Centroamérica
Balances, problemas y convergencias en esta hora
¿Cuáles son las tendencias más apreciables
en Centroamérica
en esta hora de prolongación del conflicto de baja intensidad
impuesto por la política de Estados Unidos?
Equipo Envío
Tiende a aumentar la intransigencia norteamericana
la guerra tiende a prolongarse
Los golpes estratégicos que el Ejército Popular Sandinista ha asestado a la contrarrevolución nicaragüense, el continuo aumento de potencial militar en el FMLN de El Salvador, y la capacidad de salir a flote y de avanzar lentamente de la URNG en Guatemala, permiten obtener un saldo relativamente favorable a los nuevos sujetos históricos en el balance del conflicto. La relativización del saldo no proviene solamente del diverso nivel de avance hacia el triunfo en los procesos mencionados, sino sobre todo de la dificultad de consolidar políticamente eso hizo diversos niveles. Ambos aspectos provocan, por el momento, una creciente intransigencia norteamericana traducida en un creciente intervencionismo y en la consiguiente prolongación de la guerra. Por otra parte, el gobierno norteamericano parece haber ido ganando margen de tolerancia internacional para esta intransigencia, tal vez no del todo en los foros internacionales peor sí respecto de cada uno de los gobiernos.
El proyecto norteamericano para contrarrestar al nuevo sujeto histórico en Centroamérica no está funcionandoLa agresión - primero encubierta, más tarde abierta- del gobierno norteamericano a la revolución sandinista no ha logrado ni llevar al pueblo nicaragüense a actitudes masivas de protesta ni hacer surgir en su interior un frente creíble de resistencia. Las palabras con que el Secretario de Estado, Alexander Haig, anunció que los planes norteamericanos eliminarían en un plazo de meses en 1981 a la insurgencia salvadoreña, se revelaron notablemente ingenuas. Tras cinco años de lucha el FMLN posee mayor capacidad de respuesta flexible a la estrategia norteamericana (ya tantas veces modificada) y el modelo de democratización más dirigido del Istmo esta debilitándose en su segundo año de gobierno. Guatemala ha impedido a los EE UU un frente unido de los países centroamericanos contra Nicaragua en el foro de Contadora. Es en Honduras y en Costa Rica, países no centrales para el desarrollo de la región, donde el proyecto norteamericano ha fracasado menos. En el primero, sin embargo, la falta de generosidad económica de los EE UU y su incapacidad de dar importancia al recelo con que los militares hondureños miran a sus congéneres salvadoreños, ha sembrado semillas de discordia.
Las consecuencias de que el modelo costarricense se derrumbe, víctima de la militarización y de la subsiguiente renuncia a la neutralidad militar, sólo conseguirán hacer más complejo el conflicto centroamericano. Tal vez más importante para el fracaso del proyecto norteamericano es la disminución del dinamismo de oligarquías y burguesías en las economías centroamericanas de los países con mayor grado de conflicto. El proyecto norteamericano no ha logrado aún devolverles la confianza necesaria para reinvertir parte de sus capitales fugados. Ni siquiera ha conseguido detener el flujo de descapitalización, obligando al gobierno norteamericano a mantener un subsidio económico permanente y creciente para suplirlo.
La prolongación del conflicto aumenta el sufrimiento y la frustración del pueblo y distorsiona la economíaLa prolongación de la guerra, al subordinar la racionalidad autónoma de la economía a factores político-militares, incrementa el desabastecimiento y la inaccesibilidad de los bienes fundamentales para las mayorías. Los costos cobrados en el crecimiento de los niveles de hambre, enfermedad y desempleo son cada vez más intolerables, precisamente porque han sido precedidos por períodos en que un cierto crecimiento sostenido de la economía global provocó un estallido de aspiraciones. El mismo fenómeno de prolongación del conflicto desalienta las actividades productivas, fomenta el florecimiento artificial de economías de comercio, de servicios y de consumo de lujo para las minorías. La pequeña economía informal permite, sin embargo, mecanismos de sobrevivencia a notables proporciones de las masas populares urbanas ;pero a lo largo ejerce tales presiones de urbanización desmedida que agrava la crisis, al empequeñecer el territorio económico nacional productivo.
