Envío Digital
 
Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 37 | Julio 1984

Anuncio

Nicaragua

El Derecho de los humildes: la defensa de una revolución original

Después de mil quinientos días de revolución, Nicaragua no es ni Costa Rica ni Cuba ni México ni Vietnam. La encrucijada que Nicaragua enfrenta es o seguir con creatividad y riesgo su camino original o aceptar las definiciones que con presiones militares trata de imponerle Estados Unidos.

Equipo Envío

Balance de 5 años del proceso sandinista nicaragüense
Los primeros 1 mil 500 días de la revolución nicaragüense tienen una lección importante; una dura lección para todos los que quieran entenderla. En este país se está lejos de aceptar la clásica advertencia: Nicaragua, de te fábula narratur (Aplícate el cuento, Nicaragua). Los vecinos costarricenses se sintieron defraudados cuando comprobaron que la nueva Nicaragua no era una nueva Costa Rica. La derecha anticomunista de todo el mundo se esfuerza en autoconvencerse y en convencer a todos de que Nicaragua es otra Cuba. Bastantes intelectuales de izquierda profetizan con escepticismo que los sandinistas no lograrán sino un nuevo México. No faltan voces que predicen con alarma que Nicaragua será otro Vietnam y otro Líbano si Estados Unidos interviene militarmente en Centroamérica.

Para Nicaragua la alternativa no es ni Costa Rica ni Cuba ni México ni Vietnam. La encrucijada que Nicaragua enfrenta es o seguir con creatividad y riesgo su camino original hacia estructuras de mayor justicia, dignidad y participación libre o, por el contrario, aceptar las definiciones y las presiones militares de los Estados Unidos. La puerta para entrar en la comprensión del problema de Nicaragua es necesariamente asumir la contradicción básica de este país: la soberanía nacional frente a las pretensiones de una superpotencia mundial respecto de un área de influencia deformada como espacio de dominación absoluta.

Resulta muy difícil resumir la compleja realidad de los primeros cinco años de revolución popular sandinista. Este trabajo busca presentar en forma esquemática las tendencias de los acontecimientos políticos, religiosos y económicos de estos cinco años a la luz de esta contradicción fundamental que enfrenta a Nicaragua con los Estados Unidos. La nueva institucionalización política y la reestructuración de la economía apuntan hacia la definición del proyecto revolucionario. Pero están mediadas por la cultura, especialmente en su dimensión religiosa.

Para contribuir a una mejor comprensión del análisis que intentamos en las páginas siguientes, ofrecemos una caracterización sintética de estas tendencias.

Geopolíticamente, la política de dos gobiernos sucesivos estadounidenses ha evolucionado desde un ensayo de neutralización del carácter revolucionario del proceso nicaragüense hacia una creciente e inescrupulosa militarización para doblegarlo y lograr hacerlo reversible. Este proyecto ha tenido que confrontarse con la versatilidad diplomática de los gobernantes sandinistas y con la amplia red de apoyo internacional al empeño nicaragüense.

La política interna sandinista ha fomentado la movilización de amplios sectores de la población hacia formas múltiples de participación activa directa, una de ellas la electoral. La lógica de la desinformación y de la agresión militar ha frenado, sobre todo en los períodos II y III que se indicará más abajo, el ritmo de dicha movilización, al hacer inevitables mecanismos de control social exigidos por la defensa de la economía y de la independencia nacional.

Las relaciones entre Iglesia y proceso revolucionario han configurado el campo principal de debate cultura. Siendo religiosa la visión del mundo de la mayoría del pueblo nicaragüense, el debate sobre la recuperación de la nación y la transformación de la sociedad afecta de lleno a los símbolos religiosos de este patrimonio cultural. Los primeros intentos de acercamiento y diálogo por ambas partes han sido minados por períodos y acontecimientos que reflejaban desconfianza, temor y hostilidad. La evolución de la jerarquía hacia pronunciamientos deslegitimantes, en los que una cierta oposición política intransigente encuentra su apoyo moral, y las duras respuestas a estos pronunciamientos, han conseguido tornar verosímil la ruptura del diálogo. Las fuerzas -no sólo nacionales- de la tolerancia y de la paciencia intentan evitarla, también de ambas partes.

Por último, se ha persistido, contra todo pronóstico, en el marco de una economía mixta. En este esquema, el control social del Estado y de sectores populares crecientes han ido asegurando un descenso constante de la lógica de la explotación, al frenar la tendencia capitalista a la maximización de las ganancias privadas. E medio de un clima hostil económico, político y militar, no se ha renunciado a avanzar conjuntamente en la reactivación de la economía paralizada en 1979 por la guerra y la insurrección, en la redistribución de bienes reales a través de la ocupación, la salud, la educación, la reforma agraria y los subsidios alimentarios, y en la fuerte inversión estructural sostenida a mediano y largo plazo. Factores favorables han sido las facilidades para la renegociación de la deuda externa y la diversificación del comercio internacional de Nicaragua.

Desde esta óptica, dividiremos estos cinco años en cuatro períodos, elaborando en cada uno de ellos las tendencias ya sintetizadas de la Política de los Estados Unidos, de la Política Nacional, de las Relaciones Iglesia-Estado y de la Economía.

I.- Primer Período: Julio 1979-Diciembre 1980

Consolidación del Poder. Construcción del Estado, del ejército, de las organizaciones de masa y movilización popular entorno a la educación y a la salud. Fijación de los términos de diálogo entre Iglesia y Revolución.

II.- Segundo Período: Enero 1981-Marzo 1982

Tensiones políticas, redefinición de la Unidad Nacional y movilización popular en torno a la defensa. Aspero debate cultural en el campo religioso.

III. Tercer Período: Abril 1982-Noviembre 1983

Tensiones económicas, desarrollo de la economía de resistencia y movilización popular en torno a la defensa. Rigidización de la relación Iglesia-Revolución.

IV.- Cuarto Período: Diciembre 1983-Junio 1984

Guerra abierta, convocatoria a elecciones y movilización popular de la retaguardia en torno a las necesidades básicas. Construcción de la economía de defensa. Peligrosa proximidad de ruptura en el campo religioso-cultural

Primer Período: julio 1979 - diciembre 1980

1. Política de Estados Unidos: Fase de neutralización e intentos de cooptación

No está de más recordar que el gobierno de Estados Unidos, principal apoyo de la dictadura somocista durante decenas de años, vaciló en los últimos meses del somocismo entre continuar apoyando a la dictadura o dar su apoyo a los grupos empresariales-reformistas. La administración Carter estaba en el poder. El FSLN organizó la insurrección de las clases populares en alianza con estos grupos empresariales y reformistas neutralizando así el Estado Norteamericano durante largos meses de lucha. en junio de 1979 la Administración Carter quiso impedir el triunfo de los sandinistas proponiendo en la OEA una intervención militar en Nicaragua. Al fracasar esta solución, al fracasar también la alternativa del "poder compartido" entre restos del somocismo y los sandinistas acelerarse el triunfo revolucionario, los planes norteamericanos quedaron trastocados.

La Administración Carter buscó entonces apoyar los proyectos reformistas y neutralizar los proyectos revolucionarios. Los empresarios nicaragüenses que constituían la dirección del COSEP convencieron a los senadores norteamericanos de que la celebración de elecciones en la primera etapa revolucionaria sólo afianzaría a los sandinistas en el poder. Los demócratas intentaron utilizar al anzuelo de la ayuda bilateral para cooptar a los sandinistas y para asegurar el financiamiento del sector empresarial. La resistencia que presentaron los republicanos a esta táctica y las condiciones impuestas sobre los préstamos entorpecieron la iniciativa. Aunque las relaciones entre Nicaragua y Estados Unidos tuvieron una apariencia de normalidad, los funcionarios norteamericanos de la Embajada de Managua se convirtieron rápidamente en aliados naturales de los grupos empresariales cada vez más politizados, así como de los representantes de los grandes productores que tenían puestos importantes en el Estado.

A finales de noviembre de 1980, cuando Jorge Salazar, íntimo amigo del equipo de la Embajada y dirigente de los cafetaleros, murió en un enfrentamiento armado con la policía, el director de la AID en la embajada de Managua prepara los primeros documentos en que se acusa a Nicaragua de proveer de armas al FMLN de El Salvador recién constituido en octubre; presiona en Washigton para que se corte la ayuda a Nicaragua y empieza a colaborar con el equipo del recién electo presidente Reagan. En este momento, el gobierno norteamericano abandona definitivamente su política de neutralización, ya probadamente ineficaz.

2. Política Nacional: Fase de coexistencia de proyectos políticos contradictorios

La dictadura fue derrocada por un amplio frente de organizaciones políticas y gremiales hegemonizado por el FSLN. Entre 1977 y 1979 la agitación sandinista captó la imaginación de los sub-empleados de los barrios urbanos, de los campesinos, de los empleados públicos, de los estudiantes y sus profesores. El FSLN catalizó la toma de posiciones anti-somocistas en organizaciones existentes (como el Partido Liberal Independiente PLI-, el Partido Popular Social Cristiano -PPSC- y varios sindicatos urbanos) y logró crear una nueva gama de organizaciones barriales (CDC), campesinas (ATC), femeninas (AMPRONAC), profesionales, gremiales y estudiantiles. Estas fuerzas fueron aglutinadas en el Movimiento Pueblo Unido (MPU) y en el Frente Patriótico Nacional (FPN). De hecho la movilización popular, el esclarecimiento de la identidad nacional en lucha, la construcción del nuevo estado y el afianzamiento de las organizaciones de los trabajadores, fueron posibles en el primer año revolucionario gracias al avance organizativo y de conciencia que la insurrección consolidó en estos frentes de masas.

En la medida que el FSLN iba desestabilizando el modelo de dominación somocista, se iba dando una alianza con otro frente de oposición a la dictadura que representaba a las fuerzas políticas y sociales que anteriormente habían aceptado las reglas de juego impuestas por la dictadura. Este Frente Amplio de Oposición (FAO) aglutinó a fuerzas políticas de lo más heterogéneas: los partidos de la derecha tradicional (PCD y MLC), el Movimiento Democrático Nicaragüense (MDN) de los empresarios, el partido Social Cristiano (PSC), la fracción más importante del Partido Socialista Nicaragüense (PSN), la Confederación de Trabajadores Nicaragüenses (CTN) de afiliación democristiana, y la Confederación de Unificación Sindical (CUS) vinculada a la ORIT y el sindicato de la construcción (CGT) vinculado con el PSN. El único denominador común de los integrantes de este segundo frente fue encontrarse sobrepasados por los acontecimientos históricos. El Partido Comunista y el MAP mantuvieron posiciones de sectarismo obrerista, contribuyendo sin embargo el MAP a una lucha armada que tardó en deponer incluso después del triunfo revolucionario.

La originalidad del proyecto sandinista se basa en gran parte en la capacidad del FSLN de ligar un aparato político-militar con un ancho frente de organizaciones de masas así como en la flexibilidad antidoctrinaria para movilizar a la gran mayoría de la nación en contra del somocismo. Como se ven el siguiente cuadro, Nicaragua, por ser un país dependiente y neo-colonizado, tenía pocos proletarios y pocos empresarios grandes. Un 77% de la población pertenecía a las capas medias urbanas, los pequeños productores y artesanos, el sector informal urbano de comercio y servicios personales, y el campesinado. La contradicción fundamental en Nicaragua no fue tanto entre burgueses y proletarios sino entre la nación y el somocismo que representaba la dominación norteamericana. La ortodoxia marxista (PCN),que quería crear un movimiento revolucionario con la clase obrera industrial como fuerza principal guiada por un partido marxista-leninista clásico, fue simplemente sobrepasada por el FSLN.

Cuadro 1


Todo esto ayuda a entender la originalidad del proyecto político sandinista y por qué la FAO no tuvo un papel principal en el derrocamiento del somocismo. Sin embargo, tras el triunfo, varios de los integrantes del FAO permanecieron convencidos de que la victoria no había sido posible sin su participación y que, por lo tanto, la hegemonía dentro del gobierno de reconstrucción nacional les pertenecía. Estos factores hicieron que el resultado del triunfo fuera un gobierno de unidad nacional hegemonizado por los sandinistas, pero que desde el comienzo contenía en su interior dos proyectos contradictorios: el capitalista-reformista y el revolucionario-sandinista.

En la visión de Alfonso Robelo, miembro de la primera Junta y uno de los representantes más importantes del proyecto reformista, el poder político debería estar en manos de lo que controlaban importantes sectores de la economía y tenía probada capacidad empresarial. En su diseño, "los muchachos del Frente", se ocuparían de la defensa, mientras que los cristianos comprometidos con los pobres se encargarían de los servicios sociales y humanitarios; la economía seguiría bajo el control de la élite productiva. Todo el esquema tendría dos liderazgos yuxtapuestos, pero la confianza estaba puesta en que la lógica reformista de la economía se iría imponiendo al poder y modificando su estilo radical. Obviamente, la concepción del FSLN era otra. Y como la hegemonía del andinismo estaba consolidada dentro de la alianza, era previsible que de las tensiones entre ambos proyectos resultara claramente vencedor el proyecto revolucionario sandinista.

El 22 de abril de 1980 Robelo aprovecha la renuncia de Violeta Chamorro por razones de salud para abandonar la Junta de Gobierno en protesta política contra el FSLN. Arturo Cruz y Rafael Córdova Rivas son nombrados como sustitutos. Aunque la renuncia de Robelo y Violeta fue el primer gran símbolo de que la coexistencia pacífica de los dos proyectos estaba en peligro, la unidad nacional continuó vigente. Sólo abandonó la alianza una fracción de capitalistas muy politizados. Esto fue debido, en parte, a la debilidad y a la inexperiencia política de los empresarios y, en parte, a la política de neutralización que llevaba adelante el gobierno norteamericano. Pero, se debió principalmente a la gestión marcadamente democrática que el nuevo gobierno impulsaba en la esfera económica y en la social. La Cruzada Nacional de Alfabetización captó la voluntad y el corazón de un pueblo que estaba sediento de que se hiciera, por fin, justicia a los pobres.

En aquellos momentos, la inmensa mayoría de los productores contaba con un amplio apoyo del gobierno para reactivar la economía, duramente golpeada por la guerra contra Somoza. En medio de esta situación, se notaron poco las crecientes tensiones entre el proyecto reformista y el revolucionario al interior de la alianza y el gradual pero progresivo desplazamiento de los representantes políticos de la clase empresarial de la cúpulas del poder. La presión de la ultraizquierda comunista alcanzo tonos más altos e intentó traducirse en huelgas obreras y en acciones armadas.

