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Universidad Centroamericana - UCA  
  Número 170 | Mayo 1996

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México

Respuesta a la crisis: represión

Cientos de miles de mexicanos salieron a las calles a celebrar el Primero de Mayo reclamando un cambio en el modelo económico. La respuesta del gobierno? Una ley autoritaria de control social, orientada a la represión.

Jorge Atilano González y Gabriel Mendoza Zárate

Conmemorando el 110 aniversario de la heroica gesta de "Los mártires de Chicago", en el Día Internacional de los Trabajadores, miles de obreros mexicanos salieron a las calles de las principales ciudades del país en repudio a las políticas económicas neoliberales que han llevado al país a una de sus más grandes crisis. Fue otro momento para que los mexicanos manifestaran su inconformidad, que no es sólo de los trabajadores, sino también de los campesinos, estudiantes, empresarios, intelectuales y obispos. De todos.

El camino escogido ha sido y seguirá siendo el mejor, sigue respondiendo el gobierno de Ernesto Zedillo, a la par que promovía la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, iniciativa diseñada para dotar al Estado de un poder represivo brutal. La inconformidad generalizada y la dureza de las respuestas legales aceleran el ritmo de inseguridad en que está envuelto el país desde hace largos meses y que podría generar un incontrolable estallido social.

Por segundo año consecutivo, la cúpula del corporativismo sindical abandonó las calles en el Primero de Mayo y se escondió en los sótanos oficiales para no escuchar el reclamo de miles de trabajadores que salieron al aire libre a manifestarse en contra de la política económica y laboral del gobierno zedillista.

Contra los chupapueblos

En el Zócalo de la ciudad de México confluyeron dos grandes marchas. La primera, de los sindicatos y organizaciones independientes. En ella sobresalían grandes pancartas: ¿Dónde está el bienestar para nuestras familias que se nos ofreció?, Sí hay otro camino, Urgente, urgente, que renuncie el Presidente... En esta concentración se reunieron alrededor de 150 mil personas.

La segunda marcha era de una sección del sindicalismo oficial, que dejando los asientos que tenían reservados para sus líderes en un acto oficial con el Presidente de la República, decidieron no llegar y se dirigieron al Zócalo para protestar contra las políticas económicas, reclamar un aumento salarial de emergencia, un freno a la carestía y una solución al problema de las carteras vencidas. Esta segunda marcha reunió a unas 100 mil personas.

El humor que ha caracterizado a los mexicanos estuvo muy presente en la conmemoración del Día del Trabajo. ¡El doce por ciento es puro disimulo! ¡Que lo hagan rollito y duro, duro, duro!", decía otra pancarta. El famoso chupacabras -animal no identificado al que se le atribuye la muerte de varios animales de corral, dejándolos desangrados y con marcas de colmillos, y que ha provocado psicosis en algunos Estados del país- estuvo en una de las marchas. Llevaba la cara de Fidel Velásquez, máximo líder de la Central de los Trabajadores Mexicanos, que acaba de cumplir 96 años de edad. No faltaron las figuras hechas en cartón de Carlos Salinas de Gortari, Carlos Hank González, y José Córdoba Montoya, a los que después de un juicio popular, y acusados de chupapueblos, se les quemaba.

Marcharon gentes vestidas de zapatistas que coreaban consignas en apoyo a los indígenas chiapanecos y marcharon también los barzonistas -organización de campesinos deudores-, que reclamaban solución a sus carteras vencidas. Hasta un grupo de monjas realizó un viacrucis pidiendo soluciones contra la pobreza y el desempleo.

Recuperar la memoria

En el acto del Zócalo se leyó un mensaje firmado por el Subcomandante Marcos. En él hace un llamado "para estar juntos, para dialogar, para discutir entre nosotros" y convoca "para que nuestra fuerza no sólo sirva para producir riqueza, sino para producir libertad y justicia para nosotros mismos".

La marcha del Primero de Mayo fue utilizada tradicionalmente por el sindicalismo oficial como un desfile de alianza y agradecimiento al Presidente de turno. Este corporativismo sindical -pilar fundamental del sistema político mexicano y elemento indispensable para garantizar la implementación de los diversos modelos de desarrollo económico que se han aplicado en el país- es hoy símbolo de la decadencia del sindicalismo burocrático y de la aguda crisis de modelo por la que atraviesa la nación. La central obrera más importante de México, la CTM, se ha convertido hoy en un claro instrumento de control social y político, cada vez menos útil al actual modelo económico.