Se agota la capacidad reformista de los de los "democratizantes" y se dificulta el énfasis revolucionario en la participación políticaLa prolongación del conflicto conduce a experimentar con modelos políticos "democratizantes" de recambio. Pero la misma prolongación insistiendo sobre la salida militar fundamental al conflicto, agota rápidamente la credibilidad de tales modelos. La consecuencia es que el camino de las reformas sociales parciales, conducidas desde un composición de poder fundamentalmente estable, se hace cada vez menos viable. La misma prolongación del conflicto sólo será favorable a los nuevos sujetos históricos si logran redimensionar el énfasis en la defensa, la combatividad o la resistencia, con proyecto viables de creciente participación política autónoma de las masas organizadas.
Los nuevos proyectos históricos están perdiendo la lucha ideológica internacional y tienden a ir ganando la nacionalDe momento, la prolongación del conflicto está llevando a que los nuevos sujetos históricos centroamericanos vayan perdiendo la lucha ideológica a nivel internacional, sin excluir aquella que se libra en la subregión conducida desde los EE UU, la incapacidad europea de comprender las necesidades militares y coercitivas excepcionales de los proyectos revolucionarios sometidos a la guerra, y la prevalencia en una parte importante de la Iglesia Católica mundial de actitudes de temor y de cuidado extremoso por los intereses de su propia seguridad (doctrina, disciplinar, etc.) ha hecho disminuir la concentración sobre Centroamérica. Sin embargo, a nivel internacional, en la lucha entre los dos países culturales y los dos "dioses" que se disputan la identidad cultural de los pueblos centroamericanos, el balance puede ser más positivo en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, permaneciendo Honduras como incógnita. Si la marcha de la lucha ideológica internacional no cambia de signo, será mucho más difícil activar la solidaridad de gobiernos y pueblos, con consecuencias muy graves, que veremos en seguida.
La prolongación del conflicto ha aumentado la resistencia de los pueblos latinoamericanos y en grado menor la de sus gobiernos frente al proyecto norteamericanoLos recibimientos al Presidente nicaragüense en Argentina, Uruguay y Brasil, la reacción de un parte muy importante de la Iglesia de Brasil y de México ante el llamamiento a luchar por la paz del P. Miguel D'Escoto, la acogida de Iglesia y pueblo a los refugiados guatemaltecos en México (Chiapas), y tantos otros indicios, apuntan hacia el mantenimiento de la solidaridad popular de las mayorías latinoamericanas con el nuevo sujeto histórico centroamericano y a su aumento.
La constitución del grupo de Apoyo a Contadora (Argentina, Brasil, Uruguay y Perú), aun sin haber dado de sí todavía lo que es su potencial, significa un avance en la solidaridad de los gobiernos latinoamericanos con la pervivencia de la revolución nicaragüense que puede llegar a comprender las vacilaciones de Contadora. La presión norteamericana, económica y política, crece también continuamente intentando preservar su derecho a intervenir en los conflictos latinoamericanos. Pero tiene que contrarrestar una conciencia cada vez mayor de que la intervención norteamericana es el mayor peligro para la estabilidad de sociedades precariamente sostenidas en equilibrio.
La solidaridad internacional con el nuevo sujeto histórico centroamericano tiende a disminuir a medida que el conflicto se prolongaLa solidaridad internacional, a nivel mundial, tiende a disminuir, después de haber alcanzado niveles muy altos. Esto es claro respecto a los movimientos revolucionarios de El Salvador y Guatemala (nuevamente, más claro a nivel de gobiernos individuales que a nivel de foros internacionales): se mantienen las denuncias de las violaciones a los derechos humanos e incluso aumentan, pero disminuyen la información práctica en iniciativas políticas. la solidaridad se conserva con respecto a la revolución nicaragüense, aumentando incluso su nivel en la esfera socialista de influencia. Pero en los EE UU y en Europa los niveles de solidaridad gubernamental resultan también insuficientes, si bien la posición de la Comunidad Europea en Luxemburgo hace concebir esperanzas.