El comienzo del proyecto capitalista de contrarrevolución violenta sólo descubrió su rostro en noviembre del 80, afirmándose simultáneamente lo que en adelante sería un rasgo permanente de la revolución: la eficacia preventiva de la seguridad del Estado. El impacto dejado por el campo y las montañas nicaragüenses en los jóvenes alfabetizadores, su potenciación en agosto, al final de la Cruzada, por medio e la Juventud Sandinista, y la marcha sobre Managua, que ATC organizó en octubre para exigir la no devolución de las tierras confiscadas, el acceso a los créditos y el descenso de los precios de arriendo de tierras, hicieron confluir el clamor popular de los humildes con la desarticulación de aquel núcleo inicial de conspiración armada y con la muerte de Salazar. El FSLN respondió definiendo públicamente (19 de noviembre de 1980) que los empresarios patrióticos son parte integrantes de la unidad nacional, pero que es el pueblo trabajador el que tiene la hegemonía política en la nueva Nicaragua en la que el objetivo básico es dar respuesta a las expectativas sociales de los pobres.

3. Relaciones Iglesia-Estado: Fase de choques iniciales y de fijación de los términos del diálogo

La Iglesia Católica no vivió el proceso político antisomocista de forma monolítica. El sector que apoyó hasta el fin el proyecto somocista -muy minoritario- fue desplazado totalmente por los dos sectores que tuvieron peso significativo en el fin de la dictadura. Uno de ellos, alrededor de algunos obispos, apoyaba el proyecto reformista y tenía como modelo para las relaciones Iglesia-Estado el de la Iglesia venezolana tras la caída de Pérez Jiménez: de estar recluida por el laicismo liberal al ámbito de influencia cultura. La Iglesia, habiendo desarrollado la vocación política en laicos católicos socialmente pudientes a través de las escuelas religiosas, obtuvo la extensión de su influencia al ámbito de la competencia por el poder político. Con ellos la iglesia venezolana pasó de la postergación y la oscuridad a una posición de prestigio social. El Arzobispo de Managua se encontró entre los promotores del "poder compartido" en los momentos finales de Somoza.

Más adelante, cuando Robelo, evocando resonancia de fidelidad a la doctrina católica, renuncie al gobierno y los representantes del COSEP y organizaciones políticas vinculadas a la élite empresarial abandonen el Consejo de Estado, el Arzobispo y el sector jerárquico que él encabezaba, comenzarán a manifestar reticencias crecientes frente a la revolución. En el acto final de la Cruzada de Alfabetización -esfuerzo que compartieron simultáneamente tres fuerzas: la juventud, el FSLN y el otro sector de la Iglesia que apoyaba el proyecto revolucionario sandinista- se puso de manifiesto, por primera vez, la reticencia de algunos obispos al proceso: en vez de participar en el acto masivo de la Plaza 19 de julio, celebrando a los 250,000 brigadistas alfabetizadores y a sus familias, el Arzobispo de Managua organizó una misa con los brigadistas "católicos" acto al que sólo asistieron 1,000 personas, desafectas o la revolución.

Al interior del FSLN, y después de debates sobre el carácter del nuevo gobierno, se logró una notable coherencia orgánica en torno a la Unidad Nacional. Si bien las concreciones de esta coherencia permanecieron fuertemente inestables como fruto de la democratización del Estado, a nivel de principios hubo acuerdo para intentar cimentar la unidad nacional sobre cuatro pilares: economía mixta, pluralismo político, no alineamiento internacional y participación popular en los cambios sociales.

Sin embargo, el FSLN no elaboró una postura oficial sobre el tema de la religión. Esto hizo que fueran creciendo en el FSLN varias tendencias al enfocar el hecho religioso. Una, pretendía un estado laico donde existiera respeto al hecho religioso y pluralista para que los creyentes participaran como tales en todas las organizaciones revolucionarias. La segunda -quizás la mayoritaria en el FSLN- coincidía en todo con ésta, deseando relaciones Iglesia-Estado basadas en el mutuo respeto y la autonomía, pero tenía el "plus" de que quienes la formaban eran ellos mismos cristianos, bien por el origen de sus motivaciones revolucionarias (bastantes), bien incluso por su mantenida adhesión a la fe y a la afiliación eclesial (algunos). La tercera tendencia -minoritaria, pero con miembros ubicados en puestos de cierta importancia- mantenía posturas adversas al hecho religioso, aunque lo hacía de forma generalmente encubierta.

Algunos errores públicos achacables a personas individuales representantes de esta tendencia encontraron eco quizás excesivo, al ser generalizados por algunos obispos como intentos ateizantes lo que sólo eran incidentes puntuales. En este sentido, muy pronto entran ya en conflicto una minoría doctrinaria y dogmática con una minoría hipersensible dentro de la jerarquía. Este conflicto no produjo, sin embargo, en esta etapa polarizaciones notables ni dentro de la Iglesia ni dentro del movimiento revolucionario.

De todas maneras se estaba ya planteando el reto con que habrán de confrontarse tanto la Jerarquía como el liderazgo revolucionario: el encuentro, dialogante o desconfiado, de la evangelización y la revolución en una sociedad en cuya cultura prevalece la visión religiosa del mundo. El encuentro había comenzado con gran esperanza y acogida, a raíz de la carta pastoral del 17 de noviembre de 1979, excepcionalmente abierta y creativa.

En octubre de 1980 el FSLN publicó un documento oficial explicitando su posición oficial sobre la religión. El documento representó una victoria de los grupos mayoritarios frente a la fracción doctrinaria y minoritaria. Fue un documento importante pero que salió "tarde" 15 meses después del triunfo, cuando ya un sector jerárquico se iba perfilando cada vez con más desconfianza frente al gobierno. Este sector considerará el documento como la declaración táctica de un poder globalmente hostil a la Iglesia. El documento, de todas formas, sirvió para detener por algún tiempo el ritmo de una polarización en la que la minoría doctrinaria había ganado espacios al interior del FSLN y en la que el movimiento cristiano de una Iglesia de los pobres, cuantitativamente minoritario en estructuras organizativas pero con notable fuerza y potencial simbólico en la conciencia religiosa, se sentía cada vez más en tensión no con su fe sino con la visión del proceso de sectores de la Jerarquía eclesial.

4. La economía: Fase de recuperación, esfuerzo financiero y economía mixta sin tratamientos diversificados ni sectores priorizados

La guerra contra Somoza significó una profunda paralización de la economía. El PIB se redujo en un 32%, el ingreso per cápita descendió hasta los niveles de 1962. La descapitalización de la economía era aguda y sólo tres millones de dólares había en reserva de divisas en el momento del triunfo revolucionario. El costo de la destrucción física fue estimado en unos 400 millones de dólares (más de año y medio de generación de divisas). La inflación llegaba al 80%. Objetivamente, no existían posibilidades de recuperar los niveles económicos pre-revolucionarios sino a largo plazo.

De la misma manera que la JGRN planteó relaciones normales y estables con EU, demostró su voluntad de establecer la economía mixta como principio rector de la economía a largo plazo. Los dirigentes sandinistas consideraron que estas dos políticas eran compatibles con la consolidación de la revolución. Aunque la administración norteamericana rechazo la primera de ellas, el gobierno de Nicaragua logró sentar bases sólidas para una alianza nacional según el esquema de economía mixta.

Para conseguir el objetivo principal -la consolidación del poder revolucionario-, la revolución tomó la atrevida opción de avanzar en muchos niveles a la vez: construir un ejército ante la probabilidad de una futura agresión norteamericana; levantar desde la nada el Estado; movilizar al pueblo en organizaciones sindicales, cooperativas, barriales y gremiales de todo tipo; reestructuras las deudas del sector privado, abriendo acceso al crédito no solamente al sector privado beneficiado bajo el somocismo sino potenciando la capacidad productiva de la amplia burguesía pequeña de Nicaragua; hacer llegar la educación y la salud a las masas populares; reactivar el 20% de las tierras y las industrias confiscadas a los somocistas para crear con ellas un sector de propiedad colectiva; nacionalizar y hacer funcionar todo el sistema financiero nacional y todo el comercio exterior.

La única manera de emprender simultáneamente tan gigantescas y tan diversas tareas fue elaborar una audaz plan de reactivación y reconstrucción en el que se ofreciera mucho a todos. El plan 80 se sintetiza en "reactivar y redistribuir a la vez". La realización de este plan fue posible únicamente por un gran esfuerzo financiero con el que creció enormemente el endeudamiento externo del país.

Cuadro 2



*1978

**El descenso en 1983 del porcentaje del servicio de la deuda respecto del valor de las exportaciones se explica por una renegociación de la deuda que la transfiere del corto al mediano y largo plazo.

**************************************************************

Se trata de un peso notable, que se puede sobrellevar gracias al apoyo político internacional. La mayoría de este nuevo endeudamiento (un 72%) se debe a los esfuerzos de reponer las pérdidas en la guerra de liberación nacional, la descapitalización del país por los Somozas, los desastres nacionales y los daños de la guerra de agresión por parte de los EEUU. Como se ve en el cuadro 3, estos costos ascendieron a unos 1,800 millones de dólares. La situación de emergencia nacional encontró una respuesta de solidaridad internacional que permitió que Nicaragua diversificara su dependencia.


Cuadro 3




Cuadro 4


Como se ve en este cuadro, antes de las medidas de la administración Reagan, el gobierno de Nicaragua logró un balance de financiamiento que privilegiaba a los países del Tercer Mundo (49%) y a los países capitalistas (32%). Después del corte de los prestamos bilaterales norteamericanos, Nicaragua mantuvo el apoyo (50%) de sus vecinos regionales y del tercer mundo (otros países de Centroamérica, México y Venezuela en ese orden) pero el balance entre financiamiento por los países capitalistas y los países socialistas se inclinó hacia estos últimos debido al rechazo de parte de los EEUU. Por otra parte, los países de Europa y el resto del mundo capitalista mantuvieron su apoyo a Nicaragua. Cabe señalar que los bancos de los EEUU han apoyado a las iniciativas nicaragüenses a reestructurar su deuda, mientras que la administración norteamericana ha hecho lo posible por separar a Nicaragua de todas las fuentes de financiamiento del occidente.

La finalidad del esfuerzo financiero era reactivar una economía destruida y catalizar una alianza nacional muy ancha y sólida para contrarrestar las posibilidades de un proyecto desestabilizador por parte de los Estados Unidos. El proyecto de Unidad Nacional tuvo en este período una amplia ganancia política pero su costo económico fue elevado. La satisfacción simultánea de las expectativas de todos los elementos de la sociedad sin tratamientos diferenciados ni mecanismos efectivos para viabilizar la priorización de sectores, requirió de altos costos y esfuerzos al tener que ceder a presiones provenientes e intereses económicos tan distintos. Para no asustar al sector privado la revolución abrió al campesinado las fuentes del financiamiento, pero no hizo una reforma agraria. En el primer aniversario de la revolución se anunció esta, pero el cuidado excesivo del gobierno de no dañar a la Unidad Nacional frenó el proyecto hasta los últimos meses de 1981.

Entre julio de 1979 y octubre de 1981, el programa agrario del gobierno de Nicaragua se centró sobre dos tareas fundamentales: a) la reactivación de la producción abandonada por los somocistas y la consolidación del Area de Propiedad del Pueblo sobre un 23% de la superficie agrícola nacional; y b) una reforma agraria que se llevó a cabo sin expropiación de la tierra. En tiempos de Somoza la represión económica en contra del campesino pobre se montó sobre la política de precios, créditos y tierras.

Entre 1975 y 1978, aunque los precios de los granos básicos (el principal producto de los campesinos) ascendieron en el mercado internacional; en la Nicaragua de Somoza estos precios bajaron. Esta burla del mercado supuestamente "libre" fue acompañada por una política crediticia que permitió a son¦o 16,000 de las 110,000 familias campesinas acceso al crédito formal a través de los bancos a tasas de interés establecidas. La gran mayoría de los campesinos fueron obligados a conseguir préstamos de aceite, ropa, fertilizantes, etc. a través de comerciantes-usureros que compraban la cosecha del campesino "en verde", es decir antes de recogerla, imponiendo así tasas de interés de un 50%. El acceso a la tierra fue restringido y estrechamente ligado a las necesidades de los terratenientes de conseguir mano de obra barata para la cosecha de su café, algodón y para su producción ganadera de tal forma que nunca accedieron a suficiente tierra para que el campesinado pudiera independizarse como productor. Los intentos de los campesinos de tomarse las tierras fueron brutalmente reprimidos por la GN.

La primera fase de la reforma agraria nicaragüense atacó directamente a esta triple represión a través de un proceso de democratización de los mercados de tierras, créditos y precios. Por ley se estableció un techo sobre el precio de tierra arrendada, que fue 89% por debajo de los precios vigentes en el mercado y el derecho del campesino de exigir el arriendo de cualquier tierra ociosa a ese precio. En 1980, 97,000 de las 110,000 familias campesinas recibieron préstamos del Banco Nacional de Desarrollo a una tasa de interés el 7% en un período de inflación que osciló desde un 80 a un 35%. En cuanto a los precios para los productos, el gobierno ofreció precios de garantía y servicios de comercialización para los productos campesinos. El resultado de la liberación de estos tres mercados fue la creación de más de 3,000 cooperativas y la movilización de los campesinos hacia la tierra por la vía del arrendamiento.

El gran valor de esta primera fase de la reforma agraria fue la ausencia de paternalismo estatal respecto del campesinado. Los funcionarios estatales estuvieron ocupados construyendo el sector estatal, dejando a los campesinos libres de crear sus propias cooperativas. Aparecieron unos ocho tipos de coooperativas en contraste con lo que ocurrió en Chile, México y Perú, donde el estado instaló modelos cooperativos monolíticos en las haciendas expropiadas. El intento de establecer estructuras cooperativas sobre los antiguos cimientos del sistema latifundista, con una gran dosis de paternalismo estatal, impactó fuertemente al producto bruto agropecuario de esos países, que bajó drásticamente en todos los casos durante los años de reforma agraria. Fue como colocar vino nuevo en odres viejos. En Nicaragua la democratización de los mercados de tierra, crédito y productos permitió a los campesinos un espacio para crear nuevas fincas a nivel de su propia capacidad y anhelos.

La segunda fase de la reforma agraria (Octubre 1981 a diciembre 1983) con la titulación de tierras en favor de los campesinos y de las cooperativas, vino a racionalizar y a legitimar los esfuerzos de los campesinos y su participación durante la primera fase. Además, la ausencia de expropiaciones durante los primeros dos años creó un nivel de confianza entre los productores mercantiles, que permitió mantener los niveles de producción agropecuaria. Todo esto ha significado que Nicaragua sea el primer país de América Latina que realiza una reforma agraria al mismo tiempo que registra una tasa de crecimiento anual agrario de un 12.5% entre 1979 y 1983. Tomando en cuenta el subsector pecuario, en el que la insurrección causó pérdidas muy fuertes aún no recuperadas, la tasa de crecimiento del sector agropecuario ha sido en los años citados de 8%.

Entre 1979 y 1981 no se logró recuperar los niveles de producción de 1977, como se ve en el cuadro 5. El sector primario se recuperó más rápidamente que los otros dos sectores. Esta recuperación se debió principalmente a la agricultura; la activación de la ganadería y la pesca fue problemática, como se puede apreciar por su tasa negativa de crecimiento en 1979-81. Aun en la agricultura, el crecimiento generalizado cubrió la baja reactivación del algodón, un producto con efectos multiplicadores en la economía nacional. El problema más notable en la economía en su conjunto fue la recuperación muy deficiente de la construcción (sólo 36% de su nivel pre-triunfo), un subsector que ejerce no sólo lo más fuertes efectos multiplicadores en la economía, sino que también muestra poca dependencia extranjera.

