El Salvador
Una lectura de las elecciones
En las elecciones legislativas y municipales todos los partidos políticos medían fuerzas con la vista puesta en la disputa presidencial de 2014. El FMLN, que celebró el triunfo presidencial en 2009, que aspira a repetirlo, y que tuvo en esta ocasión su gran revés en el Área Metropolitana de San Salvador, está desafiado a “leer” adecuadamente los resultados del 11 de marzo.
Elaine Freedman
En El Salvador, las elecciones legislativas y municipales tienen un perfil bajo, puesto que el país se rige por una tradición y una Constitución presidencialista que se impone sobre los otros órganos y niveles del gobierno. En las elecciones del 11 de marzo, legislativas y municipales, el entusiasmo se concentra mayoritariamente en los militantes de los partidos participantes, sin trascender mucho a toda la población, que no ve claramente la relación entre los resultados electorales y su vida cotidiana.
Para los partidos contendientes la trascendencia de estas elecciones fue enorme: medían fuerzas en el terreno electoral con la vista puesta en la disputa presidencial de 2014. En 2009, cuando el FMLN ganó las elecciones presidenciales, se convirtió en la primera fuerza política del país, restándole a la derecha poder en todos los campos institucionales. Desde entonces El Salvador se ha movido entre avances y retrocesos, tanto para los sectores populares como para la clase dominante. Para la población que con el triunfo del FMLN anhelaba un camino corto, directo y sostenido hacia “el cambio”, este ir y venir ha representado una frustración que empaña ya el brillo que tuvo el triunfo presidencial del FMLN en 2009.
LOS RESULTADOSLos 84 escaños de la Asamblea Legislativa quedaron repartidos así:
ARENA 33, FMLN 31, GANA 11, Concertación Nacional (ex-PCN) 7,
PES (Partido de la Esperanza, ex-PDC) 1 y Cambio Democrático 1.
Se trata de un leve cambio en la composición parlamentaria que dejaron las elecciones del 2009: FMLN 35, ARENA 32, PCN 11, PDC 5 y CD 1.
La variable es que en el período 2006-2009 surgió un nuevo partido, GANA, producto de la división de ARENA, que le restó entonces a ARENA 13 diputados. GANA también le quitó 3 al PDC y al PCN se le desertó 1 de los 11, que se declaró “independiente”.
A nivel municipal, los 262 municipios del país se distribuyeron así: ARENA 116, FMLN 95 (8 en coalición con CD y 2 con el PES), CN 26 (3 en coalición con el PES), GANA 17 (1 en coalición con el PES), PES 4 y CD 3. Está pendiente aún repetir las elecciones en San Fernando, Morazán, donde hubo un empate entre ARENA y GANA.
También en la contienda municipal la diferencia respecto a los resultados de 2009 es mínima. En el 2009 ARENA ganó 122 alcaldías, el FMLN obtuvo 96 (22 en coalición), el PCN 33, el PDC 9 y CD 2.
LOS VOTOSEl universo potencial de votantes lo componen en El Salvador 4 millones 679 mil 69 personas. El domingo 11 de marzo se presentaron a votar 2 millones 369 mil 450, el 50.6%.
¿Cómo se distribuyeron los votos? En la votación para diputados, donde se pueden medir con mayor facilidad los porcentajes, ARENA obtuvo un 39.8% de los votos, el FMLN sacó un 36.7%, GANA el 9.6%, CN el 7.2%, el PES el 2.7% y CD un 2.1%. El otro 1.9% fue compartido entre el Partido Popular, el Partido Nacional Liberal y cuatro candidatos independientes.
En el caso de ARENA, sus resultados, respecto a 2009 significaron un incremento de 42 mil 888 votos, equivalente a un 5%. El FMLN disminuyó en 116 mil 414 votos, bajó un 12%. GANA sacó 217 mil 447 votos en la primera elección en que participa, convirtiéndose en la tercera fuerza electoral. El CN, antiguo PCN, que tuvo que reinscribirse por no haber sacado suficientes votos en 2009, perdió 31 mil 542 votos y el antiguo PDC, ahora PES, fue el gran perdedor, con una disminución de 91 mil 882 votos.