La fase de preparación de la intervención norteamericana (eufemísticamente llamada "guerra de baja intensidad") consigue, con su efecto en la prolongación del conflicto, una solidaridad de baja intensidad, un cansancio en los esfuerzos por obtener la paz. A pesar de que se condena el embargo norteamericano a Nicaragua, se proclama la "sovietización" de Nicaragua por acudir en busca de ayuda de sobrevivencia a la URSS cuando no se le ofrecen otros canales eficaces. Este tipo de reacción descubre la desconfianza latente en la capacidad de originalidad de las revoluciones centroamericanas. No existe aún una suficiente comprensión del nuevo orden mundial que estos pequeños pueblos están propugnando; no existe tampoco la opción de valorar las cuestiones éticas en juego.
Este balance es tanto más grave cuanto que de la solidaridad internacional podría derivarse un peso decisivo hacia la negociación por una paz justa y un obstáculo crucial al paso de la primera a la segunda fase de la intervención norteamericana. Esto sólo se logrará si la solidaridad internacional no espera, para movilizar todas sus energías, a que el conflicto pase de la primera fase de intervención a la fase de invasión. Sólo así la solidaridad internacional podrá también contribuir a que el nuevo sujeto histórico centroamericano evolucione aún más de lo que ya lo ha hecho, de la lógica de la repuesta a la agresión, a la lógica de la iniciativa frente al proyecto de los EE UU.
Escenarios futuros
La combinación de los diferentes factores en la prolongación del conflicto apunta a la posibilidad de varios escenarios futuros.La prolongación del conflicto y la agudización de la crisis centroamericana comparte dinamismos que la pueden hacer desembocar en algunos de los tres escenarios posibles:
-Puede llevar a la paralización total o parcial de los procesos centroamericanos revolucionarios, a través de las presiones inducidas por la prolongación del conflicto en el sujeto popular y de las dificultades mal resueltas de la reproducción del sujeto revolucionario.
- Puede conducir al desencadenamiento de incidentes anárquicos que provoquen una mayor regionalización del conflicto, todavía sin intervención de tropas de invasión u ocupación de los EE UU.
- Puede consolidar la defensa, la combatividad o la resistencia del sujeto histórico revolucionario y conducir, bien al paso de la primera fase de la intervención norteamericana a la segunda (invasión, ocupación o bombardeos estratégicos directos), bien al doblegamiento de la voluntad política injusta de la superpotencia norteamericana y a su entrada en un intento de resolución del conflicto por una negociación parcial o global.
A corto y mediano plazo, al menos hasta el fin de la presidencia de Reagan, el segundo y el tercer escenario (en su alternativa de consolidación de fuerzas revolucionarias y escalada invasora) parecen tener mayor probabilidad.
El reto fundamental es acortar el conflictoEl problema fundamental y estratégico: superar la crisis, acortar el conflicto. Si es verdad que la explotación de los pueblos centroamericanos los ha conducido a vivir al borde de la muerte durante siglos, luchando agónicamente por la vida, el problema fundamental -a partir de este análisis- consiste en lograr una modificación de la distribución de las condiciones estructurales para producir la vida tal como hoy existen en el mundo.
El hecho de que no hayan sido las burguesías nacionales sino un nuevo sujeto histórico configurado por mayorías populares el que haya logrado hacer del conocimiento mundial, a través de su lucha, la crisis de Centroamérica, desnuda la verdad terrible de un desorden mundial que pasa por ser el mejor orden posible. La verdad es que, es un mundo tecnológicamente capaz de alimentar, vestir, cobijar, dar trabajo y proporcionar descanso a la enorme mayoría de la humanidad, se acrecienta cada día el abismo que separa a unos pocos pueblos saciados hasta el lujo de la mayoría de los pueblos hambrientos y sedientos de los necesario para la vida. Por vez primera, el ansia de liberación nacional coincide -en Centroamérica , en Filipinas y en Sudáfrica- con el ansia de vida de la gran mayoría de sus masas, que hoy no son sólo carne de cañón de ambiciones de poder minoritarias, sino protagonistas históricas nuevos de un proceso de liberación de desarrollo y de dignificación.
