización de la política salarial, insistieron en que para mejorar la difícil situación por la que atraviesan resultan más adecuados los incentivos ligados al rendimiento en el trabajo, un mejor abastecimiento a los asalariados a través de los comisariatos de las empresas y los supermercados populares y medidas realistas que prioricen efectivamente los centros de trabajo.

Aunque eso no signifique una solución a acorto plazo frente al alza del costo de la vida, sí puede ofrecer a los trabajadores la posibilidad de alguna protección frente a ésta y la de defender con esfuerzo la estabilidad de su puesto de trabajo. Esta estabilidad es urgente. Es la garantía de la respuesta productiva que podrá asegurar la sobrevivencia del país en medio de una guerra tan costosa. La urgencia de que el gobierno, habitualmente, eficazmente, administre la crisis aparece, pues, como el trasfondo del diálogo entre el gobierno y los sindicatos del país.

Nicaragua resiste. La esperanza de Reagan reside cada vez más en que esa resistencia se quiebre en el terreno económico. En que esa crisis económica genera una desestabilización política y en que ese clima favorezca sus propósitos de derrocar al gobierno sandinista.

Nicaragua resiste: consolidación política y militar

La esperanza de Reagan puede resultar fallida. Las situaciones político-ideologicas no se desprenden mecánicamente de las económicas. Y en el ámbito político-ideológico, la resistencia de la revolución nicaragüense sigue cosechando éxitos.

A la creciente estabilidad del sistema pluripartidista y al mejoramiento de las relaciones entre el gobierno y la jerarquía católica por medio del diálogo se ha sumado este mes un hecho importante: la aprobación, por parte de los pobladores de la Costa Atlántica de su proyecto de autonomía, al que para constituirse en Ley del país le falta ya solamente su próxima ratificación por la Asamblea Nacional.

Alrededor de 210 dirigentes costeños, representantes de todas las comunidades y etnias de esta mitad geográfica del país, aprobaron el Proyecto el 24 de abril en una Asamblea Multiétnica celebrada durante tres días en Puerto Cabezas. La reunión fue el resultado y culminación de un extenso e intenso proceso de discusión que se había iniciado en diciembre de 1984.

El Proyecto recoge la legalidad histórica de los derechos de la Costa Atlántica, expresa la lógica que le da origen y reafirma la unidad en la diversidad del Atlántico con el Pacífico, en la construcción de una nueva Nicaragua. Propone la instalación de dos Gobiernos Regionales con sus respectivos Parlamentos Autónomos, uno en el norte y otro en el sur del Departamento de Zelaya -al que los costeños proponen cambiar el nombre-. La instancia máxima del gobierno autónomo será un Consejo Regional, regido por un Coordinador y con la representatividad de todas las etnias.

Una de las partes más vitales de la futura ley es lo referente al uso de los recursos naturales de la zona, durante largos años explotados y saqueados por compañías transnacionales. Estos recursos son la columna vertebral del futuro desarrollo económico de la Costa, riquísima en bosques, minas y pesca. Los Consejos Regionales serán los encargados de administrar las empresas de la región y el acceso a sus beneficios, con apoyo del gobierno central.

El proyecto de autonomía la futura ley, es la piedra angular para la solución de los problemas que han enfrentado históricamente a la Costa Pacífica y a la Costa Atlántica de Nicaragua. Es el primer paso de un largo camino, que hoy se empieza a recorrer. La ley no es una llave mágica, sino una guía para la práctica cotidiana, un instrumento para la acción, para las acciones. De todas formas, una importante puerta se ha abierto ya y el proceso hacia la autonomía, que concluirá en la ley, ha logrado, combinado con la permanente amnistía ofrecida por el gobierno, el "desalzamiento" de 1,200 indígenas que empuñaron en algún momento sus armas contra el gobierno sandinista.