LA POLARIZACIÓN Las primeras conclusiones son obvias. El Salvador sigue siendo un país polarizado. Por mucho que algunos quieran calcar un modelo de centro izquierda o de centro derecha, y por mucho que la embajada de Estados Unidos apoye esfuerzos de este tipo, como sucedió con el Partido Demócrata, con el Movimiento Renovador, con el FDR del Siglo 21 o ahora con GANA, cuyos líderes ya estaban en pláticas con el encargado de negocios estadounidense, Roberto Blau, seis meses antes de que se formara oficialmente el partido.
El Salvador es un país dividido entre quienes tienen y quienes no tienen, con un coeficiente Gini, indicador de la desigualdad, por arriba del promedio. Entre el FMLN y ARENA contabilizaron más de 75% del total de votos.
Otra conclusión es que la iniciativa de incluir a candidatos no partidarios en el menú electoral resultó poco atractiva para los votantes. En el año 2010, la Sala de lo Constitucional votó a favor de una demanda realizada por Félix Ulloa, director del Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES). Ulloa fue respaldado por ONG que se dieron a conocer dos años después en el Encuentro Nacional de la Empresa Privada como aliadas de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) en la Alianza por la Democracia.
Estas ONG, de la llamada “sociedad civil”, ahora lideradas por la Iniciativa Social para la Democracia, por FUSADES y por FUNDE, calificaron las candidaturas no partidarias como una “forma de devolverle al pueblo la honra de ser el soberano”. Pero, por lo que se pudo ver en las urnas, la población salvadoreña no parece haber percibido ese supuesto “honor”: entre los cuatro candidatos no partidarios compartieron tan sólo un 0.6% de los votos.
EL AUSENTISMOUn dato que vale la pena tener en cuenta es la creciente tasa de abstencionismo. En sí, la participación en contiendas municipales y legislativas no suele llegar al 55% de la población apta para votar. 2009 fue la excepción, producto del entusiasmo que generaban las elecciones presidenciales, que se celebraron casi a la par. Pero, aún así, la participación sólo llegó al 54.1%.
Ahora, en 2012, la participación fue del 49.4% de las personas aptas para votar, cifra aún más baja que en las elecciones de 2006, en las contiendas municipales y legislativas, en las que participó un 52.6% de votantes. Aunque la diferencia es poca, la distancia entre la votación para diputados de ARENA y para diputados del FMLN también fue mínima: sólo 3.1%.
EL PANORAMA METROPOLITANOAunque el FMLN haya mantenido aproximadamente el mismo número de gobiernos municipales, la transcendencia política y demográfica de los municipios donde ganó es mucho menor que en los municipios en donde perdió.
El golpe más fuerte lo recibió el FMLN en el Área Metropolitana de San Salvador, conformada por 14 municipalidades y habitada por el 27% del total de la población salvadoreña. En las elecciones del 2009 el FMLN llegó a gobernar 12 de esas 14 alcaldías, exceptuando San Salvador, que se perdió ese año después de haber gobernado el FMLN la capital durante 12 años consecutivos. También perdió entonces Antiguo Cuscatlán, tradicional bastión arenero.
Ahora, en 2012, el FMLN perdió alcaldías importantes, sus bastiones desde 1997: Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Ilopango y Apopa. En total, el FMLN quedó con sólo 4 municipios del Área Metropolitana: se mantuvo en Cuscatancingo, Ciudad Delgado y Santa Tecla y retomó Nejapa, que había perdido en el 2006.
ARENA pasará a gobernar, a nivel municipal, a más del 52% de la población salvadoreña, incluyendo la población de 8 cabeceras departamentales. Por primera vez en su historia electoral, el FMLN bajó su nivel de votación municipal respecto a elecciones anteriores. En este aspecto, no hay duda del revés sufrido por el FMLN en estas elecciones.
LAS RAZONES Es igualmente obvio que este revés no significa “el principio del fin del FMLN”, como comentó el ex-dirigente del FMLN y fundador del fallido Movimiento Renovador, Facundo Guardado, en “El Diario de Hoy”.
Como dice el comentarista Alirio Montoya, este tipo de afirmaciones suena al famoso “fin de la historia” que planteó el “profeta” neoliberal Francis Fukuyama a inicios de la década de los 90. Bajo su equivocada perspectiva, el neoliberalismo se impondría sobre todas las ideologías en el reino eterno del capitalismo. Menos de diez años después se produjo la Revolución Bolivariana en Venezuela y posteriormente la emergencia de gobiernos anti-capitalistas en Bolivia y Ecuador e inició la construcción del ALBA, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. El pronóstico de Fukuyama quedó en nada. Así también suenan las palabras de Guardado.