No basta con que los militares argentinos fascistizantes sean condenados en los tribunales. Se impone detectar el mecanismo internacional que condicionó su surgimiento: el dinamismo del capital que pretende acumular la riqueza de la humanidad para privilegiar aun grupo social y a un pequeño número de pueblos . La crisis centroamericana indica que es imposible la vida de la humanidad sin un nuevo orden económico internacional. Estos pueblos, al borde de la sobrevivencia, desenmascaran la insensibilidad de los estilos de vida minoritarios, espléndidamente sofisticados. La verdadera razón de la necesidad del desarme mundial está en el hambre abrumadora de la mayoría de la humanidad. El problema de la droga no está en los campesinos del Tercer Mundo que lo cultivan; sino está en el sinsentido consumista de los pueblos satisfechos del Primer Mundo y en los nuevos ricos oportunistas del Tercer Mundo que se enriquecen sirviendo la droga en la mesa de su sociedad aburrida.
No bastan los programas de ayuda de la Comunidad Económica Europea, aunque hayamos afirmado que abren cauces a la esperanza. No bastan las reformas económicas. El hambre, en la tradición judeo-cristiana, autoriza moralmente a robar, es decir acabar con los derechos absolutas de la propiedad privada acumulada injustamente. Cuanto más autoriza a liberarse nacionalmente, siquiera para poder distribuir justamente los bienes nacionales entre los hambrientos. Los pueblos latinoamericanos no pueden y no deben pagar la deuda externa contraida a sus espaldas. Tienen además el deber histórico de convencer que se les deben mejores condiciones de producción y de comercio internacional para poder comer el pan de cada día.
Para lograr estas condiciones mínimas de vida se ha entablado el conflicto que hoy desgarra a Centroamérica. La otra parte del problema fundamental de estos mismos pueblos, de sus gobiernos, de los pueblos y gobiernos de América Latina y del Tercer Mundo, del resto de las naciones y los pueblos, es quebrar la voluntad política injusta de quienes intentan prolongar este conflicto. Evitar el estallido de la confrontación regional descontrolada,
impedir la segunda fase de la intervención militar norteamericana contribuyendo a hacer retroceder su primera fase, hoy en curso, coordinar esfuerzos para crear la voluntad política negociadora que lleve a un reacomodo mutuo de los diversos intereses que hoy chocan antagónicamente en Centroamérica: este es el problema.
El desarrollo histórico concreto de la humanidad no permite hoy que las naciones parten desde una base de absoluta igualdad real en sus relaciones mutuas de todo orden. La búsqueda de hegemonía, en estas circunstancias, es inevitable. Es evitable, en cambio, la utilización abusiva del poder militar para imponer la hegemonía. El correlato de la transformación que implica la lucha social y racional del nuevo sujeto histórico en Centroamérica es precisamente la concertación de voluntades políticas para hacer que el poder imperialista deje de serlo y admita competir, frente a la conciencia de la humanidad, con el sentido de la vida que los pueblos pobres proclaman.
Las fuerzas populares en Centroamérica no pueden proceder como si el punto de partida que se quiere transformar no existiera; Centroamérica es vecina de una superpotencia. Tiene que negociar con ella como con una vecina, no como si estuviera ubicada en la Patagonia. Sus propuestas de no alineamiento tiene que ser extremadamente creíbles y garantizadas internacionalmente.
Los Estados Unidos tiene que aceptar como un hecho político irreversible la ruptura histórica que se ha dado en su vecindad, la ruptura con el pasado de discriminación, dominación y explotación, y la nueva exigencia de soberanía y autodeterminación para estos pueblos.