Por otra parte, las actividades improductivas de comercio, transporte y servicios evidenciaron las tasas de crecimiento más elevadas de la economía, estimuladas mas bien por financiamiento externo que por el propio dinamismo de la economía. La inflación se controló durante la mayor parte del período cubierto por estos cinco años . Además, se establecieron los subsidios a los bienes fundamentales e la canasta básica, para compensar los bajos salarios, sostener y aun aumentar el consumo popular. La presencia estatal en la economía creció rápidamente para poder enfrentar las ingentes tareas de la reconstrucción y las metas revolucionarias.


Cuadro 5


Segundo Período: enero 1981 - marzo 1982

1. Política de Estados Unidos: Fase de aislamiento y desestabilización

A diferencia de la Administración Carter, la Administración Reagan asumió el poder con objetivos claros y definidos en contra del proceso revolucionario centroamericano. En el primer momento, cuando una ofensiva general guerrillera, en Enero de 1981, no consiguió convertirse en triunfo definitivo, optó por lograr una rápida victoria en El Salvador, ayudando militar y económicamente al régimen de la Segunda Junta para reforzar su lucha antiguerrillera y evitar su colapso económico. Buscó simultáneamente ablandar a la revolución nicaragüense, aislándola y desestabilizándola, hasta que llegara el momento de agredirla frontalmente, una vez "normalizada" la situación salvadoreña.

La política de desgaste contra Nicaragua se reveló variada y múltiple. Se apostó a la vez en dos juegos estratégicos: a) presionar de todo tipo que obliguen a los revolucionarios a abdicar de sus principios y a abandonar los programas básicos de justicia social, y b) preparación de las condiciones para una intervención militar. Realmente las dos estrategias fueron complementarias. Los elementos que configuran la primera estrategia -campañas internacionales e prensa distorsionando la realidad nicaragüense, "libros blancos" sobre la supuesta ayuda militar nicaragüense a la guerrilla salvadoreña, aislamiento diplomático en la región centroamericana, mecanismos de presión financiera y comercial para provocar estancamiento económicos e intentos de separar la pueblo del gobierno y de crear división en la dirección del mismo- se ponen a funcionar con el fin de aislar y desestabilizar hasta un punto tal en que se facilite la intervención directa. La primera estrategia o hace otra cosa que abrir las puertas a la segunda y todos los factores se enlazan en un círculo vicioso: la campaña de distorsión y acusaciones facilita la presión económica y diplomática, la presión económica desgasta al país y provoca inestabilidad social, la inestabilidad social justifica nuevas campañas ideológicas y presiones militares, las presiones militares provocan más desgaste... y así sucesivamente. El capítulo final que busca esta historia es el derrocamiento del gobierno sandinista por la vía militar, incluida la intervención directa.

La Administración Reagan inicia prontamente las presiones militares promedio de fuerzas vicarias, utilizando a ex-guardias somocistas, agentes y asesores militares argentinos, y al ejército hondureño. Respalda las acciones de las bandas somocistas que, desde bases en Honduras, intentan sabotear la producción y la infraestructura económica del país. Estos guardias se entrenan en campamentos de Florida y California, y en la Escuela de las Américas del Canal de Panamá. Dinamitan puentes, realizan actos terroristas en los aeropuertos de México y de Managua, intentan volar la Cementera y la refinería de la capital y organizan el completo "Navidad Roja" en la Costa Atlántica. Comienzan a reducirse violaciones del espacio aéreo nicaragüense por aviones espía -40 vuelos en esta primera fase- y se llevan a cabo las primeras maniobras militares honduro-estadounidenses "Halcón Vista", con la finalidad de estudiar la capacidad de la fuerza aérea y naval hondureña y de los EEUU en una eventual guerra contra Nicaragua. En diciembre de 1981, el congreso de los EEUU autorizó a la CIA fondos por US$19 millones para realizar acciones encubiertas contra Nicaragua.

Frente a tales bloqueos y hostigamientos destaca aún más el amplio apoyo internacional que Nicaragua logró mantener gracias a su posición de dignidad independentista no alineada y a su incesante y ágil diplomacia. En el cuadro 4 han quedado reflejados los resultados de apoyo financiero. Políticamente, la declaración franco-mexicana de Agosto de 1981, al reconocer a los revolucionarios salvadoreños "representatividad política" aportaba legitimidad a la hospitalidad garantizada a aquellos en Nicaragua. El apoyo de la Internacional Socialista, bastantes de cuyos partidos-miembros presiden gobiernos europeos, se mantuvo constante. En América Latina, el constante y firme apoyo de México, que movilizó tras de sí en muchas ocasiones a otros países del subcontinente, fue decisivo. La incondicional amistad de Cuba influyó en este período por el hecho de ocupar Fidel Castro la presidencia del Movimiento de países No alineados.


2. Política Nacional: Fase de eliminación de las posibilidades de un frente interno imperialista

Poco a poco, pero de manera consistente, la política de los EEUU se va coordinando con la de la oposición interna con el fin de crear un frente sólido opuesto a la revolución sandinista. En este momento es pieza clave para ese fin el MDN, partido a cuyo frente se encuentra el Ingeniero Robelo. También apoyan los EEUU divisiones en el sector revolucionario, como en el caso de Edén Pastora y en el de otros dirigentes del antiguo Frente Sur. Los antecedentes personalistas de Edén Pastora, alimentados por la imagen que le crearon la prensa y la televisión internacionales, y el favoritismo y corrupción, no denunciados a tiempo en público, de algunos de los antiguos compañeros de Pastora en el Frente Sur, explican las divisiones que llegaron a ser deserciones. Por otro lado, para un sector de la oposición que inicialmente desea implementar un proyecto capitalista-reformista, el único camino que se va viendo viable es el de salir de los mecanismos legales que representa el Consejo de Estado y tratar de movilizar las masas en contra del orden establecido.

Frente al incremento de la actividad terrorista dentro de Nicaragua y en momentos de alta tensión político-militar alrededor de las elecciones en El Salvador, la revolución responde con energía, estrechando los espacios políticos de la oposición y, en particular, prohibiendo concentraciones públicas -el caso más sonado es la que en Nandaime convocó el MDN a comienzos de 1981-, se controla el proselitismo político y partidario y se regula el uso de los medios de comunicación para que no se abusen confines de crear confusión en el pueblo, sobre todo por lo que respecta a la situación económica y militar. El gobierno promulga en agosto de 1981 la Ley de Emergencia Económica y social y en Marzo de 1982 la Ley de Emergencia Nacional.

Ambas representan un esfuerzo para eliminar las posibilidades de que, como preámbulo necesario a una intervención militar, se desarrolle un frente interno del tipo Centauro, semejante al que en Chile fue implementado por la CIA para desestabilizar el gobierno de Salvador Allende. Al éxito de aquella operación contribuyó precisamente la reticencia del Presidente asesinado a aplicar con firmeza las leyes disponibles. A consecuencia de estas leyes nicaragüenses, dirigentes del COSEP y del Partido Comunista (las leyes prohibían las huelgas temporalmente) caen presos.

Paralelamente a estas medidas legales de emergencia, el FSLN promueve una movilización popular sin precedentes en torno a la defensa. El estado de alerta del Ejército Popular Sandinista, el incremento de miembros en las milicias populares, la organización de la vigilancia revolucionaria en fábricas, fincas, puentes y vías de comunicación, la instrucción de la población en métodos de defensa ante posibles ataques terrestres y bombardeos aéreos fueron acompañados de una política exterior audaz para enfrentar la agresión norteamericana. Sin embargo, las energías empleadas en las movilización de masas para las tareas militares, debilitaron su movilización para tareas económicas y sociales. La crítica situación militar provocó que las mismas organizaciones cedieran buena parte de su autonomía a la conducción estatal.

Al no reajustarse la economía en función de la guerra de resistencia, la agresión provocó, por primera vez, un notable desgaste de la economía a partir de los primeros meses de 1982. En esa situación el FSLN intentó estimular conversaciones políticas con la oposición a través de un Foro Político que tuvo poco éxito debido a la práctica de la oposición de manipular sus renuncias al Foro en momentos en que se realizaban reuniones internacionales en Nicaragua.

3. Relaciones Iglesia-Estado: Fase de politización del debate religioso-cultural

En el contexto de la promulgación de las Leyes de Emergencia, algunos Obispos de la Iglesia Católica pasan a ocupar un papel protagonista en la oposición política a la revolución. No se trata de intenciones. El hecho es que la reducción del espacio político e ideológico y el peso específico del debate cultural sobre la revolución que se juega en el terreno religioso, obligan a las organizaciones empresariales y políticas de la derecha a aprovechar las instancias de denuncia, que ejerce la jerarquía en contextos de religiosidad masiva para expresar con su apoyo su propia oposición política. Candentes debates sobre temas religiosos con evidente dimensión política llenan los medios de comunicación y la discusión teológica, que es trasfondo en la pugna entre dos modelos de opción eclesial respecto del proceso, es tema de titulares en los periódicos.

En junio de 1981 los obispos dan un ultimátum a los sacerdotes que ocupan cargos públicos para que los abandonen. Se envía al Vaticano la segunda de las delegaciones gubernamentales y se contribuye al compromiso con que terminará por el momento la crisis producida por el ultimátum. Paralelamente, en la arquidiócesis de Managua y en otras áreas eclesiásticas se empiezan a ejercer intensas presiones contra sectores y religiosas que apoyan el proceso revolucionario. En varios casos se les obliga a cambiar de residencia y de actividad para poder permanecer desarrollando su ministerio en el país.

Monseñor Obando es condecorado por el gobierno de Venezuela en una fiesta en que lo acompañan Adolfo Calero y Alfonso Robelo, hoy definidos en la contrarrevolución armada. El periódico La Prensa publica una edición extraordinaria con 36 fotografías del Arzobispo y numerosos desplegados patrocinados por empresas privadas y partidos opositores. Más adelante viajará a los Estados Unidos invitado por el IRD (Instituto para la Religión y la Democracia), organismo de reciente creación, dentro de la ofensiva ideológica de la "nueva derecha" norteamericana, responsable de campañas contra los sectores de la Iglesia progresista.

La jerarquía y la oposición política movilizan sectores de la población en torno al tema de la educación y especialmente la Iglesia favorece actos masivos de religiosidad popular (alrededor, por ej. de la Virgen de Cuapa). En este momento, y proporcionalmente a la alineación de los grupos de oposición política con los sectores tradicionales de la Iglesia, se producen fuertes tensiones entre los católicos y los obispos hablan de "división" en la Iglesia. El período culmina con un enfrentamiento alrededor de los graves problemas de la costa Atlántica: el reasentamiento de los mískitos del río Coco, medida forzada por la defensa fronteriza, provoca una grave denuncia de la conferencia Episcopal acerca de violaciones de sus derechos humanos y étnicos. La Junta de gobierno discute la veracidad de la denuncia de la Conferencia, a la cual había invitado previamente para que observara en presencia la situación. Aproximadamente en esos días del primer trimestre de 1981, la expulsión de dos capuchinos y tres religiosas de la Costa Atlántica es considerada -en diálogo con los obispos- como un error por el Ministro del Interior y es revocada.

4. La economía: Fase de primeros reajustes de la unidad nacional y de debate sobre enfoques y programas

Durante los primeros meses de este período, la movilización popular se vincula más estrechamente con las tareas económicas y sociales de la revolución. Las Jornadas Populares de Salud canalizan enormes energías, tal como sucedió con la alfabetización. Con esta movilización y con el primer proyecto de establecer una distribución segura del azúcar a precios oficiales se fortalecieron los CDS y la participación popular en los barrios pobres. En la primera mitad de 1981 surge desde la base, una nueva organización productiva, la UNAG (Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos). El distanciamiento del COSEP y de los sectores más politizados de los grandes empresarios obliga a la revolución a fortalecer su alianza con las decenas de miles e medianos productores que tienen su peso social en el sector agrícola. UNAG representa tanto los intereses de los campesinos como los de los pequeños empresarios. Al mismo tiempo se crea el Programa Alineamiento Nacional (PAN) para coordinar y extender los servicios estatales a los productores agrícolas de productos de consumo interno.

A partir de octubre de 1981, sin embargo, el énfasis de la movilización popular está puesto en las tareas militares. A pesar de que el nuevo ejército tiene una base fundamentalmente campesina, la Ley de Reforma Agraria no se aprobará hasta Agosto de 1981, cuando se prevé precisamente el cambio de énfasis de la movilización popular. En octubre comienza su aplicación, afectando sólo a los terratenientes con más de 500 manzanas y con esquemas de explotación ociosa. Esta ley restablece propiamente una alianza con la burguesía agraria, a la que se respetan sus tierras -si están bien explotadas- y a las que se garantiza financiamiento para mejoras productivas. Bajo esta ley se confiscarán tierras ociosas y subutilizadas, pero no las bien explotadas por extensas que sean. La Ley se aplicó hasta mediados de 1982 a un ritmo lento con fines "pedagógicos". La aplicación de esta Ley y de la Ley en contra de la descapitalización en la industria, vienen a legitimar y a racionalizar una alianza con un nuevo sector empresarial que en su mayoría está compuesto por "chapiollos" (con raíces fundamentalmente nacionales) que reemplazan a los empresarios de élite (cuyos intereses coinciden con los norteamericanos y transnacionales). Cabe señalar que el primer grupo de empresarios tiene en su conjunto más peso en la economía que el segundo; además sólo una parte del segundo iba saliendo de la unidad nacional.

Se inicia el Plan Económico de 1981, basado en la austeridad y la eficiencia económica que propone fuertes controles sobre las divisas, racionalización de los gastos públicos y concentración de los esfuerzos en el aumento de la producción, tanto para el consumo interno como para la exportación. No se logró controlar el uso de divisas hasta los primeros meses de 1982. El 9 de Agosto de 1981, la JGRN aprobó una Ley de Emergencia Económica cuyos principios fundamentales eran: control de uso de divisas restringiendo la importación de bienes de lujo; congelamiento de todos los gastos de gobierno, fomento de convenios laborales y prohibición temporal de huelgas; y controles de fuga de capitales del país. De hecho durante 1981, la expansión del gasto público continua; las divisas se dispersan por todos los sectores de la economía sin priorizar su empleo y el incremento del endeudamiento externo funciona con tal amplitud que no se siente ni la ineficiencia productiva ni el trastocamiento de los términos de intercambio internacional.