Sin embargo, a este revés hay que buscarle las raíces y evaluarlo y analizarlo, superando las acusaciones catárticas. Más allá de los malestares y las tentaciones de echarle la culpa a fulano o a mengano, a órganos completos del partido como a ciertas estructuras municipales o a la Comisión Política del FMLN, es necesario darse cuenta de las razones, algunas estructurales y otras superficiales, algunas internas y otras externas, por las que la primera fuerza política del país ha dado dos pasos hacia atrás en su proceso de acumulación de fuerza política.
¿EL EFECTO FUNES?En la víspera de las elecciones de 2009 se comenzó a utilizar el término “el efecto Funes” para describir las ventajas de la alianza electoral que el FMLN había hecho con su candidato presidencial, el periodista Mauricio Funes.
Ese candidato atraería el voto indeciso por su carismática personalidad y por su lejanía de un proyecto socialista. Funes daría confianza a las capas medias y a un sector de la burguesía, convenciéndolos de que los cambios que prometía la consigna “Nace la esperanza... viene el cambio” no serían ni de fondo ni amenazarían el poquísimo bienestar que gozaban. Serían cambios que traerían mejoría y abundancia para todos sin afectar los intereses de nadie.
Después de dos años y medio, hay quienes todavía defienden esta idea. El periódico digital “Contrapunto” publicó un artículo llamado “FMLN derrotado sin efecto Funes”, donde su autor aparece haciendo eco de esa posición. Concluye el análisis que los resultados electorales de marzo comprueban que las mejores cartas del FMLN no tienen fuerza sin un balance “moderado” que sea capaz de quitarle el tono rojo al partido de izquierda.
La encuesta publicada por CID-Gallup en diciembre de 2011 posiciona al Presidente Funes con un 70% de aceptación, tres puntos arriba que cuando tomó posesión en 2009, aunque 17 puntos por debajo de la aceptación de la que gozaba en octubre de 2009, después de cuatro meses en Casa Presidencial. En el texto de “Contrapunto” se afirma que “la distancia que el FMLN se empeñó en exhibir con respecto al Presidente ahogó su caudal de votos.”
Sin embargo, otro análisis cuestiona que “el efecto Funes” haya beneficiado al FMLN en estos dos años y medio.
La capacidad del gobierno de Mauricio Funes para generar “el cambio” en medio de una crisis internacional tan severa le ha impuesto serias limitaciones y su cercanía a sectores de la burguesía y de Estados Unidos ha puesto en entredicho su voluntad de hacer cambios.
LAS CAPAS MEDIAS¿Será que las capas medias necesitan a Mauricio Funes para sentirse seguras o será que necesitan algo más? Para contestar esta pregunta es necesario dimensionar primero el peso que las capas medias tienen actualmente en El Salvador. Según un estudio de 2007 del Equipo Maíz titulado “La composición social de El Salvador”, las capas medias, compuestas por trabajadores por cuenta propia, empleados y empleadas del Estado y personas que trabajan para iglesias, comunidades y ONG, integran a 769 mil 484 personas, lo que representa un 13.4% del total de la población salvadoreña.
La dirección del FMLN considera que el gobierno ha hecho poco para reconocer el voto de las capas medias que eligió
al FMLN en 2009. Los proyectos sociales que ha impulsado, como la abolición de la “cuota voluntaria” -que no tenía nada de voluntaria- en las unidades de salud, los paquetes escolares que garantizan uniformes y cuadernos a alumnos de escuelas públicas, así como el vaso de leche para estos estudiantes, no se hacen sentir en los colegios privados ni en las clínicas médicas privadas, a donde acuden las capas medias. Los créditos para campesinos, los proyectos de alfabetización, las entregas de escrituras y las pensiones para ancianas y ancianos tampoco son beneficios que llegan a las capas medias.