Tienen que imponerse el camino de la negociación. Entre Nicaragua y los Estados Unidos, entre el gobierno de El Salvador (apoyado por los EE UU), y el FMLN-FDR. Llegara un momento en que el mismo camino negociador tenga que imponerse entre el Gobierno de Guatemala y la URNG, contra cuya voluntad de lucha justa -entrelazada con la del pueblo guatemalteco- se han estrellado numerosas promociones de comandantes del ejército y otras tantas de políticos reaccionarios.
Por el momento no existe esa voluntad negociadora en el actual gobierno de los EE UU. Son entonces los movimientos revolucionarios los que deben continuar programando sus acciones y formulando sus proyectos de manera que hagan la defensa de la voluntad de liberación del nuevo sujeto histórico compatible históricamente con cambios paulatinos razonables en el actual orden mundial injusto. Al mismo tiempo, sin embargo, deberán prepararse, junto con sus pueblos, para sostener el costo tremendamente inhumano que les impone el empecinamiento frente al cambio de la actual administración norteamericana.
Iniciativas como las de Contadora y su Grupo de Apoyo, la Comunidad Económica Europea, el Movimiento de Países No Alineados, los foros de las Naciones Unidas, etc., tienen la responsabilidad histórica de jugarse a fondo para caminar hacia los primeros pasos de un nuevo sistema mundial que permita la vida y la dignidad de los pueblos, tanto de los hoy desarrollados como de los empobrecidos o pequeños. La democracia entre los pueblos es un interés de toda la humanidad. Una salida negociada y pacífica que siente en Centroamérica las bases para suavizar la crisis y abreviar el conflicto es la gran tarea y el gran desafío con el que comienza 1986, el Año Mundial de la Paz.
Como el análisis demuestra a lo largo de este trabajo, el tiempo juega a favor del nuevo sujeto histórico centroamericano y contra el imperio. Mientras que los EE UU requería "resultados inmediatos" en C.A. dentro de su estrategia global, los puebles centroamericanos están preparados por los siglos de opresión a aguantar en búsqueda de soluciones profundas a su sufrimiento secular. Al desgastar la fase de intervención indirecta yanqui, se abrirá la alternativa en que se quiebra la voluntad del imperio obligándole a plantearse su opción fundamental: negociar políticamente o emprender una intervención directa. Los costos de la segunda serán incalculables tanto para Centroamérica como para los EE UU. Para evitar el estallido de la confrontación regional e impedir la segunda fase de la intervención directa militar norteamericana es preciso que el nuevo sujeto histórico enfrente el problema de la debilidad de la solidaridad internacional.
El problema de la solidaridad internacionalEn las revoluciones de los países grandes como la Unión Soviética o la China, la solidaridad internacional no jugó un papel fundamental ni antes del triunfo revolucionario ni después de la transición. en las revoluciones de liberación nacional, la solidaridad internacional es tan fundamental que se puede considerar que la alianza con esta fuerza social es casi estratégica como la alianza obrero-campesino y la alianza con las capas medias en el tercer mundo. En Vietnam fue la combinación del aguante militar del Vietcong, de su capacidad ideológica entre el campesinado, y de la solidaridad en los EE UU la que rompió la voluntad del imperio. Sin el tercer elemento, la histórica de la revolución vietnamita hubiera sido muy distinta.
Revertir el curso de la lucha internacional exige sobre todo la dedicación de los recursos humanos más valiosos, de las organizaciones revolucionarias, a esta tarea, y un incremento de coordinación de la lucha nacional con las sensibilidades de la solidaridad internacional. Sin suficiente coordinación nace el problema en el que la flexibilidad ideológica de los del primer mundo, captan a las necesidades prácticas de la lucha, como rigidez militar del mismo sujeto histórico centroamericano. El problema a resolver consiste en cómo captar la imaginación internacional y como mantener la credibilidad de los agentes de solidaridad frente a la ofensiva ideológica norteamericana.
Existe a largo plazo una mutualidad de intereses entre la solidaridad en el primer mundo y la lucha popular en Centroamérica y es la capacidad ideológica sintética la que mas puede captar la atención del viejo mundo que hace tiempo perdió esa flexibilidad para las síntesis culturales. Sin coordinación adecuada, sin embargo, se pierde esta posibilidad.