Este proyecto de ley es también expresión del avance que ha habido en la comprensión del gobierno sandinista de las realidades socioculturales de la Costa. En la clausura del acto de Puerto Cabezas, el Comandante Tomás Borge, quien preside la Comisión de Autonomía, lo afirmó claramente:

"Esta ley es la afirmación de honradez de quienes nunca hemos negado nuestros errores... Reconocemos la diversidad social y la diversidad étnica entre las fuerzas motrices de la revolución en las condiciones particulares de Nicaragua. Hemos sido capaces de asimilar lecciones, hemos abierto los ojos y hemos tenido modestia para enriquecer nuestro conocimiento de la realidad".

De esta manera, mientras en una mitad de Nicaragua, en el Pacífico, los partidos políticos y la Iglesia Católica se enmarcan crecientemente dentro del nuevo orden revolucionario ahora también la Costa Atlántica, con su aprobado Proyecto de Autonomía, contribuyen significativamente a la estabilización política del país. Este triángulo político estabilizador -vínculos nuevos con partidos, jerarquía y etnias costeñas- no deja de constituir también un escudo sólido.

A esta consolidación política del sandinismo se añade, como viene sucediendo desde hace ya muchos meses, la continuidad en los éxitos militares del ejército nicaragüense. El mes de abril confirmó la tendencia al declive estratégico de la contrarrevolución. El 25 de abril el Ministro de Defensa, Humberto Ortega, informó que en los 4 primeros meses de 1987 la contrarrevolución había sufrido 1,500 bajas, de las que 1,400 eran muertos y 100 capturados. El ejército sandinista, por su parte, tuvo, según esta misma fuente, 300 muertos en el mismo período.

Ese mismo día, el General Ortega informó que también en el mes de abril el ejército de Nicaragua había realizado un ataque comando con explosivos contra la base contrarrevolucionaria conocida como Centro de Instrucción Militar (CIM), ubicada en zona fronteriza con Honduras, provocando un alto número de muertos y heridos. También en el mes de abril la seguridad nicaragüense capturó a dos grupos terroristas que planeaban destruir instalaciones eléctricas en distintos puntos del país.

Todas estas expresiones de llevar la ofensiva en la guerra de los contras se complementan con la preparación, nunca abandonada, por una eventual guerra de los marines. Las maniobras realizadas por el ejército nicaragüense -especialmente por miembros de la reserva- preparando la llamada defensa circular de Managua y de otras ciudades del Pacífico son parte de estas previsiones ante amenaza tan concreta como las que representan en esta coyuntura las maniobras "Escudo Sólido".

Al "triángulo político estabilizador" -pluripartidismo, diálogo con la jerarquía católica y autonomía costeña- se mantiene estrechamente unida esta actividad militar de doble variante: la ofensiva en la guerra contrarrevolucionaria y maniobras internas en Nicaragua que juegan, principalmente, el papel de disuadir a Reagan de la eventual intervención directa en que podría desembocar su persistente política agresiva.

En estos momentos, los factores internos de Nicaragua, pese a las grandes dificultades -especialmente económicas- muestran la continuidad de la consolidación y de la institucionalización de la revolución. En su conjunto no diseñan un escenario favorable al desenlace tan deseado por Reagan.

Oposición en Estados Unidos a la política Reagan

Esta realidad interna de Nicaragua, unida a sus consistentes éxitos diplomáticos, son factores que están sirviendo de base material a quienes en Estados Unidos, y desde la propia lógica política norteamericana, se oponen crecientemente a la política Reagan hacia Nicaragua.

En esa dirección se sitúa, por ejemplo, la votación del 24 de abril en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, donde por 10 votos contra 9 se rechazó la venta a Honduras de 12 aviones de combate del tipo F-5E. El Comité limitó también a 150 millones de dólares la asistencia militar norteamericana a los cuatro países aliados de Estados Unidos en Centroamérica, lo que supone un recorte de 61 millones con respecto a lo solicitado por la Administración Reagan. El senador demócrata Christopher Dodd argumentó en esta ocasión que la dotación a Honduras de aviones F-5E supondría alentar la escalada armamentista en Centroamérica y dar razones a Nicaragua para justificar una posible adquisición de los caza soviéticos MIG-21.