Los programas sociales del gobierno han sido correctamente focalizados hacia la población más necesitada para paliar las consecuencias del modelo neoliberal, que sigue imperando en el país. Pero las consecuencias de ese modelo no sólo las han pagado los sectores populares más vulnerables, sino que en mayor o menor grado han afectado a todos los sectores que no son los más pudientes. El alza en el combustible, en los precios de la canasta básica, en los servicios básicos, y el deterioro de los salarios han afectado a todo el mundo. La focalización de los subsidios ha significado ahorros importantes para el gobierno y, en el caso del gas, logró frenar el abuso que hacían contrabandistas con ese producto. Sin embargo, para la mayoría del pequeño empresariado, para los dueños de comedores, para las dueñas de venta de tortillas, el remedio ha sido más doloroso que la enfermedad.
Analizando los pocos beneficios del gobierno para las capas medias, el FMLN impulsó otras iniciativas, como el recorte del cargo fijo de la telefonía y la reducción de los intereses de las tarjetas de crédito. Esas iniciativas de ley fueron vetadas por el Presidente Funes, cuya propuesta fiscal tampoco aliviaba la situación de los sectores medios. Finalmente, la negociación entre el FMLN y el Ejecutivo logró extender los beneficios de la reforma tributaria a personas que ganan entre 530 y 6 mil 200 dólares, pero entró en vigencia demasiado tarde para surtir efectos antes de las elecciones de marzo.
Es probable que todo esto haya pesado en los resultados electorales, puesto que la mayoría de las capas medias viven en el Área Metropolitana de San Salvador y otros centros urbanos. La distribución geográfica de la pérdida electoral calza con esta hipótesis, pues el 84% de los votos perdidos por el FMLN estuvieron en el departamento de San Salvador, 24 mil de ellos en la capital.
Aun así, hay que ser cuidadoso con los números. Aunque las capas medias representan un 13.4% de la población nacional, la mayoría de ellas concentradas en San Salvador, y aunque la diferencia entre la votación para ARENA y para el FMLN fue, a nivel nacional, de sólo 3.1%, la población mayoritaria en municipios como Soyapango, Ilopango, Mejicanos, Apopa y Ayutuxtepeque no es clase media, es clase trabajadora. Teniendo esto en cuenta, habría que concluir que no sólo las capas medias, también los sectores populares, no han sentido el cambio que esperaban con el gobierno de Funes.
Seguramente los cambios esperados tienen que ver con la realidad y con los intereses de cada sector poblacional. Según una encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA, que evalúa dos años de gobierno de Funes, esos cambios tienen que ver con el costo de la vida, con la delincuencia, con el desempleo y con el alto costo de los combustibles.
LA GENERACIÓN DE EMPLEOSLa promesa de campaña que se ha cumplido en menor grado en estos dos años, según la encuesta del IUDOP, es la de generar empleos. Se trata de una promesa muy difícil de cumplir porque, desde hace años, la empresa privada, tanto nacional como extranjera, dejó de invertir en El Salvador.
Desde el 2001, año de la dolarización, hasta el 2007, los empresarios salvadoreños sacaron de El Salvador unos 13 mil millones de dólares, incluyendo las inversiones extranjeras que hicieron en otros países, mayoritariamente en los centroamericanos, y los depósitos bancarios que ingresaron en el extranjero.
Tampoco la inversión extranjera creció, porque no existe un mercado interno en crecimiento. Y no existe porque la empresa privada no ha permitido las más mínimas medidas de redistribución de la riqueza, que generarían una capacidad de compra mayor e incrementarían el mercado interno. Tampoco es realista pensar que la inversión pública puede ser un medio para subsanar el desempleo y el subempleo en un país donde el nivel de evasión fiscal es de más de 1 mil millones de dólares al año y donde los empresarios luchan frontalmente contra los más mínimos cambios en el sistema tributario y se oponen férreamente a una reforma fiscal.
LA DELINCUENCIAEs obvio que el tema de la delincuencia y el de la seguridad en El Salvador está muy relacionado con Estados Unidos. En parte porque el problema de la delincuencia está vinculado al narcotráfico, que va del sur al norte y con la venta de armas, que va del norte al sur y con el tráfico de dólares, que también va del norte al sur, dinámicas de acumulación capitalista que responden a una lógica continental, de la cual difícilmente se puede abstraer a El Salvador.
La injerencia de Estados Unidos en El Salvador ha tenido su expresión más relevante en la reciente remoción de miembros del FMLN de cargos importantes en el gabinete de seguridad, reemplazándolos por militares, que airean el discurso de “guerra contra las pandillas” e impulsan medidas de militarización creciente en el campo de la seguridad pública.