La priorización de la ofensiva internacional podría ser muy beneficiada por la nueva apertura de la URSS en su intento de redefinir las esferas de influencias, en base a una lucha cada vez más sofisticada en términos ideológicos y económicos, frente a los EE UU, que siguen priorizando el factor militar como mecanismo para congelar su propia esfera de influencia y minar la esfera de la URSS.
Otro problema en la tarea de solidaridad internacional es cómo coordinar los esfuerzo civiles con las iniciativas gubernamentales. Las represiones de los EE UU sobre los sujetos políticos latinoamericanos serán más fuertes mientras que se prolonga el conflicto. La coyuntura exige por lo tanto una ofensiva desde la sociedad civil para una solución negociada que involucre lideres y organizaciones capaces de mantener y prolongar el esfuerzo de Contadora. Sólo así, con una Contadora Civil manejado por las organizaciones populares, profesionales y religiosos de los pueblos latinoamericanos tendrán los gobiernos latinoamericanos la capacidad de enfrentar las presiones norteamericanas.
Humanización del conflicto y reproducción del nuevo sujeto históricoLa prolongación del conflicto exige por razones morales la humanización. Este esfuerzo quizás es el esfuerzo principal para asegurar la reproducción y mejoramiento de la calidad humana del nuevo sujeto revolucionario en Centroamérica. Permitir que el conflicto se medio-orientalice será perder una batalla decisiva, tanto en apoyo de la solidaridad internacional como de las mayorías centroamericanas populares.
Las convergencias: el valor más alto de la dignidadTanto la decisión histórica del nuevo sujeto popular centroamericano de lanzase a su liberación y su continua combatividad para hacerlo avanzar, a pesar de la terrible prolongación del conflicto y de la agudización de la crisis en sus condiciones de vida, revela que los pueblos centroamericanos luchan sobre todo en base a su dignidad. La trayectoria histórica de empobrecimiento de estos pueblos hace muy difícil un mejoramiento de las condiciones de vida materiales en grado notable. La prolongación del conflicto que intenta detener su camino hacia la liberación hace aún mas difícil la reconstrucción de sus bases productivas y el mejoramiento subsiguiente de su nivel de vida.
El hecho de que en grandes proporciones del pueblo la resistencia, la defensa y la combatividad se prolonguen también, revela que la aspiración fundamental de estos pueblos es la recuperación de su dignidad, y que ésta tiene incluso más fuerza que el mejoramiento de las condiciones materiales de su vida. La misma prolongación del conflicto ha hecho comprender que si no se da esta liberación, protagonizada por grandes masa del pueblo a través de nuevos mecanismo de participación política popular, no hay ninguna garantía de que en un futuro alcanzable también la justicia social genere el mínimo nivel de producción que permita comenzar el avance hacia el desarrollo.
Por eso la prolongación del conflicto , en condiciones de terrible crudeza para las mayorías, abre una ventana, para contemplar el carácter profundamente espiritual de lo que está en juego hoy en la revolución centroamericana. Los grandes esfuerzos de producción colectiva que se hacen en El Salvador en las zonas de control revolucionario, los grandes de salud pública, y los que se realizan entre la población que resiste en la montaña de Guatemala, así como los que el gobierno y el pueblo nicaragüense ensayan para producir más y distribuir la producción mínima de pan que los pobres necesitan para poder seguir manteniendo el valor supremo de su dignidad.
La primera convergencia de todos los movimientos de liberación cristiana y no creyentes, en Centroamérica es la que se concentra alrededor de la convicción de que sólo nuevas formas de participación popular en la organización de la política, de la economía y de la cultura, construirán sobre roca el edificio de una nueva sociedad. Los pueblos de Centroamérica quieren liberarse ellos. No quieren, en una proporción notable de sus habitantes, recibir la liberación como regalo de los poderosos, antiguos o nuevos.