Pero la oposición a la política Reagan no sólo se expresa en los ambientes legislativos. Tiene una expresión cada vez más creciente en las calles norteamericanas. El 25 de abril una gran marcha de protesta -la más nutrida que se recuerda desde los tiempos de Vietnam- vinculó dos puntos del globo en lo que la política Reagan es cada vez más criticada: Sudáfrica y Centroamérica. Unos 100 mil manifestantes -sectores religiosos, académicos, pacifistas y sindicales- pidieron ante la Casa Blanca el fin de apartheid y el cese de la intervención norteamericana en Centroamérica. Al día siguiente más de 500 personas opuestas a la política de guerra de la Administración Reagan en Centroamérica fueron apresadas tras participar en una manifestación pacífica frente a la sede de la CIA.

Pero la oposición de los norteamericanos no sólo se da dentro de los Estados Unidos. También tiene expresiones en el interior mismo de Nicaragua. Diez veteranos de la guerra de Vietnam evaluaron este mes de abril una larga caminata que habían realizado por la región norte de Nicaragua, en zona de guerra, sin aceptar protección del ejército sandinista, como una forma de solidarizarse -por medio de una acción no violenta- con el pueblo de Nicaragua y contra la política de la Administración republicana.

Los caminantes declararon que durante su recorrido -en el que escucharon disparos y bombas de enfrentamientos cercanos- mantuvieron la inspiración del líder pacifista norteamericano Martin Luther King. Uno de ellos señaló que había experimentado la fe, la esperanza y el amor de los pobres, lo que le había dado una fe más profunda en Dios. Entre los caminantes estaba Brian Wilson, uno de los ayunantes en las escalinatas del Capitolio de Washington durante el pasado otoño.

Lo errado de la política Reagan en Nicaragua se puso en manifiesto con un clamoroso signo, sólo unos días después de todas estas manifestaciones opositoras. El 28 de abril los contrarrevolucionarios financiados por el gobierno norteamericano asesinaron al norteamericano Benjamín Linder, quien prestaba servicios como cooperante civil en un proyecto hidroeléctrico y de agua potable que se desarrolla en El Cuá-Bocay (Jinotega), la zona campesina donde cayó. Linder es el primer norteamericano asesinado en Nicaragua por la contrarrevolución.

Ocho europeos y más de una docena de cubanos, también cooperantes civiles, fueron asesinados antes que él. Linder, de profesión ingeniero mecánico y de vocación -y también de estudios- payaso y malabarista vino a Nicaragua en 1983, trabajando unos meses en el Circo Nacional y después en el diseño de mini-centrales hidroeléctricas. Hacía cuatro meses que había entregado a la Junta Municipal de El Cuá una planta de 125 kilowats, que desde entonces es administrada por la comunidad. A partir de noviembre/86 Linder colaboraba directamente con el gobierno regional de Matagalpa-Jinotega en el trabajo de hacer llegar la luz eléctrica y el agua potable a las comunidades campesinas. No cobraba un sólo centavo y había seguido financiamiento para este proyecto a través del Comité de Solidaridad con Nicaragua de Portland, la ciudad donde vivía. El día de su muerte se encontraba en La Camaleona, cerca de San José de Bocay, con otros campesinos estudiando sobre el terreno y totalmente desarmado, detalles para la instalación de otra planta hidroeléctrica.

Los contrarrevolucionarios los sorprendieron en un recodo del camino, y los ametrallaron lanzándoles granadas de mano. Los tres, ya heridos e indefensos fueron luego rearmados por los mismos contrarrevolucionarios: los campesinos Pablo Rosales y Sergio Fernández, apuñaleado en el corazón y con un balazo en el oído, respectivamente, mientras Benjamín Linder, ya inmovilizado por las heridas en las piernas y en el brazo izquierdo, recibió el golpe mortal con un balazo en el rostro, disparado a quemarropa.