La ahora famosa tregua entre las pandillas, que supuestamente ha generado un descenso repentino en las cifras de homicidios, se produjo en ese contexto y sólo una semana después de los resultados electorales. Esta “casualidad”, da mucho que pensar en un país donde, según las estadísticas de 2000-2011, las pandillas no son responsables de la mayoría de homicidios que hay en el país, por lo cual resulta raro que una tregua entre ellas haya provocado un descenso tan drástico en las tasas de homicidio. Además, el incremento de los homicidios en períodos electorales ha sido una constante desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, lo que hace pensar que la “tregua” es sólo el otro lado de la misma moneda. O del mismo cuento.
LOS CAMBIOS RADICALESSimpatizantes y militantes de la izquierda esperaban cambios más radicales del gobierno de Funes, aunque estaban conscientes que el programa de gobierno, que respaldó el FMLN, no pasaba de una propuesta reformista.
Esperaban que El Salvador se insertara en el grupo de naciones latinoamericanas que desafían a Estados Unidos y que en estos años han comenzado a tejer mecanismos creativos de integración. Esperaban una cercanía del Ejecutivo con los países del ALBA y el ingreso de El Salvador al proyecto de Petrocaribe. La apertura de relaciones con Cuba fue celebrada por muchos salvadoreños, quienes imaginaron que anunciaba la integración de El Salvador en el nuevo bloque latinoamericano antiimperialista.
Esperaban una relación más armoniosa entre Funes y el FMLN, aún sabiendo que eran dos proyectos políticos coincidentes en lo inmediato, pero distintos en el largo plazo. Esperaban más respeto del Presidente hacia el FMLN y sus autoridades, y no una descalificación permanente en los medios de comunicación y una afirmación continua de que “el Presidente soy yo”, a costa del prestigio de dirigentes del FMLN, como sucedió en un caso con Gerson Martínez y con Salvador Sánchez Ceren o con el proyecto socialista del FMLN, al que el Presidente llama “un lineamiento ideológico del cual hay que alejarse”.
Esperaban un Ministerio del Trabajo que priorizara los intereses de la clase trabajadora y no los de los patrones, un Ministerio de Relaciones Internacionales menos servil a los intereses de Estados Unidos y un Ministerio de Medio Ambiente contundente en la lucha contra la minería.
Roberto Lorenzana, portavoz oficial del FMLN, abordó tímidamente estas frustraciones en los días posteriores a las elecciones. “El FMLN es el que tomó la decisión de nombrar al Presidente. Por lo tanto, nosotros somos los responsables de la toma de esa decisión y corrimos los riesgos que sabíamos que íbamos a correr. No se trata de desligar a Funes de los resultados, sino más bien, de asumir con criterio responsable qué ajustes deberían de hacerse en el tema de las políticas públicas”. Lorenzana explicó que los comicios del 11 de marzo marcaron “un antes y un después” en la relación entre el FMLN y Funes.
LO POLÍTICO Y LO ELECTORAL
NO SIEMPRE COINCIDENLos optimistas dicen que la pérdida electoral es una buena oportunidad para que el FMLN se revise antes de las elecciones de 2014. ¿Cuáles son los temas más polémicos de esa revisión?
En su ensayo “El FMLN y la vigencia del pensamiento revolucionario en El Salvador”, de 2005, Schafik Handal, dirigente histórico del FMLN, revisó al FMLN de los años 90 a la luz de su misión histórica. Afirmó entonces: “Dejábamos las armas, nos convertíamos en un partido legal para participar activamente en la lucha política, entrábamos así dentro del sistema con la decisión de mantener una lucha persistente para consumar la revolución democrática inconclusa, orientada a cambiar el sistema, asegurar el desarrollo social, en un curso más o menos duradero rumbo a una sociedad socialista... Entramos en el sistema para cambiar el sistema, no para que el sistema nos cambie a nosotros”.