En este Primero de Mayo los trabajadores aceptaron el reto de abandonar una actitud pasiva, lanzándose a recuperar su memoria histórica, aún viva. En la larga lucha de los trabajadores del mundo en este siglo, México también ha aportado mártires: los de Cananea (1906), los de Río Blanco (1907) y los miles de muertos de la Revolución Mexicana (1910). Después de tanta sangre, los ideales sociales de los trabajadores quedaron consagrados en el artículo 123 de la Constitución de 1917: jornada laboral de ocho horas, derecho a huelga, garantía de un salario suficiente para satisfacer todas sus necesidades y las de su familia. Otros derechos conquistados después fueron el salario mínimo, el derecho a un trabajo digno y a la seguridad social (atención médica, pensiones, jubilaciones).

Hoy, la situación de los trabajadores es cada vez más angustiante y deplorable. El empeoramiento se ha manifestado en la represión sistemática a los movimientos obreros sindicales independientes, en el creciente desempleo y en la pérdida del poder adquisitivo del salario, que no se ha podido recuperar. En los últimos 15 años, el salario real ha caído en un 80%. Los trabajadores activos que perciben entre uno y dos salarios mínimos suman alrededor de 11 millones y medio, lo que equivale al 32% de la población económicamente activa.

Pero, fieles al refrán que dice "Es mejor encender una vela que maldecir de la oscuridad", los trabajadores decidieron este año ir alumbrando camino contra las políticas neoliberales. Esta fue la tónica común de las decenas de otras marchas que se realizaron por todo el país. Si alguien pensó en México que el tiempo del movimiento obrero había pasado, que perdió su oportunidad histórica y que ésta no vuelve nunca, lo ocurrido este año da que pensar.

Todos coinciden

Las protestas del Primero de Mayo se enmarcan dentro un generalizado ambiente de inconformidad ante las políticas económicas del gobierno, agudizadas desde hace unos meses, y que afectan a cada vez más sectores, sin distinción ideológica o social. Empresarios, industriales, sindicatos, los partidos de oposición, la Iglesia, economistas, intelectuales, estudiantes. Todos coinciden: urge una modificación del modelo económico. Todos estos sectores sociales comparten la idea de que las actuales políticas económicas han creado recesión y pobreza, y abren la posibilidad de un estallido social. Solos en su optimismo, el gobierno y el Fondo Monetario Internacional, diseñadores del actual plan de ajuste, son el blanco de las críticas de todos los sectores. Pero su respuesta es tenaz: no dejan de afirmar que el camino es correcto y que México continuará por él.

En las semanas previas al Primero de Mayo se endurecieron y multiplicaron las críticas al modelo económico. Especialmente, ante el anuncio de que el primer trimestre del año tendrá resultados recesivos y que la recuperación tar- dará en llegar más de lo anunciado. Los dirigentes de los partidos de oposición PAN y PRD han coincidido en la necesidad de modificar el modelo económico. El presidente del PAN calificó de "pésima" la política económica del gobierno: "Por donde quiera que se mira se ve desolación, más incertidumbre, menor inversión y agravamiento de la crisis", dijo. El presidente del PRD lo mismo y más duro: "La afirmación del gobierno en el sentido de que no hay otro camino es absolutamente mentirosa. Lo que ha ocurrido, y el gobierno no se da cuenta, es que este país perdió a su clase dirigente sin poderla sustituir por un sistema democrático".

"Medidas de fondo"

Los representantes del sector empresarial demandaron también nuevas medidas que reactiven la economía, sobre todo viendo que el gobierno no cumplió con la promesa de soltar el gasto público en el primer trimestre de este año, como ellos habían reclamado.

El líder de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) demandó al Presidente Zedillo ser más claro en la atención y resolución de la reactivación económica, y pidió -sin especificarlas- "medidas de fondo" para resolver lo que llamó "la crisis integral" que vive el país. "Nosotros esperamos que nuestro gobierno tenga la voluntad y la fuerza política para realizar estos cambios", afirmó el dirigente de los empresarios.

A estas voces se unió con fuerza la de la jerarquía católica mexicana, que, abiertamente, culpó al modelo económico de la pobreza que aqueja al país.