A tales conclusiones, llegaron tres médicos -uno nicaragüense y dos norteamericanos- que examinaron los cadáveres, encontrando en los puntos señalados huellas de pólvora que indican que los disparos fueron efectuados a distancias muy cortas. Al hacer estas revelaciones, la familia Linder denunció además que estas circunstancias confirman que el asesinato fue premeditado por los contrarrevolucionarios, quienes en los días precedentes al hecho, estuvieron siguiendo los movimientos de Benjamín Linder y preparando las condiciones de la emboscada. Los contras sabían quienes eran y que hacían. Esto no fue un accidente sino un asesinato, declaró David Linder, padre de Benjamín.

La familia de Linder compartía la opción de su hijo. Sus padres y hermanos viajaron a Nicaragua a expresar a los nicaragüenses su solidaridad con la causa revolucionaria y sus deseos de paz. Los restos del cooperante asesinado fueron enterrados en la ciudad de Matagalpa, llevados en hombros por el propio presidente de Nicaragua. "Me siento orgulloso -dijo el padre de Benjamín- de conocerlos y de que los restos de mi hijo descansen en paz, junto a ustedes en esta tierra que él tanto amó".

El día Primero de Mayo, la familia de Linder, conmovida -y con una firmeza conmovedora- participó en la manifestación de los trabajadores nicaragüenses en la Plaza de la Revolución, hablando sus dos hermanos desde la tribuna en la que se presidían los actos. "la guerra debe cesar ya" -fue el mensaje de la hermana de Benjamín-. Su hermano, como ya lo había hecho en Estados Unidos, responsabilizó al propio Presidente Reagan -que declaró "Yo soy un contra"- del asesinato de su hermano. Andrew Young, alcalde de la ciudad norteamericana de Atlanta, que se encontraba en Nicaragua cuando sucedieron los hechos, declaró en Matagalpa: "Quiero que los nicaragüenses sepan que el pueblo de los Estados Unidos es el pueblo de Benjamín y no en el pueblo de Ronald Reagan".

La creciente oposición a la política de Reagan dentro del Congreso y el pueblo norteamericano abre un espacio para ir materializando algunas alternativas hacia una solución negociada que el Partido Demócrata de Estados Unidos intenta plantear. Así, esta oposición, expresada de diferentes modos -y ahora con el signo vivo de un mártir- es a la vez espacio y soporte de esas necesarias nuevas políticas de convivencia.

Oposición internacional a la política Reagan

Las contradicciones y divisiones creadas al interior de Estados Unidos por la política de la Administración Reagan hacia Nicaragua tiene su correlato a nivel centroamericano.

Según ha avanzado el declive estratégico de la contrarrevolución y las victorias diplomáticas consolidan a la revolución sandinista en el plano internacional, los países centroamericanos han tendido a dividirse. Hoy, Costa Rica y Guatemala adoptan posiciones que buscan una salida política a la crisis centroamericanas, mientras que Honduras y El Salvador siguen apoyando -aunque siempre con sus matices- las opciones militaristas de la Administración.

Lo más novedoso en esta situación ha sido el cambio de posiciones de Costa Rica en los últimos meses. En abril, los días 7 y 8, una misión oficial costarricense visitó Nicaragua, para presentar oficialmente al gobierno sandinista el Plan Arias. La misión la formaban Enrique Obregón -actual asesor de la Presidencia y miembro del gobernante Partido de Liberación Nacional-; Abel Pacheco -del partido opositor, Unidad Social Cristiana, aspirante a la presidencia en el próximo período- y Farib Ayales, quien durante la visita recibió el beneplácito del gobierno nicaragüense como nuevo embajador costarricense. Obregón y Pacheco tenían ya antecedentes de cercanía a algunos funcionarios del gobierno nicaragüense. Como gesto simbólico, la misión trajo a Nicaragua unos lentes que pertenecieron a Carlos Fonseca, fundador del FSLN, mientras éste vivió en Costa Rica. La visita fue calificada como un éxito, tanto por la parte costarricense como por la parte nicaragüense.