En ese entonces, Handal reafirmó su distancia del planteamiento que afirma que es imposible cambiar el sistema desde adentro y utilizando las reglas del sistema. Los ejemplos de la Unidad Popular en Chile y de la joven Revolución Bolivariana en Venezuela le reafirmaban en la idea de que no había que descartar la vía electoral para tomar el poder dentro del sistema para luego irlo transformando. Al mismo tiempo, Handal reconocía que esta estrategia tenía riesgos enormes y exigía sumo cuidado para que seamos “nosotros los que cambiamos el sistema y no el sistema el que nos cambia a nosotros”.
EL PRIMER REVÉSEn aquel ensayo, Handal hacía un recuento de cómo el FMLN sufrió un primer revés respecto de su misión en los años 90 al convertirse en un partido electoral: “Comenzaron a aparecer al interior del Frente lenguajes, conceptos y categorías propias del pensamiento en boga del capitalismo neoliberal y globalizante. Esto desembocaría, a finales de 1994, en la crisis que creó Joaquín Villalobos y que lo llevaría a su salida del FMLN para crear el Partido Demócrata, de vida fugaz, firmante del Pacto de San Andrés con el gobierno de ARENA, para facilitarle a ARENA elevar el IVA del 10 al 13% y ayudarle a frustrar la reforma del sistema electoral, con la cual se comprometió ante la ONU, al pasar a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de aquel año”
Y continúa: “Como la forma de lucha política para acceder al gobierno se realiza por medio de elecciones, sin mucha discusión, se entronizó la idea de que teníamos que ser un partido, como se decía en aquél tiempo, más de masas que de cuadros ...”Si queremos obtener más votos, tenemos que tener más miembros”, lo cual constituía una manera de priorizar la cantidad y justificar la falta de esfuerzo en la educación ideológica y política, el desprecio por la calidad”.
LA “DEMOCRACIA”Para el FMLN balancear lo político con lo electoral, el ideal “democrático” con el ideal “revolucionario”, ha sido una lucha constante. Como relata Schafik, “la democracia” fue el argumento para introducir al partido a una gran cantidad de personas que no compartían la misión revolucionaria y que fueron reclutados para hacer correlación hacia un proyecto que no amenazara a la burguesía. Durante años, quien se opusiera a esta práctica viciada se ganaba el título de anti-democrático, sesgo que dura hasta la fecha.
Los Estatutos no reglamentaron el proceso de ingreso. Dice Handal: “Así que se abrió un mecanismo de ingreso simple: bastaba con firmar un papelito en donde se escribía el nombre, el número de la cédula de identidad, el número de carné electoral, la dirección y un aval de dos afiliados (que podían ser los mismos que habían ingresado quince minutos antes). Se firmaba ese papelito y la afiliación quedaba consumada. No era necesario que nadie la aprobara, simplemente firmado el papelito se ingresaba en el registro de afiliados del Partido. Y para ser dirigente del Partido no había ningún requisito además de la afiliación”.
Y añade: “Después se fue más lejos en este superficial concepto de “democratización”. Sin aprobar antes ningún criterio de capacidad y solvencia política y moral en los aspirantes, se estableció que todos los cargos de dirección del Partido, a todos los niveles, de los municipales a los nacionales, y las candidaturas a cargos públicos, desde las candidaturas a concejales municipales, alcaldes, síndicos, candidatos a diputados(as) propietarios y suplentes, hasta candidatos a Presidente(a) y Vicepresidente(a) de la República, deben decidirse en elección directa y secreta de todos los afiliados y afiliadas”.
LOS ANTÍDOTOS En nombre de la democracia se usaron los mecanismos más burdos de la democracia burguesa: chantaje, clientelismo y manipulación. En este ambiente se fortalecieron los grupos de interés y se dio luz verde a las aspiraciones personales y grupales.
Por supuesto, también entró en el FMLN en ese tiempo gente con conciencia revolucionaria, gente honrada que se esforzaba por formarse políticamente, a pesar de que el partido les brindaba pocas facilidades para hacerlo, gente con mística y voluntad de lucha. Pero el mal ya se había gestado dentro y hasta la derecha se aprovechaba, ofreciendo cada vez más privilegios y prebendas para ver cuáles funcionarios públicos del FMLN se vendían.
En sus últimos años de vida, Schafik intentó potenciar mecanismos y procesos que fueran antídotos a estos errores. En 2010, cuatro años después de su muerte, se llevó a cabo un proceso de depuración del padrón del FMLN, que redujo la membresía del FMLN de 90 mil a 30 mil afiliados. Ese proceso, cuya polémica pública fue un suculento plato para los medios de comunicación de la derecha, materializó el malestar dentro del partido.