Detrás de la lentitud en la aplicación del Plan está la opción de no imponer un diseño único en la conducción de la economía. De hecho, mientras que la agresión norteamericana obligó al gobierno de restringir las libertades políticas, no sucedió lo mismo en el campo económico y a todo lo largo de este período hubo amplias presiones de todas las fuerzas sociales sobre las fórmulas con las que enfrentar los problemas económicos. La democratización real del Estado y el peso político creciente de la mayor organicidad de sectores populares tienden a explicar las síntesis económicas resultantes. En las decisiones económicas se confrontan vivamente los enfoques estatales más técnicos con los más políticos, las necesidades de apoyo a la defensa con los imperativos de aumento de la productividad, la lógica apta para fomentar la unidad nacional con la lógica capaz de profundizar las transformaciones revolucionarias, los incentivos a la creatividad de soluciones internas con la convicción de la necesidad de conseguir un subsidio externo para lanzar el nuevo dinamismo estructural, la imprescindible lucha contra la especulación con el recelo de afectar la economía informal de sectores populares, y así sucesivamente . El Estado y en especial el ejército, los organismos partidarios, las organizaciones de masas, los diálogos institucionalizados con el pueblo, son vehículos permanentes de este ingente debate práctico sobre la economía. Los resultados, atestiguados por las tasas de crecimiento constante de la economía, por el esfuerzo incesante de asegurar el consumo básico y por la agilidad en diversificar el comercio internacional, no son de ninguna manera caóticos.

Más bien se logra en este período un consenso sobre las grandes líneas de desarrollo del país. Dentro de una estrategia de agroindustrialización y de industrialización de los recursos naturales se prioriza el agro y empieza la planificación de los grandes proyectos energéticos destinados a liberar al país a mediados de los 90 de la carga en divisas que paga actualmente en la importación de fuentes de energía. Asimismo, se diseña una serie de proyectos agroindustriales encaminados a ligar más estrechamente a la agricultura con la industria como en el caso de la hilandería. Aunque el algodón ha sido uno de los productos más importantes de Nicaragua, se perdieron anualmente millones de dólares de valor agregado por la práctica de exportar algodón en pacas para volver a reimportarlo como hilo. Otros proyectos como el de la palma africana se han diseñado para aumentar la seguridad alimentaria del pueblo, de tal forma que el abastecimiento de aceite de cocinar no dependa solamente de la cosecha de algodón o de los precios internacionales.

Tercer Período: abril 1982 - noviembre 1983

1. Política de Estados Unidos: Fase de preparación para la invasión

Después de 15 meses de gobierno Reagan, los resultados obtenidos en Centroamérica no eran satisfactorios para la administración. Las dos grandes metas propuestas para El Salvador -derrota militar rápida del FMLN y posterior legitimación política de la Democracia Cristiana en las elecciones de marzo del 82- no se cumplieron. Más bien, el territorio controlado por el FMLN se había extendido desde la subida a Reagan al poder. Por su lado, las elecciones salvadoreñas cuestionaron el esquema norteamericano que presentaba a la democracia cristiana como un centro amplio entre dos extremismos minoritarios. La victoria de la coalición ultraderechista encabezada por Roberto D'Aubuisson estimuló a los escuadrones de la muerte. Si el avance de la guerrilla facilitaba la obtención de más fondos en el Congreso para ayudar militarmente al régimen salvadoreño, el resultado de las elecciones puso en peligro esa ayuda.

Paralelamente, los planes sobre Guatemala sufrieron serias alteraciones. Los intentos de Reagan de ayudar con armas y con asesores al ejército guatemalteco se veían frenados por el negro récord de crímenes del régimen de Lucas García. El escandaloso fraude de las elecciones del 7 de marzo de 1982 provocó un golpe de Estado, que tras una serie de reacomodos de poder, dio la presidencia al Gral. Efraín Ríos Montt, que superó las cuotas de violación de los derechos humanos de Lucas García y que tiñó su gobierno, a la par que de fanatismo religioso, de cierta independencia de Washington. El gobierno de Estados Unidos urdió ya desde entonces un futuro golpe para entregar el poder al Gral. Mejía Víctores, que supuestamente debería ser más dócil a los intereses norteamericanos. Reagan, sin embargo, había perdido en todos estos meses un tiempo precioso para su estrategia regional.

En Nicaragua, la campaña de aislamiento diplomático se convirtió en un boomerang para Reagan. Aunque sí logró crear una imagen distorsionada de la nueva Nicaragua, la contraofensiva de los sandinistas resultó sumamente efectiva. En los momentos críticos de Marzo de 1982, la propuesta de paz del Presidente mexicano José López Portillo, apoyada por una serie de gobiernos democráticos, el Parlamento y la Comunidad Económica Europea, la Internacional Socialista y 106 miembros del Congreso estadounidense, fue un primer serio revés para Reagan. El fracaso de la campaña propagandística de Alexander Haig mostrando fotografías de supuestos mískitos quemados por los sandinistas, que resultaron ser fotos de la época somocista; las declaraciones de Orlando Tardencilla desmintiendo en el propio Departamento de Estado norteamericano las vinculaciones de Nicaragua en el conflicto salvadoreño y la derrota de la enmienda Symms fueron un contundente segundo revés. La victoria de las tesis anti-intervencionistas de Nicaragua en el Consejo de Seguridad de la ONU por 12 votos a favor, 2 abstenciones y sólo un voto en contra -el de Estados Unidos- fue el tercer golpe. Finalmente, apoyando a Gran Bretaña en contra de Argentina en la guerra de las Malvinas, Reagan perdió a su más incondicional aliado latinoamericano en su lucha contrainsurgente en Centroamérica. Argentina dejó de apoyar al ejército hondureño y Venezuela se distanció un poco de la línea diplomática norteamericana respecto de Centroamérica.

Ante esta serie de dificultades y derrotas, Reagan centrará desde este momento su ofensiva centroamericana sobre Nicaragua, acusando al gobierno revolucionario de ser responsable del abastecimiento de armas a la guerrilla salvadoreña. Militarmente, fortalece a la ex-guardia somocista organizada en Honduras y a las fuerzas de Pastora en Costa Rica. El espionaje, el sabotaje económico, las muertes y el terror se incrementan sustancialmente. Entre enero de 1981 y marzo de 1982 las bandas de la guardia somocista fueron responsables de 140 acciones hostiles contra Nicaragua, asesinando a no menos de 66 nicaragüenses, en su mayoría civiles. Con el nuevo diseño de la política de Reagan, las mismas fuerzas fueron responsables en sólo seis meses (abril 82-septiembre 82) de 142 acciones hostiles, triplicándose el número de agresiones por mes. El número de nicaragüenses asesinados se cuadruplicó en ese período.

En los últimos tres meses de 1982 el ritmo mensual e asesinatos se volvió a cuadruplicar, dejando un saldo de 400 nicaragüenses muertos. Mientras se implementaba esta estrategia agresiva contra Nicaragua, la URSS, bajo el mandato de Andropov, guardaba un profundo silencio sobre la situación centroamericana. Científicos sociales latinoamericanos, agrupados en el Centro de Investigación y Docencia Económica, expresaron en sus publicaciones que había dos interpretaciones: una, que la URSS no quería dar el más mínimo pretexto interventor a Estados Unidos; otra, que se trataba más bien de distanciarse de la esfera de influencia de los EEUU para evitar un papel excesivamente extenso en el plano mundial. Hoy día el silencio de la URSS ha sido quebrado y se han multiplicado las declaraciones políticas de denuncia del gobierno de Reagan así como las de solidaridad con la defensa de la revolución nicaragüense. En un contexto de permanencia del no alineamiento nicaragüense, crece el apoyo soviético (trigo, leche, defensa) sin hacerse pesar aún en forma determinante.

A un año del inicio de la nueva estrategia, más de 3 mil guardias somocistas invaden las zonas fronterizas del norte, organizados en fuerzas de tarea de 500 soldados cada una, que operan con tácticas guerrilleras y de hostigamiento a la población civil. Buques destructores y portaaviones norteamericanos rodean permanentemente las costas nicaragüenses. Se promueven campañas diplomáticas para aislar a Nicaragua, con particular éxito en el destorrijizado Panamá y en Honduras, tras la elección de Suazo Córdova y la aparición en escena del General Gustavo Alvarez, "hombre fuerte" que coordina con el Pentágono las maniobras Pino Grande I y II, que servirán -entre otros objetivos- de cobertura par el programa más intensivo de instalaciones de infraestructura militar realizado por los Estados Unidos desde lo hecho en Vietnam del Sur. Honduras se ha convertido así en el país del mundo con más metros cuadrados de pista aérea por habitante. La fuerza aérea hondureña es, con mucho, la más poderosa de Centroamérica.

Los Estados Unidos han "prestado" a Honduras 23 helicópteros y han ayudado a formar una escuadra de 35 caza bombarderos (20 Super Mysterres, 10 F-86 Sabres y 5 bombarderos A-370 Dragonfly) además de 24 bombarderos Tropan, 3 aviones de reconocimiento y 12 aviones de ataque Northrope F-5E/F. 150 asesores militares norteamericanos enseñan a los hondureños a mantener y a manejar este nuevo armamento y la nueva infraestructura naval y aérea. Preparan además a la tropa para ejercicios militares de cerco móvil y otras tácticas militares desarrolladas en Vietnam.

A lo largo de 1982 el ejército hondureño llevó a cabo 155 provocaciones militares en contra de Nicaragua. Las dos estrategias complementarias de los Estados Unidos tienen en la provocación un elemento clave. Provocando militarmente se consigue el desgaste económico, la inestabilidad social y, eventualmente, errores diplomáticos o respuestas militares precipitadas con las que la intervención directa norteamericana se justificaría, aun dentro de un clima internacional no favorable a este medida. La provocación produce reiteradamente el círculo vicioso: agresión militar desgaste económico lucha contra el frente interno desestabilizador nuevos pretextos para la campaña ideológica antisandinista...

El nuevo tipo de ataque de la contrarrevolución, la acelerada preparación del ejército hondureño para una guerra con Nicaragua y la solicitud de los empresarios hondureños a la Comisión Kinssinger para una intervención directa y para el establecimiento de un grupo provisional en Nicaragua, junto a todos estos factores de escalada militar y la imprevista intervención en Grenada, proporcionaron elementos serios para tener la certeza de que la intervención estuvo a punto de realizarse en noviembre de 1983.

La intervención no se produjo en aquella ocasión porque se logró que no se desarrollaran condiciones nacionales, regionales e internacionales que la posibilitaran con éxito. Nacionalmente, la economía -aunque crecientemente deteriorada- no alcanzaba los niveles de desgaste necesario para provocar descontentos popular en contra del gobierno. Además, hay que tener encuentra que la crisis económica recae en Nicaragua sobre los sectores más acomodados de la población. Esta factor -que no se da en ningún otro país centroamericano- juega a favor de Nicaragua y de los movimientos de liberación del área a mediano plazo, como lo demostrarán las presiones huelguísticas sobre los regímenes hondureños y salvadoreño en 1984, verdaderas movilizaciones con raíz en el descontento popular acumulado.

También hay que tener en cuenta que la agresión externa y la previsión del sufrimiento que ésta causa han consolidado la unidad nacional en torno al proyecto revolucionario. Aunque las cifras dadas por los EEUU para destacar la "militarización" nicaragüense (130 mil hombres en armas, de ellos 25 mil en el ejército sandinista) son exageradas, empantanar al ejército interventor luchando contra él con tácticas guerrilleras, tanto en las ciudades como especialmente en las montañas. Este empantanamiento es visto por los consejeros de Reagan como un serio obstáculo para la reelección del presidente en 1984.

Regionalmente, el gobierno de Guatemala y el de Costa Rica, por diferentes razones dieron muestra de no querer involucrarse en una guerra regional. El primero siguió sin aceptar incorporarse a la alianza militar centroamericana (CONDECA) a causa de los problemas internos que plantea la guerrilla unificada ya en la URNG y por el hecho el rechazo que los generales guatemaltecos planteaban a las pretensiones del Gral. Alvarez de ser el comandante en jefe del CONDECA. Costa Rica, por su parte, a pesar del traslado a Jerusalén de su embajada en Israel (Honduras también mejoró sus relaciones con los israelíes) proclamó su neutralidad perpetua y activa. Paralelamente, la agudización del conflicto salvadoreño restó margen a la política norteamericana, que contaba con una victoria en Nicaragua para fines de 1982 o comienzos de 1983. En particular, el fracaso de la campaña contrainsurgente modelo, implementada en el salvadoreño departamento de San Vicente, impactó fuertemente a los estrategas norteamericanos en los últimos meses de 1983.

Regional e internacionalmente, el elemento diplomático del segundo diseño de la estrategia Reagan (centrado en Nicaragua a diferencia del primero que tomaba como eje a El Salvador) fracasó totalmente. La escalada en la agresión militar se complementaba mientras tanto con los intentos de aislar a Nicaragua diplomáticamente. El subsecretario de Estado, Thomas Enders, viajó a Costa Rica para montar, en Octubre de 1982 el "Foro pro-Paz y Democracia", que era como la nueva versión de la Comunidad Democrática Centroamericana (lanzada a comienzos del mismo año y carente de todo prestigio) con representantes de Honduras, El Salvador, Colombia, Jamaica, República Dominicana y Belice.

El gobierno nicaragüense no fue invitado y la ausencia de Guatemala fue notable. Nicaragua, por su parte, logró tras innumerables viajes, que los presidentes de México y Venezuela (López Portillo y Herrera Campins) iniciaran una propuesta de paz pidiendo el cese de la hostilidades a fin e auspiciar el dialogo constructivo que permita el acercamiento y cooperación entre las partes. Igualmente, planteaban a Reagan la "concertación de un acuerdo global" en relación a Centroamérica. Numerosos gobiernos y movimientos se sumaron a esta iniciativa. Nicaragua apoyó la propuesta mexicano-venezolana y Honduras la costarricense-norteamericana. La lucha diplomática estaba planteada. Enero de 1983 se reunió en Managua el Buró de coordinación de los países no alineados. A la sesión ministerial extraordinaria asistieron más de 100 países y movimientos, cifras récord en eventos de este tipo. La interpretación era clara se trataba de un apoyo a la revolución sandinista, que en el comunicado final quedó patente. en este contexto, durante el 38 período ordinario de la Asamblea General de la ONU, Nicaragua obtuvo un puesto en el consejo de Seguridad de este organismo.

A pesar de las presiones de Estados Unidos en contra de Nicaragua y a favor de la República Dominicana, Nicaragua logró dos tercios de los votos, demostrando claramente que la Administración Reagan no controla los apoyos que recibe la revolución sandinista a nivel diplomático. Cuando los cancilleres de Colombia, Panamá, México y Venezuela llamaron a negociaciones en el área, independientes de las que intenta promover el foro pro Paz y Democracia, el eje diplomático Costa Rica-Estados Unidos recibió su jaque-mate. El apoyo internacional a la original revolución nicaragüense y la insatisfacción aguda del subcontinente con el trato dado al conflicto de Las Malvinas se traducían en un nuevo marco de latinoamericanización de soluciones a problemas latinoamericanos; la neutralidad costarricense es la última y más reciente consecuencia de esta tendencia. También en 1984, la marcha cívica de 50 mil personas en las calles de San José reflejará la profundidad del sentimiento nacional opuesto a los intentos de la Administración Reagan de dejar sin contenido real la neutralidad costarricense.