Unos días después, en Roma, en la reunión de la Internacional Socialista, el Comandante Bayardo Arce se entrevistó con Rolando Araza, representante del Partido de Liberación Nacional costarricense. Según un cable de la agencia EFE, Nicaragua y costa Rica habrían alcanzado en Roma un importante acuerdo sobre la cuestión fronteriza. Aunque el acuerdo habría sido verbal y extraoficial y, de hecho, ningún documento de la reunión se refiere a él, EFE dijo saber de fuentes solventes que Nicaragua se habría comprometido a retirar la querella planteada ante el Tribunal Internacional de La Haya sobre el uso de territorio costarricense por parte de la contrarrevolución siempre y cuando se diera un acuerdo que regulara las fronteras, de tal manera que se imposibilitara en ella la actividad contrarrevolucionaria.

A su regreso a Nicaragua, Arce no confirmó exactamente la versión de EFE en el sentido de que Nicaragua retiraría militarmente su demanda, pero señaló que consideraba factible el retiro de la querella en caso de producirse un acuerdo extrajudicial entre ambos países.

Tanto la visita de la delegación tica a Managua como el encuentro de Roma evidencian un acercamiento entre Costa Rica y Nicaragua producido al calor de la iniciativa de paz del Presidente Arias. A estos hechos de distensión hay que sumar la visita que a finales de marzo realizó el Presidente guatemalteco Vinicio Cerezo a Nicaragua, en donde los dos países reafirmaron su voluntad de buscar soluciones políticas a la crisis centroamericana en el marco de Contadora, especialmente mediante la reunión de dirigentes centroamericanos que se celebrará en junio en Esquipulas (Guatemala).

Las reticentes declaraciones que sobre el Plan Arias han hecho los Presidentes Duarte y Azcona, de El Salvador y Honduras, muestran cada vez con más claridad la división entre los países centroamericanos sobre la solución que debe darse a la problemática de la región. La visita de Philip Habib a Costa Rica para discutir el Plan de Paz de Arias expresa que Estados Unidos tratará de alterarlo, especialmente en lo que se refiere al cese inmediato de la ayuda a la contrarrevolución. Por eso Arias viaja a Europa: para encontrar apoyo en otros frentes. Por eso declaró este mes que está "profundamente inquieto" sobre el futuro de su Plan y que piensa que éste no será aprobado por los presidentes centroamericanos en Esquipulas.

Con aprobación o no, la actual división en Centroamérica se puede evaluar ya como un retroceso para los planes de la Administración Reagan, que hasta hace muy poco y durante mucho tiempo mantenía unificados a los cuatro países centroamericanos contra Nicaragua. Se puede evaluar también como un espacio abierto para las alternativas de los demócratas. está por ver hasta que punto Costa Rica y Guatemala podrán mantener ese margen de autonomía frente a Reagan. No hay que olvidar que las gigantescas maniobras que se desarrollan en Honduras son también un instrumento de presión y de advertencia contra estos países y que la ayuda económica que la Administración consiguió por fin para Centroamérica el 24 de abril -400 millones en total (160 para El Salvador, 100 para Costa Rica, 80 para Guatemala y 60 para Honduras)- tiene un "precio".

Si hay división entre los centroamericano, hay cohesión entre los países latinoamericanos que forman el Grupo de Contadora y el Grupo de Apoyo. Los 8 cancilleres de estos países se reunieron en Argentina a mediados de abril y señalaron que "su compromiso de trabajar por la paz se ve fortalecido por los hechos como la reunión de los cinco presidentes centroamericanos en Esquipulas", "subrayan la importancia de la propuesta del Presidente de Costa Rica, Oscar Arias, por la voluntad de reactivar el proceso negociador" y "convencidos de que es obligación moral de todos el contribuir a la creación de un clima político para el diálogo entre los centroamericanos, exhortan a los países directamente o indirectamente involucrados en el conflicto, a abstenerse de cualquier acción o hechos de fuerza o intimidación", lo que supone una crítica implícita a la persistencia de la política agresiva de Reagan, expresada en estos momentos, por ejemplo, con tan gigantescas maniobras militares.