En su Proyecto de Pastoral 1996-2000 los obispos dicen textualmente: "El modelo económico implementado en el país, que cuida prevalentemente los índices de rendimiento de la macroeconomía, ha provocado desequilibrio, debilitamiento y miseria. Repetidas veces hemos manifestado nuestra preocupación porque la crisis actual y el modelo económico seguido en el país han provocado el desempleo creciente, el salario insuficiente, el alza de los precios, el cierre de las empresas, la devaluación de la moneda, lo que ha afectado gravemente al pueblo, sobre todo a los más débiles".

Los dirigentes del partido oficial, el PRI, también han expresado su inconformidad: "Nuestro partido -expresó el senador Juan S. Millán- no puede estar al margen de las expresiones que se vienen dando en todos los Estados, en las diversas regiones del país, en prácticamente todos los sectores, en demanda de cambios en la política económica". Aunque ninguno de estos inconformes marchó en las calles el Primero de Mayo, también sienten que la crisis ha llegado a sus hogares y se han propuesto revertir las políticas económicas.

Una ley represiva

En abril se realizó la séptima Convención de Mercado de Valores. En esta ocasión, el Presidente Ernesto Zedillo afirmó convencido que su política económica "ha sido y seguirá siendo la que entraña menores sacrificios" y pidió a la población "no soslayar los avances y los primeros resultados del esfuerzo realizado por los mexicanos".

En el acto oficial conmemorativo del Primero de Mayo, Zedillo señaló que ya son visibles "los primeros indicios, aunque todavía muy moderados, y estamos tomando el camino de la recuperación económica". Es el mismo discurso, que se repite una y otra vez. Lo verdaderamente novedoso fue la aprobación en el Senado de la Ley General de la Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública. En ella se confirma que la única respuesta a la crisis es ir más allá en el combate a la delincuencia con leyes de control social, encaminadas a reprimir el malestar ciudadano provocado por las políticas económicas.

El 7 de marzo, el Secretario de Gobernación instaló el Consejo Nacional de Seguridad Pública, aclarando que es una instancia de coordinación entre Federación, Estados y Municipios para prevenir delitos y perseguir el crimen organizado. Con la instalación de este Consejo se cumple una de las intenciones que desde el principio se había planteado el gobierno de Zedillo, y que en diversas ocasiones fue criticada por la opinión pública. El nuevo organismo combinará acciones policíacas con labores de inteligencia militar.

La Suprema Corte de Justicia ha legitimado la intervención del Ejército Mexicano en asuntos de seguridad pública. Por su participación en el conflicto chiapaneco y en el combate al narcotráfico, por la adquisición de equipo y armamento, y por la reconceptualización que ha experimentado la Seguridad Nacional, el Ejército tiene ahora mayor peso político, y tal parece que pretende convertirse en un elemento clave de la estabilidad política y social en la actual crisis del sistema político mexicano.

La discusión en las Cámaras sobre las reformas penales estuvo precedida por una intensa campaña publicitaria que combinó varios elementos:

-Convencer de la necesidad de penas más severas contra los delincuentes.

-Promover la idea de la necesidad de establecer la pena de muerte en México.

-Argumentar cómo las instituciones se encuentran rebasadas por la delincuencia.

-Persuadir de la necesidad de que el Ejército intervenga en tareas de seguridad pública.

-Justificar el uso de medidas "más eficaces": espionaje telefónico, reducción de la edad penal, cateos sin orden judicial, anonimato de jueces y testigos, etc.

-Justificar con esta nueva Ley la antesala del Estado de Excepción.

La campaña de propaganda fue acompañada de hostigamiento y difamación contra dirigentes sociales y defensores de los organismos de derechos humanos, a quienes se acusaba de defender a delincuentes.

Solución: autoritarismo

Todo esto al mismo tiempo que se ensayaba la fabricación de los "culpables" de varios operativos de represión. Este fue el intento para dar por cerrado el caso de los asesinatos del Estado de Guerrero o el de las víctimas del estado de Morelos que celebraban pacíficamente otro aniversario de la muerte de Emiliano Zapata. El objetivo es claro: convertir a las víctimas de la represión, antes o después, en culpables: "Venían armados", "son violentos", 169>son delincuentes organizados", etc., etc.

En la medida en que, por su carácter excluyente, el proyecto económico y político oficial pierde consenso en amplias capas de la población, la negociación y el diálogo con los sectores críticos o de oposición va dejando de tener espacios consolidados en la geografía de las relaciones políticas.

La Ley Contra la Delincuencia Organizada implica un profundo desprecio por los derechos humanos de los mexicanos y pone de manifiesto la intención del actual grupo gobernante de definir en términos autoritarios la relación Estado-Sociedad.

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