El mecanismo, que buscaba extirpar del FMLN las prácticas más mezquinas del proceso “democratista”, fue contaminado por muchos de los mismos síntomas. ¿El remedio fue peor que la enfermedad? Es difícil saberlo, pero lo que es seguro es que tuvo sus consecuencias en el campo electoral. En muchos municipios, especialmente en el Área Metropolitana, la diferencia en la votación fue menor de 500 votos. Los ex-FMLN que se quedaron en sus casas sin votar hubieran hecho probablemente la diferencia.
El mismo impacto tuvo la selección de candidatos a cargos públicos, especialmente a alcaldes, alcaldesas y concejos municipales. Fruto de la misma reflexión, Schafik concluyó en su ensayo de 2005 que “hay que diferenciar entre elecciones a cargos públicos y elecciones internas. Tratándose de las primeras nos veríamos más bien fortalecidos, porque nos obligan a ir a la gente, que es la línea principal. En cambio, las elecciones internas nos meten hacia adentro”.
LAS DIVISIONES Las elecciones internas directas resultaban desgastantes políticamente. Hacia afuera, los medios de comunicación masivos las aprovecharon para “sacarle los trapos al sol” al FMLN una y otra vez, desprestigiando al partido, a sus candidatos y su estrategia para las contiendas públicas. Hacia adentro, el desgaste afectó la unidad.
La convención nacional del FMLN en 2005 eliminó ese mecanismo, sustituyéndolo por un proceso de consulta menos formal y más privado a nivel municipal y departamental antes que la Comisión Política ratificara las candidaturas.
Fue con este proceso que se escogió a Mauricio Funes como candidato presidencial en 2009 y con este proceso se eligieron los candidatos a alcaldes y alcaldesas en 2012. Pero en muchas municipalidades el partido siempre quedó dividido entre los militantes y afiliados que apoyaran la candidatura definida y los que quedaron insatisfechos y hablaron de “imposición”. En algunos municipios, los insatisfechos eran más que los otros y quedó la sensación de que “la Dirección no escucha”.
Aunque la mayoría de las municipalidades cerraron filas, más tarde o más temprano para hacer campaña a favor del candidato a edil, es indiscutible que ese factor de descontento también incidió ahora en las elecciones. En tres de los más importantes municipios del Área Metropolitana de San Salvador, el FMLN ganó las elecciones legislativas, pero perdió las municipales, dando razón a los militantes que opinaron en contra de la elección o reelección de tal o cual candidato. De nuevo, el antídoto a la enfermedad del democratismo no dio resultados en lo electoral.
LOS VÍNCULOS CON LA GENTEUnas páginas después, Handal analiza en su ensayo otro síntoma de la amenaza electorera que también aquejó al FMLN en ese período: “Nuestro mayor distanciamiento de la gente y sus problemas son producto de estos viciados y frecuentes procesos electorales partidarios. Casi siempre estamos inmersos en uno de ellos, a lo largo de 4 a 6 meses, durante los cuales la militancia y sus dirigentes se absorben en los enfrentamientos internos, haciendo las delicias de los medios de derecha. Dejamos de escuchar a la gente, abandonamos la elaboración de propuestas, la organización y la movilización social para enfrentar la problemática que aqueja a la población”.
Insiste Handal en que los comités de base, estructura de primer nivel del FMLN en las comunidades, son la forma más orgánica de estar insertos en la población y la forma más apropiada de garantizar la comunicación entre la población y las estructuras de dirección partidaria.
Aunque los comités de base del FMLN se multiplicaron en número durante el Siglo 21, su capacidad de acumular políticamente, actuando como células fundamentales de una organización nacional, formándose, movilizándose
y atrayendo a potenciales militantes, ha sido limitada. Las visitas “casa por casa” se han instalado como mecanismo de comunicación “por excelencia” de los comités de base. Durante esta reciente campaña electoral, militantes del FMLN tocaron a 750 mil puertas, pero en la mayoría de los casos no pudieron convencer a los visitados de que su presencia no se debía más que a “la necesidad de ganar un voto”.