Internacionalmente, este grupo de 4 naciones, el llamado grupo Contadora, ha recibido hasta hoy el respaldo de una gran cantidad de países de muy diverso signo ideológico. Contadora acogió la propuesta de paz de Nicaragua que consiste básicamente en: a) el retiro total e inmediato de los asesores militares extranjeros en todos los países del área; b) la congelación de la carrera armamentista en el istmo; c) la celebración de elecciones. Esto no quiere decir que para el conflicto salvadoreño sea Contadora el marco más adecuado. En este caso la ONU parece serlo. Lo importante para los movimientos populares en América Latina es unir la versatilidad de formas nacionales de lucha con una agilidad diplomática nueva.

Es importante señalar que durante el período marzo 82-noviembre 83, la creciente solidaridad mundial hacia Nicaragua no encontró suficiente eco en el Congreso de Estados Unidos que, a petición de Reagan, autorizó el financiamiento a la contrarrevolución armada y siguió aumentando la ayuda militar a El Salvador. Durante este período los sandinistas demostraron su capacidad para pasar de la guerrilla militar en las montañas a la guerrilla diplomática en todos los foros internacionales. En conclusión, durante este período se produce una escalada en la agresión militar por parte de los Estados Unidos y una escalada de nivel similar en el aislamiento de la política centroamericana de Reagan como consecuencia de la escalada de la solidaridad internacional, fruto del trabajo diplomático del FSLN. Estas tendencias se mantienen incluso se acentúan en el período que hoy vivimos.

2. Política Nacional: Fase de tensiones a nivel de las masas y de apertura de espacios políticos para la oposición Error! Bookmark not defined.

El incremento de la agresión militar contra Nicaragua obligó a implementar cambios en la política interna con profundas implicaciones sociales. Hasta mediados de 1983, la defensa de la patria era voluntaria. Como en la guerra insurreccional, los valientes "muchachos" del FSLN seguían pagando con su sangre la soberanía de la nación y la libertad de todo el pueblo. La agresión llevó al gobierno a promulgar la ley de servicio militar patriótico. La obligatoriedad de este servicio generó inconformidad entre muchas familias y la ley se convirtió en una prueba política para el FSLN y en una encrucijada nacional en la que las grandes mayorías que se oponían a la agresión imperialista afrontaron el momento en que la defensa nacional iba a exigir no sólo el sacrificio de "los muchachos del FSLN" sino también el esfuerzo de esas mismas mayorías.

La falta de hábitos culturales para aceptar como cosa natural en C.A. un servicio militar obligatorio; la imagen discriminatoria que justamente ha acompañado a los servicios militares de la región y, en Nicaragua además, lo ingente de la tarea de organizar fluidamente desde cero esta nueva institución, han provocado dificultades y resquemores en las familias y han dificultado la supuesta claridad de la opción. Sólo e el siguiente período responderá el Estado con un diálogo Ejército-pueblo sobre esta problemática, que en realidad es la problemática de la incorporación del pueblo a la construcción de la nación independiente. La formación de un ejército nacional, a pesar de ser en cierto sentido, un paso para la democratización de las fuerzas armadas, se ha convertido en bandera muy discutida, en el corazón del pueblo .

Mientras que Robelo, Cruz, César y tantos otros empresarios abandonan el país para restar fuerzas calificadas al proyecto estructural revolucionario o para apoyar en distinta medida a la contrarrevolución armada, el nicaragüense medio va entendiendo que los Estados Unidos no ataca sólo a los sandinistas sino a toda Nicaragua. La agresión consolida el anti-imperialismo del pueblo de Nicaragua. San Juan del Sur -puerto pesquero azotado por el desempleo y con fama de descontento ante la revolución- se levanta en contra de un ataque de lanchas "pirañas" y pide armas al FSLN para defenderse. En el norte, Jalapa, San Juan de Limay y otras ciudades se convierten en bastiones y en símbolo e la resistencia comprometida del pueblo contra "los paladines de la libertad" que torturan, asesinan y destruyen. La movilización popular sigue centrándose en estas ineludibles tareas militares y, como consecuencia, las organizaciones de masa se someten aun ritmo bastante más lento de movilización hacia la gestión de la vida económica y social, la cual tiende a ser suplida temporalmente por el Estado, no sin costos que se evidenciarán en el período posterior.

A nivel de "la política de guayabera", que tiene más resonancia a escala internacional que la política de las masas, empieza un gradual pero cada vez más significativo cambio en la situación nacional. En mayo de 1982 los empresarios del COSEP y los miembros del Partido Comunista encarcelados por violar la Ley de Emergencia Nacional, -habían sido declarados "prisioneros de conciencia" por amnistía internacional- son puestos en libertad antes de terminar de cumplir su condena. Durante el resto del año se inicia la discusión de la Ley de partidos políticos, en la que participan todos los partidos de oposición agrupados en la coordinadora democrática Ramiro Sacasa. Se trata de un sector de la oposición, objetivamente complementarios del sector que se ha unido a la contrarrevolución. La coincidencia de objetivos -es decir, la meta de liquidar el carácter estructuralmente revolucionario del proceso nicaragüense- se traduce en el uso de medios diferentes. Destacan, entre los medios, las giras de desinformación propagandística en el extranjero, la intransigencia de las condiciones propuestas para participar en la actividad política pluralista, la sacralización de su política de oposición apoyándola en declaraciones religiosas, y el rechazo de la austeridad, disfrazado de preocupación por los intereses "populares".

En 1983 se continúan discutiendo la ley y a ella se suma la discusión de la Ley Electoral. Se liberaliza progresivamente la censura sobre La Prensa, de tal forma que a finales de 1983 un 40% de los artículos sobre la vida nacional son críticos de la política del gobierno y un 70% de los artículos sobre temas regionales o internacionales son opuestos a las posiciones del FSLN en estos campos. Se mejora también "el clima productivo" para el sector empresarial. A través de 1980 y 1981, el sistema financiero público condonó el pago de intereses y reestructuró la deuda privada con tasas bajas de intereses y largos plazos. También facilitó un 100% de los requerimientos de capital de trabajo y de inversión del sector privado en contraste con las políticas de la dictadura que nunca financió más del 70% de estos requerimientos. Asimismo las tasas de interés para el sector empresarial fueron muy por debajo de las que estaban vigentes en el mercado internacional.

La expansión en el acceso al crédito en una economía dominantemente privada se ve reflejada en el crecimiento notable en la relación entre el nivel de crédito en la economía y el PIB que subió de 44% en 1978 cuando la banca fue controlada por Somoza y otros intereses privados a un 60% a finales de 1981 cuando el sistema financiero nacional era 100% público. La distribución de las divisas también fue favorable al sector privado. Entre enero de 1980 y agosto de 1981, un 52.9% de las divisas fueron distribuidas al sector privado. Finalmente en febrero de 1982, la JGRN aprobó un Plan de fomento de exportaciones que aumentó lo precios de exportación mientras que congeló los precios de los insumos agropecuarios. Los empresarios de agroexportación que habían visto a sus ganancias minadas por el control del comercio exterior en beneficio a las mayorías recibieron aumentos en los precios de azúcar de un 29% en la carne de un 41%, en el algodón, banano y ajonjolí de un 56% y en productos manufacturados de un 114%. Finalmente, se abren en todos los frentes espacios nuevos para la oposición con el fin de preparar las elecciones y como resultado de la creciente capacidad del FSLN para enfrentar y controlar los movimientos de un proyecto de frente interno pro-imperialista.

3. Relaciones Iglesia-Estado: Fase de crecimiento tensión y rigidización de la relación Iglesia-Estado

A este período, de creciente agresividad de la Administración Reagan y de los empresarios y partidos de derecha, correspondió una creciente tensión entre el marco de un acercamiento diplomático entre la Santa Sede y los Estados Unidos y tras recabar algunos informes sobre la situación de Nicaragua, el Papa Juan Pablo II envió una carta a los obispos nicaragüenses, instándoles a la unidad entre ellos y pidiendo a sacerdotes y fieles que centraran su unidad en la Iglesia en torno a los obispos. La carta declara también que el principal obstáculo para la unidad de la Iglesia era la llamada "Iglesia Popular" y alentaba a los obispos a ser valientes en la proposición de orientaciones sociales, aun cuando contradijeran otros mecanismos propuestos. El FSLN, unánimemente, consideró la carta como una clara posición contra la revolución. La reacción extremosa del sector doctrinario del FSLN se explicitará en las medidas amarillistas contra el P. Carballo.

Los sectores más conservadores de la Iglesia recibieron con alegría la carta del Papa -equivocadamente censurada durante unos días- y la manipularon con fines políticos. La comunidades católicas de Nicaragua reaccionaron enmarcando la carta en un contexto más amplio de magisterio conciliar y papal y tratando de testimoniar su opción de fidelidad eclesial desde su comprensión de la causa de los pobres. Pronto, lo positivo de su reacción se reflejará en el gran esfuerzo patronal masiva que realizarán para preparar la visita del Papa en Nicaragua. Su propia autocrítica y su confianza en el diálogo evangelizador con el proceso revolucionario orientarán en adelante a este sector a trabajos pastorales a largo plazo, mientras intenta mantener sus opciones accesibles para por lo menos algunos de los obispos.

Los dramáticos sucesos en el Colegio Salesiano de Masaya, que terminarán con la muerte de 3 jóvenes sandinistas y la expulsión de dos sacerdotes salesianos y una posterior declaración del FSLN ratificando su posición frente a la religión, marcarán uno de los momentos más críticos del conflicto, hasta el momento de la visita del Papa, que desgraciadamente polarizará como ningún otro acontecimiento las relaciones Iglesia-Estado y consolidará también la polarización al interior de la Iglesia. Las negociaciones para la preparación de la visita fueron particularmente tensas. A lo largo de este período se produjeron nuevos intentos de alejar de sus puestos a los sacerdotes en cargos de gobierno. Según la prensa norteamericana, este asunto fue condición puesta por el Papa para su visita a Nicaragua, si bien no la exigió hasta el final. También en este período ocurrió la expulsión, a nuestro juicio precipitada, de un dominico español, acusado de promover la unión de campesinos al Río San Juan a la fuerza contrarrevolucionaria de Pastora.

Durante la primera parte de este período un sector de la jerarquía siguió aceptando el incremento de su alto perfil político en los medios de comunicación opuestos al gobierno, especialmente en "La Prensa". Tras la visita del Papa el FSLN, considerando el viaje centroamericano en su conjunto y la nota vaticana favorable a las soluciones de paz, ratifica una tercera vez su postura oficial frente a la religión. En la misma medida en que se van abriendo nuevos espacios políticos y de debate pre-electoral ocupados por la oposición política, en esa misma medida los obispos muestran un perfil público más bajo. La jerarquía empieza a aparecer menos en los periódicos, pero presenta para la derecha la oportunidad de ser tomada como su conductora ideológica, al escribir esporádicas cartas pastorales en las que asume posiciones deslegitimantes del proceso -interpretando así aquella "valentía" que les fue recomendada por el Papa-. Desde la inesperada y conflictiva carta sobre los mískitos (febrero de 1982) había guardado silencio hasta la dura carta contra el servicio militar patriótico de agosto de 1983, sólo sobrepasa en sus contenidos y en su polémica por la carta sobre la reconciliación de la etapa que hoy vivimos. Por oro lado el deseo que el Papa manifestó a los obispos en la visita de estos a Roma en mayo de 1983, de que la paz en C.A. triunfe no fue suficiente para que el Arzobispo aceptara la invitación de la Conferencia Episcopal de Honduras para reunirse alrededor de este punto. Tampoco el apoyo explícito del Papa a Contadora ha sido recocido por los obispos nicaragüenses. Relacionada con propaganda en contra del servicio militar, se produjo en este período la expulsión de otro -Salesiano español-.

No se trata -como pudiera creerse- de un conflicto entre cúpulas. La verdadera confrontación se desarrolla en la cultura popular. En los contenidos religiosos, principales focos de expresión de la cultura del pueblo nicaragüense, está en marcha un proceso lento como todos los procesos culturales. Al tratar de la política nacional en este período hemos llamado la atención sobre los cambios que están en juego en la construcción de la conciencia nacional y que -en la problemática del servicio militar- revelan el cálculo de costos y beneficios que espontáneamente hace el pueblo cuando se programa la reforma radical de las instituciones nacionales para que dejen de ser representativas únicamente de intereses particulares minoritarios y lleguen a ser patrimonio de mayorías.

Este proceso de transformación tiene resonancia en la religión del pueblo. Las mayorías nicaragüenses están acostumbradas a ver la religión administrada, como respuesta a sus interrogantes vitales, por el clero y los obispos en acontecimientos sociales de alcance masivo (celebración de fiestas patronales -sobre todo la Purísima-, bautismos, misas de difuntos, Semana Santa con la imagen de "la Sangre de Cristo", primeras comuniones, esporádicas confirmaciones, etc.) Una creciente minoría ha respondido con entusiasmo a los gérmenes liberadores contenidos en el mensaje evangélico que rezuma de esas celebraciones y a las formulaciones de coherencia cristiana que ha ido naciendo de una evangelización enfrentada con la vida real de las mayorías (Medellín, Puebla, etc..). La inercia de los contenidos culturales hace fuerte resistencia, sin embargo, al cambio en la conciencia religiosa.

La imagen de un Dios que desencadena historia digna de los pobres, porque los prefiere entre todos sus hijos, puede tal vez ser asumida coherentemente desde una Iglesia "escuela de forjadores de historia" -como dijo Puebla-. Pero los hábitos eclesiales internos no han favorecido formas de responsabilidad compartida en las estructuras internas de la organizaciones eclesial y por ello resultan resistentes a ese papel pedagógico de construcción de la historia.

El pueblo tiene que asumir una gran audacia cultural para romper la "tradición" reciente y creer que Dios es realmente antes que nada, el Dios de los pobres y que una sociedad igualitaria no es un sueño destinado al fracaso. En el lenguaje ético de la religión del pueblo se han sembrado reservas para la resignación frente a la miseria y la opresión. Por el contrario, no hay tanta preparación para los sacrificios compartidos y la austeridad necesaria que son, en el contexto real de Nicaragua, constantes acompañantes de la lucha por la libertad, la justicia y la dignidad nacional. El dios del dinero (el ídolo de las aspiraciones al consumo) y el Dios que convoca a compartir y así a crear la única riqueza posible, se están enfrentando, como símbolo culturales, en las mayorías nicaragüenses. Según relata la Biblia, se enfrentaron también en el éxodo del pueblo desde la esclavitud a través del desierto hacia la tierra prometida de libertad y justicia. El mismo enfrentamiento resuena en la historia de Jesucristo.

Por ello, los conflictos entre Iglesia y proceso revolucionario hoy en Nicaragua tienen esta profundidad cultural: ¿es capaz la Iglesia de proclamar algo más digno que la bendición del consumo "libre" de las antiguas minorías y la aspiración al mismo consumo de las grandes mayorías? ¿puede proclamar que el hombre vive de algo mas que de pan? Porque, al igual que el sorpresivo mesianismo de Jesús -el mesianismo de la lealtad en el servicio hasta dar la vida por el pueblo-, el proceso revolucionario no ofrece de hoy para los "caudalosos ríos de leche y miel" que cantan la utopía del himno sandinista. Por el momento, a consecuencia del atraso de la economía y de su bloqueo por la guerra de agresión, ofrece saciar el hambre con dignidad nacional llena de sacrificios. Mientras tanto, intenta ir preparando la reconstrucción moral que permita introducir en medio de las mayorías fermentos de generosidad para mantener humanos y participativos los avances de la economía.