El apoyo del Grupo de Contadora y de Apoyo -cuyos gobiernos representan el 90% de la población latinoamericana- a una solución política para la crisis centroamericana se ha visto también reforzado cuando estos países han empezado ya a discutir en Argentina, además del tema centroamericano, otros temas de interés común -planes de cooperación económica y tecnológica, compatibilidad de normas jurídicas, integración en el ámbito de las telecomunicaciones-, sin que faltara en la agenda el tema de la deuda externa. Yendo más allá del específico tema de la crisis centroamericana e iniciándose con estas discusiones un foro latinoamericanista independiente de los Estados Unidos -situación que no permite la OEA-, Contadora se fortalece en el ámbito internacional. Esta fortaleza hace más difícil a la Administración Reagan el intento de marginar a Contadora del proceso centroamericano.

Se trata de una dialéctica que perjudica a Reagan. Porque los países representados en Contadora y Grupo de Apoyo necesitan fortalecer a Centroamérica y, a la vez, fortalecerse ellos mismos. Expresan la defensa de intereses latinoamericanos que para lograrse tienen que pasar por la solución pacífica del conflicto centroamericano y una eventual derrota de Nicaragua, frente a la Administración Reagan, implicaría también una derrota de las posiciones latinoamericanistas que ellos defienden ante Estados Unidos en otros muchos terrenos.

Otros apoyos importantes a nivel internacional ha tenido Contadora y su propuesta de solución negociada. Apoyos que también son expresiones de resistencia a la política Reagan.

El 26 de abril, en La Habana, el Grupo de los 77 -integrado realmente por 127 países del Tercer Mundo-, preparando la próximo reunión en Ginebra de la UNCTAD, organización de la ONU para el Desarrollo, rechazó el embargo comercial impuesto por Estados Unidos a Nicaragua y exigió el inmediato cumplimiento del fallo de la Corte de La Haya.

Por esos mismos días sesionó en Managua (27 abril-2 mayo) la Unión Interparlamentaria Mundial en su 77a. Conferencia. Delegados de 86 países -de 107 que integran la UIP- cifra récord en este tipo de reunión, y de los más diversos colores políticos, discutieron en Managua varios temas previamente elegidos -el problema de Oriente Medio, la situación económica internacional, etc.- añadiendo en su agenda, por decisión mayoritaria, la problemática de Centroamérica.

La reunión fue para Nicaragua un notable éxito político-diplomático. Porque, a pesar de la debilidades infraestructurales de una ciudad como Managua, los mecanismos organizativos respondieron con mucha eficacia. Porque, a pesar de que algunos juzgaron que por ser Nicaragua la sede se iban a producir tensiones y retóricas innecesarias, esto no sucedió. Mas bien, la delegación nicaragüense mostró su capacidad y flexibilidad para actuar como mediadora, entre representantes de países enfrentados e incluso para dialogar creativamente con la delegación norteamericana.

Y, finalmente, porque en la resolución final sobre Centroamérica el apoyo expresado a Contadora, y a una "solución latinoamericana" y el llamado -explícito- hecho a Estados Unidos para que acate el fallo de La Haya y el implícito para que deje de ayudar a los contrarrevolucionarios -entre otros muchos acuerdos- representa una expresión del aislamiento en el que se encuentra la Administración republicana del Presidente Reagan.

El forcejeo. En la medida en que Reagan persiste en su proyecto de guerra -desprestigiado políticamente tras el Irán-Contragate y en declive militar dentro de Nicaragua- se aísla más en Estados Unidos e intencionalmente. La perspectiva de Reagan genera resistencia. Y en la medida en que Nicaragua resiste las presiones, otros sectores se van sumando a la resistencia. Resistencia creciente de los norteamericanos, nuevas resistencias en algunos países centroamericanos y renovadas resistencias en los 8 países latinoamericanos integrados en la iniciativa de Contadora. La resistencia internacional se amplía. Pero este aislamiento no parece hacer desistir al Presidente de los Estados Unidos. Su actual empecinamiento obliga a dejar abiertos viejos interrogantes que siguen siendo dramáticos.

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