Pluralismo cultural y políticoEl sujeto histórico nuevo que ha surgido en Centroamérica tiene raíces culturales y orígenes sociales tan complejos que el único modelo revolucionario que puede dar cauce a energías tan variadas es un modelo que enriquezca la vida de nuestros pueblos con un pluralismo cultural y político de grupos de gran amplitud. Los doctrinarismos ideológicos no pueden ser impuestos a este nuevo sujeto histórico que ha sido cruce de razas, encrucijadas de civilizaciones, mosaico de lenguas, simbiosis de religiones y alianza de clases sociales.
Los programas de economía mixta, la complementación real entre democracia representativa y democracia participativa, la conjunción de esfuerzos revolucionarios de cristianos y no creyentes, el mantenimiento de la estrategia de liberación nacional diversificando la dependencia y no aceptando las posibles ventajas de un alineamiento en el bloque antagónico al que tradicionalmente ha ejercido la dominación sobre Centroamérica son en definitiva esbozos, apenas nacientes de este pluralismo cultural y político.
En este sentido, los gérmenes de liberación, en la configuración concreta que convergentemente presentan en Centroamérica, suponen un aporte importante a la única forma de convivencia pacífica que los pueblos del mundo pueden ir alcanzando en una época en que el mundo se ha hecho irreversiblemente pluralista, cultural y políticamente y multipolar también a nivel económico y político.
La denuncia mas potente: la que desenmascara la negación de justicia y de pazEl costo inhumanamente duro y cruel que los pueblos centroamericanos están teniendo que pagar por su decidida voluntad de liberación es visto a veces como una irracionalidad que, prolongada, conduce al suicido o, en todo caso, a un estado de casos porque el que precedió al estallido revolucionario. No se trata de negar el costo. Importa lo que este precio revela. No se permite la justicia y la paz a pueblos que han solventado ya- como el nicaragüense- o que está en camino de resolver su crisis secular. Se afirma que hay un cansancio de los gobiernos de Contadora frente a la tenacidad de la protesta de Nicaragua contra las continuas concesiones al gobierno de los EE UU.
Es cierto que esos gobiernos han invertido tiempo diplomático y han sufrido muchas presiones y chantajes. Nada de ello es comprable al precio de sangre que está pagando Nicaragua, al precio de retraso en sus posibilidades de desarrollo. Debe quedar claro quien impide en Centroamérica la justicia y la paz. No se puede condescender con el terrorismo de Estado de los EE UU y con su mesiánica voluntad imperialista. El costo de la prolongación del conflicto ha de ser contabilizado en la columna de la deuda que los EE UU tiene con estos pueblos que buscan mismas condiciones de vida y de dignidad.
Esta aparece como otra de las convergencias de los movimientos de liberación de la región y de sus aliados en la solidaridad internacional.
El redescubrimiento de la pobreza y el valor de la austeridad compartidaEn la lucha contra los poderes minoritarios que tradicionalmente han discriminado, dominado y explotado al pueblo de Centroamérica, se ha descubierto innumerables veces el abismo de miseria que este pueblo estaba condenado y del que intentaba levantarse. Pero cuando los pueblos centroamericanos han afrontado un proyecto revolucionario, cuando han intentado construir una nueva sociedad, entonces se ha revelado verdaderamente la brutal radicalidad de este emprobrecimiento. Este ha sido la parte realista de los seis años y medio de Revolución Nicaragüense. La falta de técnicos par explotar los recursos naturales, la carencia de tecnología independiente, la profundidad e los hábitos de aprendizaje que nunca fueron interiorizados, todo ello revela la pobreza desde la que se empieza a construir un futuro nuevo.
Pero es desde esta pequeñez del poder de los pobres desde donde se construyen, contra los eternos hábitos de egoísmo de la condición humana, los nuevos hábitos de pobreza compartida, de dignidad mutuamente estimada, que son la esperanza mayor del éxito par el nuevo suelto histórico en Centroamérica. Se trata de una esperanza que se puede compartir con el mundo entero porque hace volver a lo más profundo y hermoso de la condición humana: la promesa de la hermandad entre los hombres y entre los pueblos.
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