4. La Economía: Fase de orientación hacia una economía de resistencia

La escalada de la agresión militar norteamericana contra Nicaragua produjo cambios profundos en la gestión económica del país. Los presupuestos militares no alcanzaban en 1980 y 1981 el 7% del presupuesto nacional. en 1982 la cifra subió al 13 y en 1983 al 19%. El presupuesto para 1984 asigna un 25% a la defensa. En 1982 el gobierno no logró articular la producción y la defensa, aunque ésa era la consigna del año. Según el Banco Central de Nicaragua, de un ritmo de crecimiento del 5.3% en 1981 se pasó a un decrecimiento del PIB de un 1.2% en 1982. Parte de ese decrecimiento se debió a los estragos de la tormenta "Alleta" que ocasionó pérdidas por casi U$360 millones, cantidad que (al cambio de US$1.00-C$20.00) representa aproximadamente una cuarta parte del PIB anual de 1982 y tres cuartas partes del total de divisas generadas ese mismo año.

El descenso del producto nacional no afectó fundamentalmente a las mayorías, gracias a la consolidación de un sistema de distribución popular, del racionamiento y de la regulación de los precios de 23 bienes básicos, 8 de los cuales circulan en canales garantizados. De esta forma, la inflación en estos 23 productos ha oscilado entre el 8 y el 13% en los últimos 3 años, mientras que los precios de productos más lujosos aumentaron en un 50-60% por año. El salario mínimo ha subido más rápidamente que los precios de la canasta básica, hecho sin paralelos en todo el continente. En Nicaragua los probreshan mantenido a pesar de la inflación mundial, una mejora real de su acceso a los productos fundamentales. El problema básicos del país consiste en que el nivel de ingresos per capita que se logra mantener está aún muy por debajo de los niveles previos a la insurrección.

Durante 1982 se emplearon grandes esfuerzos en la descentralización y regionalización de la administración del país. Aunque esta regionalización tiene el propósito de facilitar una mejor resistencia militar en caso de una intervención norteamericana, la división del país en 9 regiones autónomas responde también al propósito de cumplir mejor con los objetivos de participación popular y eficacia en la gestión económica. El proyecto representó grandes costos en 1982 y empezó a reportar beneficios en 1983. a fines de 1982 se dan los primeros pasos para hacer operantes los planes para una economía de resistencia.

En 1983 estos pasos preparatorios, más un excelente comportamiento del sector cafetalero, dieron sus frutos y el PIB de Nicaragua creció en un 5.3% siendo ésta la tasa más alta de América Latina, donde se registró, en conjunto, un decrecimiento del -3.2%. Por otra parte, el producto agrícola subió un 14% a pesar del auge en el ritmo de la reforma agraria. Nicaragua logró -a la luz de estos resultados- lo que nunca se ha obtenido en otros países latinoamericanos: la redistribución de recursos sin eliminar los incentivos productivos en el sector rural. El sector manufacturero de bienes básicos creció, a su vez, en un 13% al responder primordialmente a las necesidad del ejército -botas, uniformes, etc.- y por primera vez después de la revolución, el sector de la construcción comenzó a tener un ritmo aceptable, debido a su inserción en la nueva economía de resistencia.

Los sectores improductivos -comercio, y los servicios del sector informal de la economía- sufrieron una aguda crisis en 1983, porque la escasez creciente de divisas y el contrabando los someten a la lógica de la especulación y el mercado negro. A pesar del crecimiento global, el gobierno no pudo reajustar convenientemente los salarios de la clase trabajadora. Otro problema importante en 1983 fue la lenta recuperación de los tres ejes centrales de la economía: el algodón, la ganadería y el maíz. En cada caso, por razones distintas: precios del mercado internacional, destrucción del 25% del hato durante la insurrección (1977-1979) e insuficientes incentivos. En estos rubros no se logran recuperar los niveles de producción previos al triunfo. Como estos tres productos son generadores de empleo y de productos básicos para la economía en general, su lenta recuperación provoca una reacción en cadena que obliga al país a incrementar el endeudamiento externo, lo que logra endereza la economía, pero sobre pies de barro.

En 1983 la brecha externa de Nicaragua alcanzaba ya los US$510 millones. En el somocismo, el nivel de endeudamiento en Nicaragua era uno de los más altos de América Latina. En 1977, sólo México, Brasil y Perú tuvieron un peso mas fuerte de servicio a sus deudas sobre exportación que Nicaragua. En ese año Nicaragua tuvo una carga de servicio de 13.6% de sus exportaciones mientras que la misma cifra fue 1.9% en Guatemala 6.0% en El Salvador y 12.6% en Costa Rica. El endeudamiento arrastrado desde los tiempos del terremoto de Managua en 1972 y las tareas de la reactivación de la economía en la reconstrucción, el aumento del consumo popular y los correspondientes subsidios, la expansión de la educación y la salud, así como la lenta recuperación en el algodón, el maíz y la ganadería han convertido a Nicaragua en el país de todo el hemisferio con más carga de servicios a su deuda en relación a las exportaciones. La continua agresión militar de los Estados Unidos tiende a agravar todos estos problemas. Pero la solidaridad internacional ha permitido renegociar esa carga de servicio a la deuda sustancialmente (véase nota al Cuadro 2, anteriormente).

Cuarto Período: diciembre 1983 - junio 1984

1. Política de Estados Unidos: Fase de reelección y de preparación de las condiciones para la intervención

La audacia de la Administración Reagan, que juega con una posible intervención en Nicaragua en el año electoral norteamericano, muestra la desesperación de este régimen de profunda ideología anti-comunista al tropezar con los obstáculos que le plantean los movimientos revolucionarios de Centroamérica. Los datos que a mediados de noviembre permitían contar con la gran probabilidad de esta intervención fueron: a) la concentración de varios miles de contrarrevolucionarios en la frontera hondureña el 8 de noviembre; b) la llegada, una semana después, al Golfo de Fonseca, de la 28 unidad anfibia de Marines Norteamericanos, que entró en coordinación con el primer batallón de infantería hondureño y el sexto regimiento de infantería de la Marina Norteamericana.

Estas unidades son similares a las empleadas en la invasión de Grenada. En estos momentos había en Honduras 6.375 miembros de cuerpos especializados de las fuerzas armadas norteamericanas -tres veces más de los efectivos que inicialmente se lanzaron a la invasión de Grenada; c) el anuncio hecho el 11 de noviembre por el Comandante Daniel Ortega: "Sólo falta el pretexto inmediato para la invasión". Ese mismo día 3 aviones de guerra T-33 de la Fuerza Aérea Hondureña violaron el espacio aéreo nicaragüense; d) la visita realizada por el subsecretario e Defensa norteamericano, Fred Ikle, conocido como consejero extremista de Reagan, a El Salvador, Honduras y Costa Rica, en un momento en que el 71% de la opinión pública norteamericana apoyaba la invasión de Grenada; e) la visita realizada una semana antes por Richard Stone, enviado especial para Centroamérica, a todos los países de la región y de Contadora con el fin de preparar un tratado de paz, alternativo al que había presentado Nicaragua; f) la suspensión de la reunión de Contadora proyectada pra el 17 de noviembre a causa de las visitas del Cmdte. Daniel Ortega a los presidentes de México, Colombia, Venezuela y Panamá con el fin de alertarlos sobre los planes de Estados Unidos de usar esta nueva propuesta en contra de Nicaragua y como justificación de la intervención, yg) los rumores que había en Washington entre los asesores de los senadores más cercanos a Reagan sobre la inminencia de la intervención.

Para el gobierno norteamericano es fácil apostar a la vez en tres o cuatro juegos estratégicos. Si un juego falla por no darse las condiciones que lo posibiliten, se abandona y se pasa al otro. Todo hace indicar que aun cuando la posibilidad de la intervención con éxito pareció agotada ese mes, la administración continuo moviéndose en ese escenario por mucho tiempo mas. Actualmente, con el fracaso temporal del proyecto intervencionista y del derrocamiento subsiguiente del gobierno de Nicaragua, los esfuerzos de la administración Reagan están centrados en lograr la reelección, a la par que en preparar las condiciones militares y diplomáticas que permitan la intervención durante los cuatro años del nuevo mandato.

La preparación de las condiciones militares incluyen no solamente el desarrollo progresivo de infraestructuras militares en Honduras sino el seguir golpeando simultáneamente a Nicaragua, a través de los grupos contrarrevolucionarios, y al FMLN salvadoreño. Si en el primer diseño de la estrategia, la prioridad era El Salvador y el objetivo una rápida victoria sobre el FMLN y en el segundo diseño la prioridad era Nicaragua, bajo el pretexto de cortar su apoyo al FMLN, lo que caracteriza esa etapa es la simultaneidad en la estrategia de desgaste, tanto por el apoyo militar al enemigo de los dos pueblos como por las presiones que obliguen a cometer errores diplomáticos que justifiquen medidas de represalias e incluso la intervención (Hay que tener en cuenta que Reagan y sus ideólogos creen su propio argumento de que el pueblo salvadoreño no tiene capacidad de conducir sus revolución sin la ayuda del eje URSS-Cuba-Nicaragua). Un margen de cuatro años se considera tiempo suficiente para resolver el posible empantanamiento militar que sufrirían las tropas norteamericanas en Nicaragua o en El Salvador.

Lo que puede sonar como terquedad infantil en las amenazas que Reagan lanza al congreso norteamericano diciendo que no ayudará mas al gobierno de El Salvador si, a la par, no se le permite seguir financiando a los contrarrevolucionarios de Nicaragua, es perfectamente racional si se tiene en cuenta que entramos en una nueva fase del diseño estratégico basado en golpes simultáneos en ambos países.

En el terreno militar, los ataques de los grupos contrarevolucionarios contra Nicaragua han aumentado en intensidad en los primeros meses de 1984. Dos oleadas de contrarrevolucionarios han penetrado en el país en diciembre y en abril. En las dos ocasiones la penetración se hizo tanto por la frontera de Honduras como por la de Costa Rica. En Abril, la penetración fue de unos 6 mil hombres, la mayor cantidad hasta el momento. Los contrarrevolucionaios disponen de un importante apoyo logístico y sobre todo, de buenos equipos de comunicación. Son capaces de reorganizarse, a pesar de las duras derrotas que sufren de parte del EPS; y las instrucciones que reciben ahora, les indican que deben permanecer dentro el país. Parecería así que el tercer diseño de la estrategia Reagan cuenta con el sacrificio de los somocistas en 1984 para con ello dar paso a la acción del ejército hondureño y del de los Estados Unidos en 1985. Solamente entre el 16 y el 28 de junio de 1984 resultaron muertos en combate casi 900 contrarrevolucionarios.

El minado de los principales puertos de Nicaragua ha sido una medida e agresión militar que ha afectado fuertemente a la economía nicaragüense. A la par, esta medida fue un paso en falso dado por la Administración Reagan, que recibió críticas aun de los sectores más conservadores de la sociedad norteamericana (votos negativos de 88 de los 100 senadores). El minado provocó que el Congreso rechazara otorgar más apoyo a la CIA para financiar a la contrarrevolución. En este corto período de cinco meses los cambios en la política norteamericana se han producido aceleradamente. El periodo se abre con la aprobación por el congreso de US$24 millones para la contra y se cierra con el rechazo de este mismo proyecto. El minado produjo también un dictamen provisional negativo para los Estados Unidos en la Corte Internacional de La Haya y una resolución favorable a Nicaragua en la Organización Marítima Internacional. Sólo el veto estadounidense impidió el mismo resultado en el Consejo de Seguridad de la ONU.

La escalada militar ha proseguido. Las maniobras militares Granadero I y Ocean Venture II han significado el despliegue de miles de efectivos norteamericanos en la zona. El auge militar del grupo ARDE desde Costa Rica cuestiona la proclamación de neutralidad del país y ha creado crisis en las relaciones Nicaragua-Costa Rica en abril y mayo, solucionadas momentáneamente con la creación de la Comisión de Supervisión de la frontera, éxito diplomático de Nicaragua y de Contadora. En las aguas centroamericanas se mantiene la flota de guerra norteamericana, lo mismo que se siguen produciendo vuelos de espionaje y se incrementan los efectivos militares estadounidenses permanentes en Honduras. El número de víctimas civiles de la agresión norteamericana asciende ya a 1.887 nicaragüenses, entre 1982 y marzo de 1984, 1,015 de ellos secuestrados, es decir civiles. De entre los 747 muertos y 125 heridos restantes, un notable porcentaje son también civiles.

En el frente diplomático, la administración no pudo menos de alegrarse del exilio del gral. Alvarez de Honduras. El nuevo jefe militar hondureño, el Gral. López Reyes, es comandante de la fuerza aérea, el cuerpo militar hondureño más peligros para Nicaragua. López es pro norteamericano y antisandinista, como lo demuestra la expulsión de Honduras del Embajador de Nicaragua a raíz de que un helicóptero hondureño fuera derribado tras violar el espacio aéreo nicaragüense. López, sin embargo, es menos problemático que Alvarez, tanto desde la perspectiva de una unificación del CONDECA como desde la necesaria "imagen democrática" con que debe presentarse Honduras para seguir desarrollando en ese país infraestructuras que posibiliten una intervención directa norteamericana en Centroamérica. En Guatemala, las relaciones de Estados Unidos con el Gral. Mejía Víctores no son malas y misiones económicas como la que favoreció la exportación de verduras guatemaltecas a los Estados Unidos -negociación prototipo llevada a cabo por el nuevo embajador viajero Schlaudemann- ayudan a incrementar la influencia norteamericana en ese país.

El informe Kissinger representa un desafío a las iniciativas negociadoras del grupo Contadora, sustituyendo éstas por el plan Reagan que combina las soluciones militares con un programa de manipulación económica a través de financiamientos multilaterales y bilaterales. Según la estrategia Reagan, la Comisión Kissinger tenía como meta lograr el consenso bipartidista para la política centroamericana de la Administración. en estos momentos su objetivo real parece no ser otro que entorpecer el desarrollo de las iniciativas de Contadora. La labor obstruccionista de los Estados Unidos respecto a Contadora ha creado tensiones diplomáticas difíciles de controlar por la Administración Reagan. Tanto Europa como México han colocado su prestigio diplomático a favor de Contadora y Estados Unidos no puede dejar de tener esto en cuenta sin apuntarse un revés demasiado importante en su imagen internacional. La visita del presidente mexicano De La Madrid a Washinton es un símbolo de estas tensiones, en la que se comunica también un mensaje subliminal sobre la intransigencia y

belicismo de la Administración norteamericana. Las tensiones entre Reagan y Contadora ayudan a los demócratas en sus campañas electorales contra Reagan y bien sabe el presidente-candidato que el apoyo a su política centroamericana es mucho mayor entre la clase política estadounidense que entre el pueblo norteamericano y cualquier error en Centroamérica le puede hacer perder votos.