Este mecanismo, que sirve para mostrar “la presencia” del FMLN en el terreno, nunca podrá garantizar la comunicación que propicia una plática al calor de una buena taza de café, un trabajo en conjunto o la participación en una actividad comunitaria. No es posible propiciar la confianza necesaria para que la gente diga lo que realmente siente y piensa, y viceversa, en visitas tan cortas y tan poco frecuentes. Como dijo Schafik, “no es lo mismo esa visita rápida que ir a la gente cuando hay un problema y decirle: Miren, tenemos este problema, discutamos qué podemos hacer... y que la gente participe al tomar esas decisiones”.
Además, la población demandaba que a quienes querían ver en el terreno no eran sólo a los afiliados y militantes de base, sino a alcaldes y diputados, y no sólo en búsqueda de votos.
El proceso de consolidación organizativa del FMLN sigue hoy pendiente, como en su momento lo planteó Schafik Handal. Sus “vínculos con la gente” aún no están cimentados y la acumulación que ganó el FMLN en cuanto a medios de comunicación en los años de la guerra no está siendo aprovechada en esta etapa de la historia.
El concepto de comunicación con la gente tiene que revisarse para ir más allá de comunicar información. Comunicarse tiene que ver con compartir sentimientos, creencias, valores y visiones del mundo para integrarlos en verdaderos procesos de concientización.
LA FORMACIÓN “Poner en marcha un sistema de educación política e ideológica, de formación en el conocimiento de la problemática nacional y de nuestros propósitos y promover un esfuerzo de debate profundo en el partido para ponernos en común sobre lo que estamos haciendo y lo que queremos hacer y para despertar la capacidad crítica y autocrítica de la militancia y de la dirigencia, en función de realizar con eficacia nuestra misión”. Éste fue otro señalamiento de Schafik, para calificar al FMLN y superar la enfermedad electorera.
Su crítica no buscaba apartar a potenciales militantes, sino formarlos para propiciar un mayor compromiso con la misión partidaria, más capacidad de debate y más capacidad de fortalecer las estrategias de lucha del FMLN. Por eso se fundó la Escuela de Formación Política-Ideológica Farabundo Martí en 2004 y por eso la Convención Nacional de 2009 resolvió hacer obligatorio participar en programas de formación política para optar a un cargo público.
A pesar de estos esfuerzos, hasta la fecha no se ha logrado hacer realidad esta obligatoriedad y está pendiente reforzar la estrategia y práctica de la formación política.
LOS PROCESOS No sólo el FMLN tendría que revisar lo que hizo y no hizo para tener los resultados que tuvo en las elecciones de 012.También tendrían que hacerlo las organizaciones del movimiento popular que comparten los planteamientos revolucionarios y apuestan a construir un poder más justo. En particular, los movimientos aliados del FMLN están llamados a revisar sus estrategias organizativas, de movilización y de formación política.
El pueblo salvadoreño, con siglos de experiencia en resistencia y construcción del cambio sabe que estos procesos
no son breves y que tampoco avanzan linealmente hacia la victoria. Experimentan avances, estancamientos
y retrocesos.
Hay urgencia en aprender de los errores, así como de los aciertos, en estos veinte meses que quedan antes de las elecciones presidenciales de 2014, entendiendo que la misión del FMLN va más allá de las contiendas electorales y, por tanto, que su capacidad de cumplir con esa misión está más allá de cualquier triunfo electoral.
EL REALISMO ¿Es realista pensar que el FMLN pueda reconquistar la Presidencia en 2014? ¿Es realista pensar que las evaluaciones internas de las fuerzas de izquierda darán frutos en el corto, mediano y largo plazo? ¿Es realista pensar que la transformación socialista está cercana para garantizar un cambio real de la sociedad?
De nuevo, las palabras de Schafik Handal siguen teniendo vigencia en el camino que falta por recorrer: “Para los revolucionarios el realismo responde a otro concepto: conocer y estudiar la realidad para cambiarla, no para someterse a ella. Y la viabilidad no tiene que ver con sacrificar principios y misión, sino con saber definir y aplicar estrategias de organización y lucha que nos lleven a niveles superiores de conciencia, de movilización del pueblo, de alianzas, de acumulación y de vuelco a nuestro favor de la correlación de fuerzas para lograr el cambio”.
EDUCADORA POPULAR. CORRESPONSAL DE ENVÍO EN EL SALVADOR.
|