El nuevo diseño de la estrategia Reagan debe entenderse a partir de su eje central: la meta es lograr la reelección y preparar las condiciones diplomáticas y militares para una futura invasión en Centroamérica. Dentro de este contexto se produce la visita de Shultz a Nicaragua, que nombra a Schlaudemann, uno de los diplomáticos de extrema derecha más experimentados de los Estados Unidos, para iniciar negociaciones que durarán varios meses. La apertura de negociaciones con Nicaragua debe ser interpretada teniendo en cuenta los actuales intereses tácticos estadounidenses. Resulta inicialmente sospechoso que la Administración plantee los plazos amplios que tendrán las negociaciones: parece más importante ganar tiempo que llegar a un acuerdo. Las negociaciones con Nicaragua jugarán un triple papel. En primer lugar, la negociación servirá para privar a los demócratas de una bandera electoral y para tranquilizar a los países de Contadora respecto a sus miedos del irrespeto absoluto para la solución política negociada por parte del Gobierno Reagan.

En segundo lugar, el anuncio de las negociaciones es un elemento apto para distensionar la reunión cumbre e los países industrializados occidentales. La negociación con Nicaragua añade verosimilitud a los últimos ofrecimientos de Reagan de negociar y aun de encontrarse en reunión cumbre con los soviéticos, ofrecimientos sospechosos de electorerismo. Esta distensión quita un arma política a los países europeos en las disucisones sobre problemas económicos y políticos frente a la URSS. Ese resultado es una ventaja clave para la política de Reagan. En tercer lugar, la apertura de negociaciones con Nicaragua servirá para encubrir a Duarte. Duarte prometió del logro de más ayuda militar y de sus reacomodos de poder con ARENA y el ejército -anunció-- precisamente el mismo día de la visita a Shultz a Managua que no negociaría con los revolucionarios a menos de que éstos tuvieran "la audacia" de deponer las armas. La crítica hecha públicamente por Monseñor Rivera y Damas al gobierno de Duarte, por este tema entre otros, es un ídice de la profundidad de ese reacomodo.

En El Salvador la Administración Reagan ha logrado el fin la máscara política de un gobierno demócrata-cristiano surgido de unas elecciones con el que a corto plazo, puede continuar su intervención militar en el conflicto, con tácticas crecientemente destructivas -bombardeos masivos, por ejemplo-. En Nicaragua pretende también que las negociaciones sean la máscara con las que encubrirán el incremento de las agresiones militares contrarrevolucionarias que caracterizan la actual etapa. Tanto la Casa Blanca como el mismo Secretario Shultz ha reiterado que las negociaciones no significa una iniciativa nueva de la política del gobierno Reagan respecto de C.A. Más aún, el Presidente ha pedido ya al Congreso una partida de US$28 millones para el nuevo año fiscal con destino al apoyo a la contrarrevolución.

El costo político pagado por la CIA al intentar eliminar a Edén Pastora para facilitar así la unificación de los frentes contrarrevolucionarios norteños y sureño, indica que el plan de la Administración a lo largo de 1984 será el de emplear a un FDN más unificado como carne de cañón de una más intensa guerra de desgaste. Tras la pausa impuesta por el mínimo decoro después del atentado, Edén Pastora ha sido expulsado de ARDE. En conclusión, el nuevo diseño intenta contener el avance revolucionario en ambos países bajo la cobertura de una máscara negociadora con la que podría ir preparando nuevas condiciones diplomáticas para una acción militar directa en 1985.

Mientras tanto Nicaragua ha proclamado una vez más la necesidad que tiene de armas para la defensa. El Coordinador de la Junta de Gobierno ha recorrido los países del bloque socialista en Juno de 1984. Simultáneamente el Coordinador de la comisión Política de la Dirección Nacional del FSLN, Comandante Bayardo Arce, ha viajado a Finlandia, Alemania Federal, Suecia, Francia, España, Portugal, Italia y Grecia, coincidiendo en el trayecto y entrevistándose con el Presidente de Costa Rica, cuya iniciativa para una conferencia de Ministros de RR.EE. centroamericanos y de la Comunidad Económica Europea ha sido apoyada por Nicaragua y parece estar encontrando resonancia. Nicaragua, mientras tanto, acudirá a los Juegos Olímpicos de los Angeles, signo adicional de su no alineamiento. También en junio ha tenido lugar en Manzanillo (México) la segunda ronda de las negociaciones entre Nicaragua y los EEUU.

2.Política Nacional: Fase pre-electoral, de amnistía y de debilidad de la oposición pro-norteamericana. Movilización popular en torno a las necesidades básicas

En la primera semana de diciembre el gobierno de Nicaragua decretó una amnistía total para los miskitos -más de 300- prisioneros por actividades contrarrevolucionarias y ofreció una amnistía con garantías para la repatriación de los nicaragüenses que abandonaron el país después del triunfo, aun cuando se hubieran incorporado a la contrarrevolución. Sólo se excluyó de la amnistía a los cabecillas de la contrarrevolución armada. En el 50 aniversario del asesinato de Sandino, la Junta de Gobierno anunció también la celebración de elecciones para noviembre de 1984. Con anterioridad 26 de diciembre de 1983, el COSEP y los partidos de oposición iniciaron una campaña de deslegitimación previa de las elecciones, exigiendo condiciones para ellas y preparando así su posible postura abstencionista. El punto central de sus condiciones es el diálogo y posterior participación en las elecciones de los contrarrevolucionarios, incluidos los ex-guardias somocistas. La única explicación para que la Coordinadora haya asumido la causa más impopular que existe en Nicaragua -la rehabilitación de la guardia- es su absoluta dependencia de las estrategias de los Estados Unidos, incluidas las estrategias de agresión militar. Si la guardia fue el mismo corazón de la dictadura somocista, resulta chocante que se plantee que para que "vuelva la democracia" debe volver la esencia de la dictadura. Los partidos de la derecha, al plantear sus condiciones para las elecciones, no hicieron otra cosa que repetir el mensaje de Stone sobre la necesaria participación de los contrarrevolucionarios en las elecciones. Esta posición también fue expuesta en México por Kissinger, dos semanas antes e que se publicara la declaración del COSEP y la Coordinadora.

Otro elemento de las condiciones pre-participación electoral adelantadas por la oposición, ha sido el levantamiento del estado de emergencia nacional. esta exigencia ha mostrado a la oposición como indiferente frente al verdadero estado de guerra de agresión que a Nicaragua se le ha impuesto. Además el estado de emergencia ha sido caracterizado en la propaganda interna y externa de la oposición como el clásico "estado de sitio" represivo de los regímenes dictatoriales. Ni desapariciones ni tortura como política n asesinatos ni toques de queda han caracterizado al estado de alerta revolucionario legislado enla emergencia nacional. La naturaleza propagandística de la exigencia quedó patente cuando observadores de los partidos socialcristianos y socialdemócrata, enviados a las elecciones salvadoreñas de marzo y mayo, las alabaron sin mencionar que allá un clásico "estado de sitio" sólo fue levantado 24 horas antes del evento electoral y sigue en vigencia después de la toma de posesión de Duarte.

En este intento inicial de deslegitimar las elecciones, estos partidos pro-norteamericanos corren así el peligro de deslegitimarse también a sí mismos. De hecho hasta el momento 7 partidos concurrirán a las elecciones: el FSLN, el Partido Socialista Nicaragüense (PSN) y el Partido Popular Social Cristiano (PPSC), que han mantenido hasta ahora una alianza. También, más hacia la izquierda, el Partido Comunista de Nicaragua (PCN) y el movimiento de Acción Popular Marxista Leninista (MAP-ML). Asimismo dos de los partidos con más tradición en el antiguo escenario político de Nicaragua: el Partido Conservador Demócrata (PCD) y el Partido Liberal Independiente (PLI). En los primeros meses de 1984 se ha intensificado la tendencia iniciada en 1983 para abrir más espacio político a la oposición. Se han constituido el Consejo Nacional de Partidos Políticos y el Consejo Supremo Electoral. Se ha aprobado la Ley Electoral y se ha aceptado debatir en el consejo de Estado un proyecto de reformas a dicha ley presentado por los partidos de oposición. Es probable que la Ley de Emergencia se levante antes del comienzo de la campaña electoral (8 Agosto 1984) como preparación a las elecciones del 4 de noviembre.

La escasez causada por el bloqueo norteamericano de los préstamos multilaterales blandos (BIRF, BID), por el entorpecimiento de las cosechas provocada por la agresión agudizada, por el continuo deterioro de los términos de intercambio en el comercio internacional de Nicaragua, y por la obligada priorización de la defensa, ha dado origen a un problema muy grave de mercado negro. Para contrarrestarlo ha comenzado de nuevo a enfatizarse la movilización popular alrededor de la economía de defensa, tratando también de articularla mejor con el apoyo popular de retaguardia a la misma defensa. La tarea se está enfrentando desde una agilización de los CDS.

Supone un esfuerzo audaz de gran envergadura, ya que los dos períodos anteriores, centrados en la movilización para la defensa, corrieron el riesgo de enmohecer los recientes impulsos de participación popular en la gestión de las tareas productivas y distributivas. La guerra, con su rostro cruel, puede ofrecer la oportunidad de evidenciar la necesidad de esta movilización económico-social de mucho potencial democratizador. Supuesto el éxito, se habría hecho así de la necesidad virtud. Finalmente el encargo especial, dado por la Dirección Nacional del FSLN a varios de sus miembros de asumir directamente el liderazgo de regiones duramente afectados por la agresión, trasluce la intención política de conectar su población campesina -base social vulnerable al proyecto de un frente interno contrarrevolucionario- con los aportes que la ciudad puede ofrecer a sus necesidades. Ese sentido tiene el envío de algunos de los mejores cuadros organizativos y técnicos a las regiones de Matagalpa-Jinotega y Boaco-Chontales.

3. Relaciones Iglesia-Estado: Fase de peligrosa proximidad a la ruptura

La crítica situación del país ha llevado a la jerarquía eclesiásticas a tomar posiciones que ella considera imparciales "entre dos imperialismo", pero que a bastantes parecen de mayor beligerancia contra el proceso revolucionario. En un comunicado fechado el 29 de marzo de 1984 los obispos señalan una serie de principios genéricos sobre las elecciones y, aunque no hacen un llamado concreto a las abstención, los criterios expuestos en el comunicado son textualmente los mismos que emplearon al evaluar las elecciones somocistas de 1974. (Esas elecciones fueron las últimas en las que Somoza fue reelecto y en las que la oposición llamó a la abstención bajo la consigna: "No hay por quién votar".)

En la Carta Pastoral del Domingo de Pascua 22 de abril, la Conferencia Episcopal hizo un llamado al gobierno para que dialogara incondicionalmente con los "alzados en armas" siendo ésta según los obispos la condición indispensable para que haya paz en el país. El planteamiento coincide con los enfoques de la Administración Reagan y con los de los políticos de la oposición pro norteamericana. Los ya graves contenidos de la Carta fueron agravados por la polémica nacional destacada entorno a ella. En esta ocasión el FSLN criticó abiertamente y sin medida a los obispos especialmente a Mons. Obando. En la historia de las relaciones Iglesia-Estado, la reacción del gobierno ante la Carta Pastoral marca sin duda un punto que algunos analistas han calificado ya de peligrosamente cercano a la ruptura. Desde diciembre a marzo (1983-84) Monseñor Vega y Monseñor Obando concedieron entrevistas a la prensa nacional e internacional, en las que eludieron señalar la responsabilidad de los EEUU en la agresión contra Nicaragua y en el minado de los puertos de este país. Extremaron al mismo tiempo las alusiones a la tenaza en que tendrían a Nicaragua "los dos imperialismos" y sobre todo el Arzobispo de Managua insinuó su rechazo al servicio militar patriótico, llegando a expresar su temor de que este país quede reducido a "ser un país de ancianos".

Sin embargo, varias Congregaciones Religiosas dieron libremente su opinión sobre los puntos tocados en la carta pastoral de la reconciliación, ejerciendo así el derecho a la opinión pública en la iglesia. Una vez más las comunidades eclesiales de base, además de expresarse -adolorida pero serenamente- sobre la Carta Pastoral, prefirieron seguir fortaleciendo su fe eclesial y su compromiso con los objetivos populares del proceso revolucionario por medio de la reflexión y de la celebración litúrgica de ambos. A pesar de las tendencias que muestran las declaraciones y actividades de la jerarquía nicaragüense, a las que se añade la omisión de apoyo moral a las necesidades de austeridad, importantes sectores de la Iglesia universal han considerado y siguen considerando el proceso nicaragüense como un serio experimento social con profundo sentido cristiano. Con distintos matices ésta es la postura de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, de la del Canadá, de la del Brasil, de importantes teólogos de todo el mundo y de organismos eclesiales como Pax Christi, y muy recientemente CIDSE, la confederación de agencias católicas de ayuda internacional a los países pobres, que reúne organismos de Europa, Canadá y los EEUU.

Los últimos acontecimientos configurados por el descubrimiento y neutralización de los intentos de formación de un frente interno, culminaron en la acusación del gobierno a un sacerdote de la Arquidiócesis de Managua de haber tomado parte en ellos. Por televisión ser dieron a conocer filmaciones que ofrecerían la base para pruebas judiciales de la acusación. El Ministerio del Interior mantuvo con coherencia la posición de que se trataba de un caso aislado -y el primero- de participación de un sacerdote en la contrarrevolución armada. Antes de hacer públicas las filmaciones, el Ministro se reunió con el representante del Vaticano en Nicaragua y con el Presidente de la Conferencia Episcopal. Más tarde también dialogó con el Arzobispo de Managua. La respuesta del Arzobispo ha consistido en acusar al gobierno de un montaje falaz de pruebas. La conferencia episcopal no se ha pronunciado directamente sino que en un comunicado ha recordado anteriores actuaciones del gobierno que, a juicio del Secretario de la Conferencia distorsionaron hechos eclesiales.

Parece patente, pues, que el gobierno ha querido, dentro de la gravedad del caso, dar muestras de que no pretende aprovechar incidentes embarazosos para crear políticas de ruptura con la Iglesia. Pero la reacción jerárquica no parece significar un paso de diálogo. Entre la población nicaragüense, los primeros sondeos indican que el incidente del sacerdote presuntamente implicado en el proyecto de frente interno ha polarizado aún más el debate religioso cultural, enfrentando en la conciencia religiosa dos símbolos de gran fuerza: la tradicional veneración por el sacerdote y la nueva conciencia de dignidad nacional.

4. La Economía: Problemas profundos, desarticulación de la cultura de consumo
y transición a una Economía de Guerra

Si hay algo acertado en el análisis anterior existe una probabilidad muy alta de una intervención norteamericana en Nicaragua y El Salvador en la eventualdiad de la reelección de Ronald Reagan.

Actualmente Nicaragua está entrando a una economía de defensa en la cual se priorice el consumo popular básico y la producción de los bienes esenciales para mantener un flujo de divisas y de productos necesarios para la reproducción simple de la economía, de tal modo que ella sirva como un fundamento sólido para la defensa y para el enfrentamiento probable de una guerra generalizada. Esta economía de defensa es de hecho un proceso de transición a una economía de guerra. El esfuerzo en la defensa se registra en un auge continuo, señalando anteriormente, en el presupuesto militar directo, en la gradual eliminación de actividades económicas de básicas, en la progresiva articulación de los otros ministerios dentro de los planes de defensa, y sobre todo en los cambios en los patrones de consumo.

No se espera la tasa de crecimiento obtenida en 1983 que se puede evaluar en el cuadro 6, más abajo. El avance en el sector agrícola en 1983 se debió en gran parte a una cosecha récord de café en el ciclo 82/83 de 1.5 millones de quintales. Los resultados en el ciclo 83/84 muestran una caída en la producción cafetalera por causa de la actividad militar contrarrevolucionarias y por el mal tiempo en la zona del café en el norte del país.

Un segundo factor no alentador ha sido un descenso en el ritmo de implementación de los proyectos de desarrollo y en las tasas altas de inversión obtenidas en 1982 y 1983. Se considera que para hacer frente a la erosión del nivel de vida de las mayoría causada por la inflación, los niveles actuales de inversión tendrán que bajar aún más en la segunda mitad de 1984. En el sector industrial el crecimiento obtenido durante 1983 en la producción de uniformes, botas y otros bienes, de consumo masivo en el ejército no se repetirá en una forma tan notable en 1984. Por otra parte la progresiva eliminación de insumos industriales importados en la industria no básica significa que la industria en su conjunto no logrará el nivel de 4.6% de crecimiento que obtuvo en 1983.

Cuadro 6


* Se considera que las cuentas nacionales nicaragüenses subestiman el crecimiento económico en su conjunto y, en particular, el del sector terciario -dentro de éste, especialmente el del comercio-.

La construcción, que creció en una estrecha coordinación con el Ministerio de Defensa a una tasa de 7.6% en 1983, muestra una tendencia de expansión, aunque los esfuerzos están concentrados en la zona de combate, dejando la infraestructura vial de Managua y el Pacífico en mal estado. En contraste la defensa ha impactado negativamente sobre el sector de transporte por la utilización del parque de vehículos de otros ministerios para la movilización de tropa y materiales de guerra. Esto, junto con el deterioro del parque de vehículos privados y la mengua de importación de camionetas y repuestos, tienen un fuerte impacto sobre el comercio. Por ejemplo, unos 2000 pequeños comerciantes bajan de la zona de la Concha (Dpto. de Masaya) a Managua diariamente. Antes había 15 buses y 50 camionetas. Lo que pasa en la Concha pasa en toda la región metropolitana de Managua y en todo el país. El resultado es un alza fuerte en los precios de transporte, una baja en el abastecimiento urbano y un incremento del precio al consumidor.

Aquí surge el factor más significativo en la coyuntura económica actual: la inflación. Por primera vez en estos cinco años se ha registrado un auge de la inflación en los 23 productos superbásicos, que ha empezado a minar los ingresos de las mayorías. Como se puede apreciar en el cuadro 7, hasta 1984 hubo una inflación mínima en la canasta básica y una inflación notable en los bienes no superbásicos. Como resultado el salario mínimo mostró un leve tendencia de aumento de capacidad adquisitiva con respecto a la canasta básica.

Cuadro 7


Aun los más pobres consumen más que los 23 productos superbásicos; por lo tanto la inflación en la canasta amplia minaba en un cierto grado el nivel de ida de las mayorías. Sin embargo, lo que caracteriza a la economía nicaragüense ha sido un deterioro mucho más rápido en el consumo de las capas acomodadas que en el de las capas populares. Cabe señalar que el deterioro en el acceso a la canasta básica en 1984 se da sobre la base de una expansión significativa en el consumo percápita de los bienes básicos durante estos cinco años. Como se ve en el cuadro 8, después de la revolución se han dado incrementos en el consumo de todos los alimentos básicos con la excepción del maíz y los productos de ganado vacuno (los dos rubros que no se ha logrado reactivar hasta la fecha).

Cuadro 8


La revolución ha logrado controlar la inflación en los productos superbásicos a través de un control de ciertos productos dentro de canales de distribución seguros bajo la vigilancia de los CDS y a través de una regulación de los precios por vía de convenios con productores. Lo que ha pasado en 1984 es que ha aumentado la parte de la dieta que el pueblo compra fuera de los canales seguros y se ha producido además un impacto generalizado de la inflación en la canasta amplia sobre los comerciantes y productores de la canasta básica. En este sentido, uno de los problemas más serios que enfrenta la economía nicaragüense es, por una parte, su incapacidad de controlar el contrabando de productos por las fronteras con Honduras y Costa Rica en tiempo de paz y, por otro, la facilidad con la cual se puede obstaculizar el abastecimiento del país en tiempo de guerra como lo mostró el minado de los puertos por los agentes del gobierno norteamericano en Abril. Los buhoneros manipulan la situación de escasez de productos en la canasta amplia y obtienen ganancias extraordinarias por el trasiego de un incontable número de productos. Ofrecen un 10-15% más en el mercado negro de dólares con la seguridad que podrán cobrar mucho más por lo productos importados. Este círculo vicioso se ha traducido en niveles de precios muy prohibitivos en los últimos meses.

Frente a esta situación el gobierno de Nicaragua ha tomado la decisión de enfrentar la especulación que va socavando la capacidad productiva del país. Se ha aprobado una nueva ley para el control de la especulación que estipula que ocho productos básicos circularán solamente en los canales seguros y precios oficiales un poco más altos que antes. Esta decisión - como ya lo hicimos notar - ha significado pasar a una nueva movilización de las organizaciones populares, particularmente los CDS, sin la cual no se puede aplicar esta ley.

Quizás el problema más profundo de la economía nicaragüense es la alta concentración de población y comercio en la ciudad de Managua. Por la herencia del subdesarrollo y por las posibilidades de mayor ingreso en el sector de comercio y servicio, miles de familias pobres han sido canalizadas hacia actividades de economía informal en Managua. En este sentido, actuar en contra de la especulación es actuar en contra de una parte de la población más pobre lo que hace mucho más difícil el proyecto del control de la inflación. Sobre esta dificultad están en estos días intentando capitalizar tanto el COSEP como los partidos de oposición. El proyecto de frente interno planeaba también su agitación urbana en este sector. El desmantelamiento preventivo de este proyecto arroja no sólo la eficacia de la seguridad del Estado sino sobre el papel importante que hasta ahora ha jugado al impedir enfrentamientos violentos de sectores populares manipulados con la policía.

Una de las soluciones a este problema es abrir nueva posibilidades en el agro. Asimismo se ha priorizado el abastecimiento al campo particularmente en las zonas de guerra. Como se ve en el cuadro 9, MIDINRA (el Ministerio de Desarrollo Agropecuario y Reforma Agraria) proyecta para 1984 un auge muy significativo en la aplicación de la Reforma Agraria. Unas 200.000 manzanas se entregarán en títulos a campesinos individuales precaristas y unas 300. 000 manzanas a familias en cooperativas de producción.

Cuadro 9


Entre 1981 y 1984, la reforma agraria nicaragüense ha beneficiado a 30.963 familias con acceso a la tierra. Dos tercios de los beneficiados recibieron. títulos colectivos en cooperativas de producción; el resto recibió títulos individuales. Estas 31 mil familias representan un 27% de todas las familias campesinas de Nicaragua y un 41% de las familias que carecían de tierras suficiente. El promedio mensual de familias beneficiadas en 1982 fue 647, se elevó en 1983 a unas 1,147 por mes y en los primeros 5 meses de 1984 alcanzó a 1.628 familias mensualmente.

Es previsible, como perspectiva global, una mayor movilización del pueblo dentro de la economía para encontrar soluciones a sus necesidades básicas, movilización que necesariamente tendrá que complementarse con la orientada hacia las tareas militares.

CONCLUSIÓN: Encrucijada entre solidaridad y agresión

Este breve análisis de las principales tendencias en estos cinco años de revolución muestra, a la luz de la contradicción principal que enfrenta este proceso:

-Que en la política de los EEUU respecto a Nicaragua se ha producido una clara escalada hacia el intervencionismo militar, difícilmente velada por los comienzos de negociaciones precarias, pero fuertemente contrarrestada por la paciente y creativa diplomacia nicaragüense y por el apoyo internacional múltiple al proceso revolucionario.

-Que en la política nacional la fase inicial de intensa movilización popular en las tareas económicos y sociales de la reconstrucción fue subordinada a una conducción estatal de la defensa nacional desde los últimos meses de 1981 hasta diciembre de 1983. En este mismo período la agresión militar de los EE.UU. obligó al gobierno a estrechar los espacios políticos e ideológicos para impedir el desarrollo de un frente interno armado. En la actualidad una nueva movilización popular en la esfera económica ha sido complementada con otro esfuerzo, también democratizante, sostenido a lo largo de estos últimos 15 meses, de impulsar un nivel creciente de apertura que ha permitido más espacio político y libertades civiles a pesar del crecimiento continuo de la guerra de agresión.

-Que en las relaciones entre iglesia y proceso revolucionario se ha condensado la intensidad de un debate cultural puesto en juego por la profundidad de las transformaciones sociales y por su novedad desconcertante, habiéndose llegado a reflejar en este campo un cierto dinamismo fatalista que puede acercar peligrosamente a desgarrones, (no inevitables), en el tejido de símbolos aglutinantes de la identidad colectiva.

-Y que en la economía se ha evidenciado un intención transformado era de largo plazo, a la luz de la cual se ha ido reajustando muy gradualmente la unidad nacional alentada en el proyecto de economía mixta, priorizándose los intereses de los sectores populares, tratando de posponer y aun de evitar conflictos antagónicos muy costosos, y dejando que algunos grandes empresarios, bastantes miembros de las profesiones liberales y los grandes especuladores se auto-excluyan de esa unidad por la violación de las leyes orientadas a la protección de las necesidades fundamentales de la población. La gestión económica en estos 5 años se destaca más por su audacia que por su coherencia. El balance económico es admirable, si se mira a la luz del esfuerzo por llevar a cabo simultáneamente los 4 grandes proyectos de reposición de capital e infraestructura destruida, de significativa redistribución de ingresos y cambio de patrones de consumo, de un proyecto inversionista de gran envergadura en contra de la marcada corriente recesionista internacional, y de estructuración de una economía de defensa. Sin embargo, el creciente endeudamiento hace evidente el precario equilibrio en que descansa el proyecto económico; bastaría un cambio en los apoyos políticos internacionales para desmoronar su delicado balance.

Evidentemente hemos dejado fuera de este trabajo los logros sociales conseguidos con mucho sacrificio durante estos cinco años, en salud, educación, extensión del seguro social en las ciudades y en el campo, y vivienda. No hemos pretendido ser exhaustivos en este balance. Los logros han sido grandes, teniendo en cuenta los recursos escasos de Nicaragua.

Los hemos tenido en cuenta sin detallarlos al ponderarlos como polo alrededor del cual el pueblo se ha movilizado y como signos claro de las metas de justicia de este proceso, contra las que se dirigen brutalmente muchos de los ataques contrarrevolucionarios.

En este momento, la vida de decenas de millares de nicaragüenses y centroamericanos dependen de la evolución de dos corrientes que sintetizan el conflicto. Por un lado, la progresión de la lógica militar que conduce a la intervención directa de los Estados Unidos, propiciada por la Administración Reagan. Por otro lado, la lógica de la negociación política del conflicto, propiciada por la iniciativa de los países de Contadora, que atrae más y más solidaridad mundial, incluso la de sectores cada vez más importantes del pueblo de los Estados Unidos, representados en los numerosos "testigos en favor de la paz" que visitan, oran y vigilan en zonas de guerra, y especialmente en el reciente viaje del pre-candidato presidencial Jesse Jackson.

Las perspectivas aparecen sombría cuando se considera que con toda probabilidad Reagan será reelecto y tendrá por delante cuatro años en los que alentar a su Administración a apostar a la lógica de la fuerza militar prescindiendo del peso de la solidaridad mundial hacia Nicaragua. El creciente aislamiento de la política centroamericana de la Administración Reagan y la fuerza de la solidaridad indican desde ahora que el Pentágono no dispondrá en Centroamérica de los amplios plazos de actuación que tuvo en Vietnam. Esto es un rayo de esperanza en el horizonte del as luchas y los sufrimientos de Centroamérica. Esta es la hora en la que, más allá de las previsiones políticas, de las conjeturas sobre el difícil futuro que puede esperar a la región, cobran vigencia las palabras de Sandino. Estas palabras, evocadoras de resonancia bíblicas nos recuerdan que la esperanza de los pobres jamás perecerá:

"Nuestro triunfo no admite dudas, pues Dios no solamente ha favorecido nuestra causa, sino que se ha convertido en parte de interesada. Todas las riquezas que ostentan los piratas no deben deslumbrarnos, porque las grandezas de Dios no se miran ni se tocan pero se sienten; irán de nuestro territorio y ni ellos mismos podrán darse después una explicación de lo que les obligó a derrotarse... Todo lo tienen pero les falta Dios".

Es oportuno concluir así, este balance de cinco años de proceso sandinista nicaragüense, ya que en Nicaragua y en otros países de Centroamérica y de América Latina, la defensa del derecho de los pobres pasa por los símbolos culturales que un pueblo oprimido y creyente está recreando mientras se moviliza hacia procesos que manifiestan formas originales de revolución social y de liberación humana. La vida y la muerte, la bendición y la maldición, son alternativas abiertas para las políticas internacionales de gobiernos y de pueblos que inciden sobre estos procesos.

Pie de pagina:

1 La inflación cayó de 80% en '79 a 35.4% en '80 y a 23.9% en '81.

2 Para una exposición mas detallada de tendencias a las que estas presiones dan ocasión, véase Nicaragua en la Encrucijada Monográfico de envio, junio de 1983.

3 Véase para un tratamiento complejo de este temática la larga reflexión de las Comunidades Cristianas de Nicaragua, publicada con el título de Queremos la Paz en Septiembre de 1983, después de que los obispos católicos se pronunciaron en contra de la ley correspondiente.

4 Importa notar que, a nivel e alto equipo de gobierno, la revolución nicaragüense ha perdido un numero muy pequeño de personas calificadas, incluso de aquellas cuyo origen se ernraizaba entre las élites pudientes. Sobre todo es justo destacar que sólo uno de los miembros del equipo cristiano llamados a ocupar responsabilidades de gobierno (se trata de Edgard Macías) se ha separado de ellas y ha abandonado el país. En cambio es numeroso el grupo de grandes empresarios, dirigentes de partidos y miembros de las profesiones que han dejado Nicaragua, descontentos con las condiciones de vida menos suntuosas que en adelante se les ofrecían.

Imprimir texto   

Enviar texto

Arriba
 
 
<< Nro. anterior   Nro. siguiente >>

En este mismo numero:

Nicaragua
El Derecho de los humildes: la defensa de una revolución original
Envío Revista mensual de análisis de Nicaragua y Centroamérica